El buzón de voz se ha convertido en una herramienta imprescindible para muchos: hace posible recibir mensajes cuando no estamos al otro lado del teléfono, y contestar cuando tengamos un rato libre. Aunque no sea tan popular entre los jóvenes o las personas que no dependen del teléfono para trabajar, es una herramienta esencial para gente de negocios, empresarios y negocios.
En pleno 2016 es nuestra operadora quien nos ofrece el servicio, se suele activar y desactivar con un simple SMS o ajuste, pero antes no era tan sencillo. Antes de la aparición de los teléfonos móviles, el contestador automático era un dispositivo junto al teléfono que grababa gracias a cassettes u otros medios. Ya no es tan común encontrar estos contestadores en las casas, la operadora ha terminado absorbiendo este servicio por comodidad, ¿pero cuándo empezaron a existir los contestadores automáticos?
El contestador automático: fruto de décadas de trabajo
Para saber cuándo se creó el contestador automático tenemos que remontarnos a la creación del fonoautógrafo, el primer invento capaz de grabar el sonido. Hicieron falta unos cuantos pasos hasta llegar hasta el contestador automático tal y como lo conocemos, fueron necesarias varias invenciones en el terreno de la grabación de sonido para hacerlo posible. Y el magnetófono de alambre fue uno de los primeros pasos dentro del contestador automático, como comentan en Hullomail.
En 1898, Valdemar Poulsen creó una técnica con la que grabar conversaciones telefónicas con un dispositivo llamado magnetófono de alambre. Se trataba de un aparato muy rudimentario que capturaba las señales eléctricas a través de un cable, pudiendo reproducirlas después. Fritz Pfleumer usó estos mismos principios pero los aplicó a la cinta magnética. El ingeniero permitió después a AEG, el gigante electrónico alemán, crear la primera grabadora que funcionaba con cintas magnéticas.
Del contestador automático al buzón de voz
Antes de llegar al buzón de voz, debemos pasar por el contestador automático, algo que se veía en las casas y oficinas y que registraba las llamadas que no respondía nadie. El primero lo lanzó Edison en 1914: se llamaba Telescribe y no tuvo éxito por su falta de automatización. El primero que triunfó medianamente en EEUU fue el Dictaphone, un dispositivo que salió en 1926 y que se ganó el descontento de AT&T (la operadora estadounidense de aquel entonces), dado que no estaban muy dispuestos a permitir que sus clientes particulares los usasen. Ambos escribían en un cilindro, e incluso Edison trató de responder con Telediphone en los años 30, pero siguió sin triunfar.
En 1936 fue cuando se dio el salto a las cintas magnéticas de la mano del Ipsophon, un cacharro suizo que venía con su propio altavoz para llamar y escuchar las grabaciones. En los años 40 se actualizó para permitir acceso remoto al Ipsophone a través de la red telefónica, siendo la primera máquina que permite el acceso remoto a los mensajes: los dueños tenían que usar un silbato que unos filtros electrónicos reconocían, dando acceso a esos mensajes almacenados. La BBC inglesa llegó a comprar varios Ipsophone, que eran del tamaño de una lavadora actual.
Sin embargo, la FCC, agencia que regula las telecomunicaciones en EEUU, obligó a AT&T en 1949 a permitir los contestadores automáticos en sus líneas para particulares. A lo largo de los años 50 un montón de fabricantes empezaron a sacar sus contestadores, incluso AT&T se decidió a lanzar su propio contestador automático. Pero para encontrar el primer contestador automático «moderno» tenemos que avanzar hasta 1978, fecha en la que Robin Elkins patenta su sistema de almacenamiento y distribución de sonido.
El invento de Elkins consistía en convertir sonido analógico en digital, que pudiera ser utilizado en ordenadores. Elkins lo inventó con la intención de grabar música mejor, pero su sistema sirve como base para los contestadores actuales. Y el contestador actual lo inventó Gordon Matthews en 1979, ante la frustración de que dos personas no parasen de no contestar sus llamadas. Tuvo tanto éxito que sus primeros clientes fueron Intel, 3M, American Express, Kodak, Shell y Corning Glass.
Multitud de fabricantes fueron sacando sus contestadores automáticos, en muchos casos funcionando gracias a las clásicas cintas de cassette, e incluso se siguen haciendo a día de hoy para acoplarlos a líneas fijas. La expansión de los teléfonos móviles y la disponibilidad inmediata ha hecho que caigan en un cierto desuso, pero se han renovado para los móviles en forma de buzón de voz, el cual funciona igual.
El futuro del buzón de voz, protagonizado por los smartphones
Estos buzones de voz han avanzado una barbaridad con la ayuda de los smartphones, los cuales han aparecido hace cuatro días en comparación. Ahora tenemos la posibilidad de dejar mensajes de vídeo cuando alguien no nos coge el teléfono, tener una transcripción del mensaje nada más un contacto nos lo deje en el buzón de voz, e incluso contestar a las llamadas del fijo desde el móvil.
Y no sabemos a ciencia cierta lo que nos deparará el futuro, pero podemos soñar gratis: con el almacenamiento siendo cada vez más barato, podríamos guardar todos los mensajes de nuestro buzón de voz para siempre, o la realidad virtual nos podría abrir la puerta a dejar un mensaje completamente personalizado, como si estuviésemos allí. ¿Por dónde pensáis que irán los tiros con los buzones de voz y los contestadores automáticos?