Llevamos ya unos cuantos años con los smartphones en nuestros bolsillos y se han creado una serie de hábitos que deberíamos empezar a cambiar ya. Algunos son una tontería, otros realmente son molestos. 12 cosas que tienes que dejar de hacer con tu smartphone.
De algunos de estos hábitos ya se han dicho muchas cosas, algunas dramatizando mucho, como eso de que cuando quedamos con alguien ya no hablamos sino que estamos más pendientes del Whatsapp que de la otra persona. Otros se ha hablado menos pero son más reales si cabe.
Y su tipología es muy variada, aunque la mensajería instantánea es una de las grandes protagonistas
Mirar el Whatsapp cuando estás con alguien
Vale, no vamos a ser dramáticos ni exagerados. No es algo que pase muy habitualmente. No pasa nada si te llega un mensaje y miras la notificación a ver quién es o si es urgente. Tampoco pasa nada si lanzas una respuesta rápida, y si es urgente y no es tan rápido no pasa nada si te disculpas y contestas. Pero de vez en cuando encuentras esa persona que está todo el rato contestando a los mensajes, y las risas dejan ver que de trabajo no es. Y tú como un tontaina mirándole con ganas de estamparle la phablet más grande que encuentres en la cabeza.
Reclamar que te contesten por Whatsapp
Directamente relacionada con la anterior, hay una subespecie de homínido que te escribe y si no le contestas en un espacio que él considera oportuno empieza a escribirte cosas tipo «eo» o «contesta». La persona puede estar ocupada ¿sabes?. Esto, parece ser, es una práctica bastante habitual entre los machos de nuestra especie agregados a Whatsapp por hembras. Y ya que estamos, enviar una foto de vuestra cigala nada más agregarla tampoco es muy correcto.
Esperar a que la batería llegue a cero para cargar tu smartphone
Allá por el pleistoceno era algo realmente recomendable, pero hace tiempo que no, y por alguna razón es un hábito que mucha gente todavía cree que es bueno para las baterías. No, muchacho, no sólo no es bueno, sino que además es malo. Lo óptimo es cargarla cuando esté alrededor del 20% hasta el 80%.
Acumular miles de aplicaciones inútiles
Descargas una aplicación, la pruebas y la olvidas. Descargas otra aplicación, la usas tres días y la olvidas. Y así sucesivamente hasta que tu móvil está sobrecargado de aplicaciones que ocupan espacio y vete tú a saber si te gastan batería en segundo plano. Es aburrido, pero de vez en cuando pasarte con la escoba por el cajón de aplicaciones es saludable. ¿Y esa app que promete que milagrosamente tu Moto E chutará como un Mate 5? Ni descargar.
Mirar Twitter mientras estás en el cine
Vamos a ver: te has fijado que en el cine apagan las luces ¿no? Vale, pues tu teléfono emite luz. Vale, puedo aceptar que quieras ver de quién es ese Whatsapp, incluso, siendo muy generoso, se puede aceptar que necesites mirar donde has visto a ese actor que tanto te suena, ¿es necesario mirar Twitter o Facebook en el cine? Ya os lo digo yo: no.
Hacerte selfies en el baño
Vale, Generación Badoo, hacerte un selfie delante de un espejo es más cómodo porque es fácil que se te vea el cuerpo entero y tal, pero… ¿No tienes otro espejo en toda la casa? Bueno, pues al menos baja la tapa del retrete, alma de cántaro.
Enviar invitaciones de Candy Crush a todos
Simple, es tu adicción, no la mía. Si tienes sudores fríos porque te has quedado sin vidas no es mi problema. En su día eran los que te mandaban invitaciones de Farmville, hasta que prendiste fuego a todas sus granjas, entonces empezaron a tirarte caramelos. ¿Pues sabes qué? Me voy a bajar Candy Crush y mandaré vidas a todos menos a ti. Listo.
Meter gente que no se conoce en un mismo grupo de Whatsapp
Es el equivalente digital a estar en una fiesta en la que sólo conoces a una persona, con la diferencia que las demás personas sólo son números en una pantalla. No sabes su nombre, ni qué cara tienen. Y lo raro que es cuando un número hace una pregunta que no sabes si es para ti o no.
Enseñar al mundo tu plato de espaguetis
Gatos y comida son las estrellas de Instagram, pero esos espaguetis con queso rallado por encima, por muy suculento que esté, no es para darle a like. Lo peor de todo es cuando en una cena se pide algo para compartir y cuando lo traen, antes de que todos salten a comer como posesos, alguien grita «¡Parad, que hay que hacerle una foto!». ¡Maldita sea! ¡Es comida no una top model!
Whatsappear mientras conduces
Esta debería ser bastante evidente, pero por lo que se ve hay algunos cabestros a los que no les entra en la mollera que enviar Whatsapps y conducir no es una buena idea. Lo peor de todo es que seguro que mientras juegan al Grand Theft Auto se concentran en la conducción.
Poner la música en el altavoz en el transporte público
A todos nos gusta escuchar música mientras vamos en el metro, es algo que hace el viaje mucho más agradable, pero resulta que yo quiero escuchar mi música, no la tuya. ¿Ves esa entrada circular que hay en un lado del móvil? Es para los auriculares. Te pones unos y tu reggetón para ti, gracias.
No poner un patrón de bloqueo
«Yo es que no llevo nada importante». Dejando de lado el acceso a tu correo electrónico, mensajería y redes sociales. Si no pones un patrón de desboqueo por tus datos, al menos hazlo por los de los demás, anda, majo.
Bonus para padres: llamar a tu hijo al grito de «no sé qué he hecho y no sé volver al menú»
No sois nativos digitales y estas cosas os puede costar más que a los más jóvenes, pero llamar a vuestros hijos porque habéis tocado algo y no sabéis como deshacerlo sin dar muchas pistas no es de mucha ayuda. Normalmente te llaman por teléfono y la conversación va así:
– He tocado algo y ahora el teléfono no va.
– ¿Qué has hecho?
– No lo sé.
– ¿Qué te pone en la pantalla?
– No lo sé.
– Pero dame alguna pista ¿qué te sale? ¿algún texto? ¿Dibujos?
– No sé, cosas raras.
– ¿Cómo son?
– Raras.
– ¿Le has dado al botón de la casita para volver al menú?
– No me sale.
– Vale, ya voy.
Y luego lo que pasaba era que se habían metido en alguna aplicación de bloatware y por alguna razón se habían agobiado y decidido que no sabía hacer nada. Pero con darle al botón de siempre para volver al escritorio bastaba.