Me ha tocado más de una vez enfrentarme a la discusión de la autonomía: cada vez que analizo un dispositivo, suele ser uno de los datos subjetivos con mayor discrepancia. No me equivoqué, escribí «subjetivo» de manera consciente porque así es: resulta imposible encontrar una manera fehaciente de comprobar la duración de una batería y asignarle una calificación que pueda extrapolarse al resto de usuarios. Dicho de otro modo: mi batería no durará igual que la tuya aunque tengamos el mismo móvil.
La capacidad en mAh será igual, el tamaño que ocupa también, puede que explote si la atravesamos (prohibido hacer en casa), morirá justo cuando la necesitemos (como bien dicta la ley de Murphy) y puede que nada más. Que no, las horas de pantalla que arroje el teléfono jamás serán iguales: cada persona hace un uso distinto de su smartphone. Por lo que, extrapolando esta realidad, puedo afirmarlo: en la autonomía no sólo importan esas famosas horas de pantalla.
El móvil hace mucho más que tener activa la pantalla, por lo que gasta batería en todo momento
La pantalla es la porción de hardware que más energía consume de cualquier dispositivo táctil, ésta es una verdad incontestable. Así, dispone de un panel donde se proyecta la imagen debiendo tener en cuenta el número de píxeles a imprimir (a mayor densidad de pantalla mayor consumo) y también la frecuencia de refresco para cada imagen. El panel se deberá iluminar, corriendo esta función a cargo de una lámpara LED en el caso de las pantallas LCD y de cada píxel individualmente si es una AMOLED. Además, se debe alimentar el panel táctil y procesar todos los datos recabados así como los que se proyectan en pantalla. Con un añadido: si usamos el móvil en entornos luminosos, la pantalla elevará el consumo al activar un mayor brillo. Esto es un cóctel sangriento y no el Bloody Mary.
La pantalla siempre será lo que más consuma de un móvil o tablet, pero no es lo único que eleva el gasto
Quizá las pantallas táctiles permitan prescindir de los botones gracias a simular cualquier interfaz, pero esto ha creado un desequilibrio de consumo tal que, agravado por el hecho de que las pantallas son cada vez más grandes, las baterías no han podido asumir. La relación entre ambos elementos es tan estrecha como el espacio en un ascensor tras haberse subido ocho personas, variando notablemente una cuando la otra cambia.
Aquí tenemos las gráficas de consumo para las distintas partes de un smartphone, extraídas del análisis de consumo en smartphones escrito por Aaron Carroll. Son datos estimados y medios.
Sí, la relación entre el uso de una pantalla táctil y la duración de la batería es muy íntima, pero un móvil Android no sólo funciona cuando activamos el display. De hecho, existen otros muchos aspectos que entran en el terreno de juego, logrando que las variables se multipliquen. Se nos puede ir la batería porque tenemos demasiadas notificaciones, porque una aplicación se queda «enganchada» en segundo plano, porque activamos el tethering… En fin: existen tantas variables, que no se puede utilizar una media estadística que agrupe a todos los usuarios sólo en base a las horas de pantalla.
Una misma persona no sacará nunca las mismas horas de pantalla
¿Cuántas veces ocurre que un día parece que no vaya a acabarse la batería y al otro muere antes de que podamos escribirle un epitafio? Cualquier sistema operativo, Android incluido, dispone de una serie de procesos gestionados por el sistema y también por el usuario. El rendimiento de dichos procesos puede variar debido a las circunstancias de uso y también de los recursos disponibles (si un móvil va sobrado de memoria RAM permitirá el funcionamiento de más apps que pueden no necesitarse), consumiendo más o menos batería según las circunstancias. Y no tiene por qué encenderse la pantalla.
Toca hablar en primera persona. Por ejemplo, suelo utilizar mi móvil para consultar redes sociales, mensajería y correo; aunque también para escribir (de hecho, he escrito capítulos de novela en el móvil). El consumo de leer el Timeline no es mismo que el de utilizar la pantalla para teclear (escribiendo se activa la aplicación, el teclado, el autocorrector…), pero sí que se activa la pantalla. E igual ocurre con un juego: cuando hago uso de títulos de gran rendimiento, mirar el contador de mAh es como asistir a la agonía de las últimas horas de un domingo.
Quizá parezca que dos apps consumen lo mismo por tener la pantalla encendida, pero la diferencia puede ser abismal
Las horas de pantalla son muy importantes porque dan a entender de manera aproximada el comportamiento dentro del terreno energético, pero no porque un móvil haya dado menor tiempo que otro significa que tenga peor autonomía: su uso, sencillamente, puede ser distinto.
Las horas de pantalla en las reviews de móviles: un dato poco fiable
En los análisis suelen darse cifras de autonomía en base a un uso más o menos estandarizado. Generalmente, navegación web y reproducción de vídeo (se puede realizar una estimación bastante aproximada si se restringe el uso a una función). Así resulta bastante sencillo calcular las horas de pantalla y compararlas con otros terminales, pero jamás serán las horas de activación que le darán a un usuario corriente.
Hacemos una gran cantidad de cosas con un smartphone o tablet, ya lo hemos visto, y el consumo de un día no tiene por qué ser igual al del siguiente. Pero suele ser habitual encontrarse con comentarios negativos cuando se observan menos de 4 horas de pantalla en un smartphone. ¿Por qué? No existe una escala que unifique todos los posibles usos en un smartphone. De hecho, puede que con cuatro horas de pantalla haya consultado Facebook un par de veces cada hora aguantando más de tres días entre cargas; o quizá arrancó el Asphalt 8 y no paró hasta que la batería murió al mismo tiempo que su improductividad. ¿Pueden compararse? La lógica dicta que no.
La próxima vez que alguien muestre sus estadísticas y veamos menos de 4 horas en la activación de la pantalla, hagámosle la pregunta: ¿el uso del dispositivo te satisface o se te queda corto cada día? Seguramente descubramos que esas cuatro horas dan para mucho más de lo que normalmente se necesita.