Todos estamos de acuerdo en que los móviles no sólo nos han cambiado a nosotros, también han cambiado ellos. Con el tiempo, hemos asistido a la miniaturización y posterior agrandado de sus dimensiones, vimos cómo la antena desaparecía hasta integrarse en el interior sin que ninguno la echásemos en falta, las pantallas engordaron desde el centímetro de alto hasta ocupar casi todo el frontal… Y también los materiales evolucionaron en la misma medida, pasando de la distinta combinación de plástico a la enorme cantidad de construcciones que encontramos hoy en día. Algo que acaba repercutiendo en la sensación que el dueño tiene de su smartphone: no es lo mismo disponer de un móvil con tacto plástico que de uno donde es el metal quien confiere las sensaciones.
Lo que antes era extraño ahora es muy común: los móviles acabados en metal nos conquistan.
Dejemos para el final lo de si el metal es mejor para el móvil o si su inclusión eleva al smartphone a una gama superior: centrémonos en los distintos acabados que tienen los smartphones metálicos y en cómo, a pesar de que el material pueda resultar parecido entre distintos modelos, es su construcción y el uso que se hace de él quienes marcan la diferencia.
El acabado en metal no siempre implica un cuerpo en metal
Es bastante habitual encontrarnos con el tópico «cuerpo de metal» en las diferentes reviews de los móviles actuales, pero eso no implica una cualidad en sí misma. Además de que el metal es un concepto demasiado genérico (podría referirse al aluminio, que es lo más habitual; también al acero, reservado por lo general a ofrecerse en algún elemento del acabado; incluso al magnesio a pesar de que presenta un serio problema de oxidación si no posee un buen tratamiento externo), también la manera de integrar este material cambia dependiendo del fabricante, de la gama y del precio final.
El aluminio es el metal más utilizado. Se usa en distintas aleaciones con el magnesio, el silicio y el zinc.
Es corriente definir a los más caros como «cuerpo de metal«. Fabricados a partir de un bloque metálico (por lo general aluminio ya que es «sencillo» de trabajar, ligero y transmite bien el calor), se mecanizan hasta que se logra el hueco donde alojar todos los componentes electrónicos. Es un proceso más largo que moldear el cuerpo con plástico, por ejemplo, por lo que supone un coste extra a cada móvil que lo integra. Los LG G5 y Samsung Galaxy S7/S7 Edge son un buen ejemplo.
También es corriente montar un exterior metálico para así dar la apariencia de que el cuerpo es de este material al completo. El tacto sigue siendo frío y con la calidad a la que resulta difícil resistirse, ahorrándose costes de fabricación sin que por ello se sacrifique la sensación general. El marco de metal es común, pudiendo mecanizarse desde una pieza metálica o fabricarse mediante otros procesos de mecanizado. El Samsung Galaxy Note 4 es un buen ejemplo: dispone de un marco de aluminio sobre el que se asienta el interior plástico que aloja todos los componentes, como podemos ver en la siguiente imagen de iFixit.
En los móviles más económicos suele optarse por rematar el acabado con una carcasa que no puede retirarse (al menos no de manera sencilla). Así, tendremos las sensaciones del metal, la textura de su acabado y no prescindiremos del tacto frío sin que por ello debamos pagarlo; algo bastante habitual en muchos Xiaomi, como en el Redmi Note 3 con el que abrimos el artículo.
Diseño, la pieza final
Rematar un móvil con un acabado metálico, independientemente de que integre más o menos de este material en su construcción, aporta un extra de calidad que se nota en la mano y a la vista. Por más que queramos resistirnos resulta imposible: el peso, la temperatura, la templanza, el pulido… dotan al metal de unas sensaciones positivas a las que el plástico no llega (sobre todo cuando el fabricante se empeña en imitarlo). Ahora bien: su utilización per se tampoco es sinónimo de calidad.
Los fabricantes destinan mucho dinero y tiempo a conseguir que sus dispositivos se diferencien de la competencia. ¿Cómo conseguirlo si parece que todos apuestan por el metal como si fuera la última moda? Distintos acabados (pulido, pintado…), diferentes aleaciones con las que mejorar el comportamiento a las agresiones (golpes, doblado, calor interno…), líneas cada vez más suaves con las esquinas redondeadas, la delgadez extrema como eterna aspiración, ligereza y ergonomía… Tocar todas las teclas para que un móvil entre por la vista y que a su dueño se le olvide lo mucho que pagó por él es complicado, por lo que resulta imprescindible esmerarse en que por fuera sea una maravilla. Por más que luego escondamos el diseño con la funda más barata que encontremos, eterna paradoja.
Gracias a los procesos de fabricación, los móviles de metal son cada vez más baratos
Fabricar un móvil con distintos niveles de metal para el acabado es más caro que hacerlo en plástico: además de que el material base supone un mayor coste, también las máquinas y los procesos elevan el precio. Algo que parece se revierte: estamos viendo smartphones bastante accesibles con la apariencia que antes sólo tenían los de mayor gama. ¿A qué se debe?
El hecho de que todo el proceso de fabricación se realice en China abarata la producción, esto es algo que todos sabemos. También la mayor competencia entre fabricantes, la enorme inversión en maquinaria realizada por éstos y que la propia maquinaria CNC resulta más accesible y productiva. El proceso de fabricación se realiza de manera automatizada: diseño de los elementos en ordenador mediante herramientas CAD/CAM, carga de los planos en fresadoras CNC multi herramienta y mecanizado por fases para el grupo de piezas (pueden fabricarse a la vez, y por una misma máquina, una media de diez cuerpos de móvil durante un proceso de pocos minutos; al que después habrá que sumar acabado). La mayor efectividad y capacidad de fabricación de la maquinaria CNC abarata el coste hasta que éste resulte accesible incluso para móviles relativamente baratos.
Los móviles de metal parecen mejores, pero no siempre lo son
Ya hemos visto que decir «móviles de metal» implica mucho más que una simple definición de acabado, entrando en juego un gran número de elementos que, al tocarse, suelen encarecer el precio en la medida que suba la calidad. Esto puede ser contraproducente para el comprador (un móvil de más de 500 euros resulta complicado de justificar se mire por donde se mire), pero hay un punto en el que todos los fabricantes parecen coincidir: «el metal mola«. Prueba de ello es que podemos encontrar móviles de excelente acabado, y sin ir a por los chinos, con etiquetas de 200 euros.
¿Móviles de metal sí o no? Ésta sería la pregunta que remata todo el artículo. Por un lado, la sensación extra de calidad que aporta el acabado metálico no se encuentra en el plástico, pero también está el sobrecoste (ya no tanto) y que, por lo general, resulta más pesado y difícil de aislar para que funcionen correctamente las antenas (algo ya superado pero que sigue creando controversia, como bien analiza Anandtech en este excelente artículo sobre los materiales en móviles). El plástico también dispone de multitud de acabados, texturas y tipos de materiales; con lo que pueden lograrse smartphones más coloridos, simpáticos, que combinen diferentes texturas… sin que por ello se sacrifique el peso o el precio. No siempre es así, pero suele generalizarse.
El metal ofrece la sensación de que el móvil es mejor. Aunque de hardware vaya justo, una práctica habitual.
Resulta difícil posicionarse por metal o plástico porque cada uno entraña ventajas e inconvenientes. El que os escribe ha ido variando su opinión con el paso del tiempo; y ahora pienso que sí valoro positivamente que el acabado de un smartphone sea de metal. No es un factor decisivo, pero sí que encuentro agradable que un fabricante apueste por dotar de distinción a su criatura. El metal es distintivo; por más que lo realmente importante sea cómo se empleen los materiales.