Las pantallas táctiles han sido uno de los principales protagonistas de la revolución del smartphone. En apenas unos años hemos pasado de usar unos arcaicos teclados que limitaban tremendamente nuestras posibilidades. De golpe todo el terminal se convirtió en un teclado que se ajustaba en cada momento a las necesidades de la aplicación. Como otras tantas cosas en el mundo de la tecnología, hubo un momento en que dos tipos de pantalla se batieron en un duelo del que sólo podía quedar uno. Ahora ya poco queda de las pantallas resistivas.
Apple montó una fina cuando mostró su primer iPhone, que heredaba a la interfaz táctil de su iPod Touch. Desde el momento en el que apareció los teclados pasaron a ser una especie de fósiles en vida. No eran los primeros dispositivos móviles táctiles, Windows Mobile ya era táctil. Y ahí estribaba la principal diferencia: unos usaban pantallas capacitivas y los otros resistivas.
Pantallas resistivas: menos brillo y menos intuitivas
Las pantallas resistivas eran las que dominaban el mercado hasta el momento. Estaban formadas por varias capas, dos de ellas separadas por un pequeño espacio. Al entrar en contacto producen un cambio en el campo eléctrico que detecta la presión. Eran más baratas y resistían mejor el agua y el polvo, pero las distintas capas reducían su brillo hasta un 25%, pero esa no fue lo que le hizo perder el tren de los smartphones.
Apple, y más tarde la gran mayoría de dispositivos Android, apostaron por las pantallas capacitivas, que permitía el uso con el dedo, el detectar las alteraciones que estos causan en una corriente eléctrica. De esta forma, los dispositivos reaccionaban con simplemente deslizar el dedo por la pantalla, ofreciendo una sensación de inmediatez y de fluidez muchísimo mayor que los terminales con una pantalla resistiva, además de hacer su uso aparentemente más intuitivo.
Además, las pantallas capacitivas permitían usar varios dedos, el multitouch, para realizar distintas acciones, como pellizcar la pantalla para hacer zoom, permitiendo mayores posibilidades a los usuarios. Samsung, HTC, LG, Palm Apple e incluso BlackBerry -famosa por sus teclados- apostaron por estas.
Nokia por su camino favorito: el equivocado
Nokia fue una de las empresas que apostó por las pantallas resistivas para terminales como el 5800 que montaban su sistema operativo Symbian. Esos terminales no ofrecían una respuesta igual que la competencia que había apostado por las capacitivas, y daba la sensación de que era un sistema lento y que respondía mal. El tener que presionar ligeramente la pantalla para que esta respondiera no ayudaba a que los usuarios se familiarizasen con el sistema.
Las pantallas resistivas tenían sus virtudes -pueden detectar el nivel de la presión– y en aquel momento había entornos en los que eran mejores que las capacitivas, pero no para un smartphone. La popularidad de los teléfonos ha hecho que las pantallas capacitivas mejorasen enormemente: ahora las tenemos resistentes al agua y con capacidad de detectar la presión, y perfectamente compatibles con stylus.
Al final sólo quedó una: las pantallas capacitivas.