Lo confieso: instalo más aplicaciones de las que debería. No puedo evitarlo: es ver una app nueva y pulsar instantáneamente sobre el botón de instalar.
Hay una app para todo, dicen. De hecho, hay aplicaciones que ayudan a instalar más aplicaciones. También en el sentido contrario, claro. Existe tal volumen de apps que sólo en diciembre de 2016 se publicaron en la Google Play Store más de 60.000 nuevas aplicaciones. Muchas, quizá demasiadas. Y claro, habrá que probar una parte.
Confieso que soy uno de esos «appaholics», que a todo hay que ponerle su nombre en inglés. Suena cool, pero quizá no lo sea tanto. Aunque no quiero empezar por ahí, que esto es una experiencia personal.
Instalo demasiadas aplicaciones. ¿Es grave?
Tengo excusa: he de probar el mayor número posible de apps para así decidir cuáles valen para la página y cuáles no. Aunque confieso que, de no ser ése mi trabajo, haría exactamente lo mismo. Padezco el síndrome de Diógenes digital, ése que te incita a acumular la mayor cantidad posible de bienes inmateriales.
Lo confieso: sufro el síndrome de Diógenes digital
Me encantan las aplicaciones. Disfruto adentrándome en entornos y nuevos y apreciando la labor de los desarrolladores por agradar, y ayudar, a personas como yo. Los smartphones nos trajeron la democratización de las aplicaciones y de los juegos, democratizando a su vez el precio. ¿Cómo no voy a descargar todas las aplicaciones del mundo si la mayoría no me cuesta un céntimo? Ojo, me ciño a la legalidad; aunque también he sido malo.
Con tantas apps a mi alcance, y teniendo en cuenta que debo encontrar las novedades más suculentas, termino por llenar la memoria interna de mis móviles con todo tipo de software. Aplicaciones para gestionar funciones del smartphone, nuevos clientes de Twitter, clones del Candy Crush… Y todas mis aplicaciones preferidas, que me tiro varias horas reinstalando cada vez que me toca analizar móvil nuevo.
¿Sabes cuál es una de mis aplicaciones más utilizadas? Un desinstalador de apps. Cuando compruebo que hace varios días que no hago limpieza, arranco App Manager y elimino las que no volveré a utilizar. Salen unas cuantas de cada limpieza.
Un problema grave para los desarrolladores
Mi confesión puede resultar más o menos curiosa, pero es un problema para aquellos que se dedican al desarrollo. ¿Cómo conseguir que sus productos se instalen y, sobre todo, se mantengan en el móvil el suficiente tiempo como para resultar rentables? Una tarea complicada.
De media, cada nueva app no permanece más de 48 horas en el móvil de quien la descarga. Esto es muy poco tiempo para alguien que lleva meses peleándose con el código. Y, dado que la mayor parte de descargas son gratuitas, suele reportar un beneficio más bien pequeño. Se puede conseguir el éxito con una aplicación, pero lo complicado es mantenerlo.
Probar todas las aplicaciones que saltan a nuestro paso no es un problema siempre y cuando tengamos precaución sobre lo que descargamos. Hay que vigilar los permisos, no instalar Apks con riesgo, hemos de controlar las compras in app, especialmente cuando dejamos el móvil a los niños… Y tener cuidado de que todas esas apps no terminen colapsando la memoria. Más allá de aquí no hay ningún problema. Ni siquiera si eres tan enfermizo como yo.
¿Cuántas aplicaciones y juego habré probado en mi vida? Ni idea, mi lista de la Google Play Store es casi infinita. Apps de pago, gratuitas, juegos mil… Eso sí, no suelo utilizar las compras in app, prefiero que me cobren por todo lo que me van a ofrecer. Lo confieso, instalo apps por encima de mis posibilidades. Y no me arrepiento.