La creciente relación de los humanos con las máquinas implicará, de forma progresiva, una evolución del lenguaje que hará que nos comuniquemos mejor entre ambas partes.
Muchos animales que se comunican por gestos, sonidos básicos como gruñidos o bufidos e incluso por el olor, pero el ser humano es capaz de ir más allá. Una de las mayores diferencias entre nosotros y el resto de seres vivos, sobre todo los animales, es la capacidad de comunicarnos mediante un lenguaje basado en símbolos. Para ello se necesita una mente capaz de manejar conceptos abstractos.
Este tipo de lenguaje lleva con nosotros unas cuantas decenas de miles de años, o al menos eso nos indican las pinturas en cuevas prehistóricas como las de Altamira. Pero durante todo ese tiempo el lenguaje ha cambiado, en muchos sentidos.
El lenguaje evoluciona
Si hay algo que podemos comprobar incluso dentro de una misma generación es cómo el lenguaje cambia, en varios niveles.
A lo largo de cientos de años el latín, por ejemplo, ha ido mutando de diversas formas hacia otros lenguajes, como el francés o el italiano, pero incluso dentro de esos lenguajes vemos evolución en pocos años.
Si vemos los textos de Cervantes de hace cuatrocientos años veremos cómo pese a ser el español el idioma usado, las estructuras y las palabras distan de las que se usan actualmente.
La evolución del lenguaje es imparable
A otro nivel vemos cómo los padres suelen escandalizarse del uso del lenguaje que hacen sus hijos, por lo que ellos consideran una perversión del mismo y los jóvenes un mero cambio, por estilo, por usabilidad, por moda. Cuando estos últimos son los que tienen hijos, el proceso se repite.
Intentar evitar que un idioma cambie es imposible, ni siquiera instituciones como la RAE española logran siquiera encauzar semejante tsunami.
El lenguaje universal
Sin embargo, una vez que sabemos que el lenguaje puede cambiar y que no podemos pararlo quizás nos interese guiar ese cambio hacia algo que sea de interés para todos, hacia un lenguaje universal.
En 1887 Zamenhof creó una de las pocas lenguas artificiales que se habían creado hasta el momento, el esperanto, una suerte de intento de lenguaje universal que pudiera reunir las principales características de los idiomas más hablados, al menos en occidente en el s XIX.
Este intento fue un fracaso pero durante la segunda mitad del siglo XX el inglés, por medio de la mediática influencia de los Estados Unidos se ha convertido en una lengua casi universal.
Las máquinas afectan
Volviendo a una escala algo más manejable, recientemente hemos visto un cambio en el lenguaje mucho más rápido y, en su momento necesario.
El lenguaje SMS nació en España para dar cabida a una necesidad, la de acortar mucho los textos para que cupieran en esos 167 caracteres que nos permitían enviar las compañías telefónicas en un mensaje de texto. Es importante ver cómo en otros países no se ha dado, o al menos no con tanta fuerza, dado que esa restricción no existía.
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Sin embargo, una vez ese lenguaje se hizo común, se ha seguido usando pese a no ser necesario. Ni los correos electrónicos ni las aplicaciones de mensajería tienen limitaciones en ese sentido pero seguimos escribiendo como si nos cobraran más por escribir más.
Las máquinas tienen su propio lenguaje
Si decimos que las máquinas tienen su propio lenguaje y que hablan entre ellas podríamos sonar paranoicos pero es más aburrido de lo que parece. El código binario no es más que una forma de comunicación que se da entre máquinas y que los humanos, salvo casos muy puntuales, no entendemos.
Recientemente Google ha anunciado que la herramienta que usa para traducir textos entre diferentes idiomas, ha sido capaz de traducir entre dos idiomas para los que no se le ha dado una equivalencia. Esto es, si sabe traducir del español al francés y del español al italiano, podrá hacerlo del francés al italiano. Lo importante es que lo haría sin recurrir al español gracias a la inteligencia artificial.
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Puede parecer una obviedad pero para que eso sea posible la máquina ha de tener comprensión del concepto que está traduciendo, tiene que saber que es un símbolo, y a qué corresponde ese símbolo. Algo que caracteriza a los humanos.
No vamos a especular con si la IA de Google ha creado su propio lenguaje o no pero sí es importante ver si esa forma de comunicación es más o menos eficaz que la nuestra.
Un lenguaje mixto
La mención a la eficacia no es una cuestión baladí ya que es el argumento de cambio de cualquier lenguaje en cualquier momento. La economía del lenguaje es una casi una ley que rige cualquier comportamiento a la hora de evolucionar la forma en la que nos comunicamos.
La economía del lenguaje es una casi una ley
En un momento en el que las máquinas tienen su propio idioma y en el que nosotros cambiamos los nuestros a una velocidad de vértigo no es absurdo pensar que puede que en un futuro ambas líneas converjan.
Crear un lenguaje que nos permita comunicarnos entre nosotros pero a la vez que nos permita comunicarnos de manera mucho más eficaz con las cada vez más máquinas que hay en nuestro día a día podría suponer un gran cambio no sólo en las relaciones humanas, sino también en lo que a la propia comunicación se refiere.
Los emoticonos y los memes
Este lenguaje mixto, basado en la eficacia, sería algo más parecido a órdenes básicas que a estructuras complejas de comunicación. El inglés es un idioma mucho más sencillo que el francés, por ejemplo, y eso hace que su aprendizaje y uso sea más rápido y mayor.
El meme, no como broma sino concepto de elemento mínimo de transmisión cultural, podría ser la base de este nuevo lenguaje. Al contrario que las letras los memes tienen significado en sí mismos.
Un nuevo lenguaje para un nuevo paradigma de relación con las máquinas podría ser el punto de inflexión en la forma en la que no sólo nos entendemos entre nosotros, sino en la que evoluciona el mundo. Siempre que las máquinas nos comprendan…