Pase lo que pase, el día 15 de junio de 2017 habrá desaparecido para siempre el roaming en la Unión Europea. Lo que no nos habían dicho era que esta desaparición vendría acompañada de más letra pequeña que el contrato de apertura de una cuenta en el banco. Pese a que han quedado finalmente desmentidos los rumores que hablaban de la limitación de 30 días consecutivos en la itinerancia libre de cargos adicionales, está claro que algo no va bien.
El roaming va a desaparecer, pero es evidente que alguien está haciendo mucha, mucha presión para que esta desaparición no venga libre de limitaciones. La pregunta es, si esto fuera una película del Viejo Oeste, ¿quién sería quién en lo que ya se ha convertido en un despiadado tablero de juego del roaming? Hay tres piezas: el bueno, el feo y el malo. Damos por hecho que tú eres el bueno, así que pasa, conoce a tus otros dos adversarios en la mesa de juego.
El malo: las operadoras
¿De qué tiene miedo el malo?
Las operadoras tienen miedo de que, con la desaparición del roaming, contrates una tarifa más barata en un país extranjero para utilizarla sin límites en tu país de origen
El malo tiene miedo de que el bueno se convierta también en malo. La confianza es ahora mismo un bien que casi podría cotizar en Bolsa, y la operadora tiene miedo de que abuses de la libertad del roaming. ¿Y cómo podrías abusar de esa libertad? No sería tanto consumiendo enormes cantidades de datos en el extranjero, cosa por la que al fin y al cabo tendrías que acabar pasando por caja, sino que de lo que tiene miedo es de que te acabes buscando la vida para pagar menos por tu tarifa sin renunciar a la misma cantidad de datos en el bono (o incluso teniendo más por menos precio).
¿Y cómo sería eso posible? Sabrás, y si no lo sabías lo vas a descubrir ahora, que en Alemania el salario mínimo por ley es de 1.473 euros al mes, mientras que el de Polonia es de 409,53 euros al mes. ¿Quiere decir eso que en Polonia las cosas cuestan tres veces menos que en Alemania? Por cosas del capitalismo, un Samsung Galaxy S6 te cuesta menos en un MediaMarkt de Berlín (409 euros) que en un MediaMarkt perdido en Polonia (461 euros). Pero sí: en la Unión Europa existen importantes diferencias de precios entre país y país, especialmente en el sector servicios.
De lo que tienen miedo las operadoras (especialmente aquellas que operan en países ‘importadores’ de roaming, es decir, países que reciben un mayor flujo de turistas del resto de la UE) es de que te pases de listo contratando una tarifa en un país de menor renta per cápita para utilizarla a bordo de tu BMW mientras conduces por las carreteras bávaras. Técnicamente, eso sería perfectamente posible si desaparece el roaming, pero… ¿tendría sentido para ti? Echa un vistazo a este gráfico.
Sí, técnicamente es más barato contratar una tarifa de datos en Polonia, y si desaparece el roaming podrías utilizarla sin costes adicionales en España a un precio inferior al que te costaría aquí
La protagonista del gráfico es Orange, y lo que estás viendo es información extraída directamente desde su página en España y su página en Polonia, respectivamente. La gráfica se centra en las tarifas para móviles que Orange ofrece para altas nuevas en ambos países, y las diferencias de precio -pese a la letra pequeña que cabe aclarar- saltan a la vista. Efectivamente, en Polonia las tarifas móviles de Orange son notablemente más baratas que en España. En la gráfica, además, no hemos tenido en cuenta las promociones puntuales que ofrece la compañía en ambos países.
La letra pequeña que esconde esta diferencia de precio no es especialmente significativa, pero implica algunos detalles dignos de mención. Por ejemplo, en las tres tarifas más baratas de Orange Polonia (1, 2 y 5 GB) solamente se incluye 4G sin límites durante los tres primeros meses (después, cada paquete de 1 GB consumido por 4G se tarifica por algo más de tres euros). Pero sí, grosso modo técnicamente sí existen motivos para que las operadoras teman la inminente desparición del roaming. Al menos la desaparición sin límites, que es lo que hace temblar sus cuentas en Excel.
El feo: la Comisión Europea
¿Qué quiere el feo?
La Comisión Europea será la encargada de decidir qué límites tendrá para los usuarios la eliminación del roaming
El feo lo que no quiere es quedar mal ante el que le da de comer. El malo lleva tiempo dando codazos al feo, y en voz baja le está chivando lo que él considera imprescindible para llevar con seguridad la desaparición del roaming. De vez en cuando hacen como que escuchan al pueblo llano, pero probablemente el feo lleva teniendo preparada la resolución final desde hace mucho tiempo.
Digamos que el feo es el encargado de firmar el que será el veredicto final sobre los límites de la desaparición del roaming. De momento, el pueblo llano se le ha echado al cuello tras haberse sabido que tenían pensado establecer un límite de 30 días seguidos (o 90 días al año) para el uso de una tarifa en el extranjero sin costes adicionales; superado ese límite, a pasar por caja según los deseos de la operadora. Por suerte, el feo se ha echado hacia atrás con este borrador.
Está previsto que en las próximas semanas aparezca un nuevo borrador sobre las limitaciones de la eliminación del roaming, y solamente hay dos opciones posibles (la de que no haya limitaciones está descartada desde el primer momento): que relajen la tensión de la cuerda, con unos límites más razonables (en lugar de los 30 días consecutivos, quizás dejarlo en 45, o en 70), o que aprieten todavía más, cosa que no hay que descartar.
Al bueno no le queda otra que aguardar impotente a su destino
En toda esta película del Oeste, poco puede hacer el bueno más allá de esperar pacientemente al acuerdo entre el feo y el malo que traerá la paz a todo el mundo. Esta vez parece que los mensajes de descontento de los usuarios han servido para que la Comisión Europea eche el freno en las limitaciones de la desaparición del roaming, pero yo, como director y conocedor del final de toda esta película de vaqueros en forma de texto, os puedo garantizar que el bueno no se va a librar de la soga. El no-roaming tendrá límites, y que nadie se sorprenda si deciden apretar todavía más la soga.