Las novedades en el campo de la telefonía móvil se dan muy a menudo. Otra cuestión es si esas novedades son lo suficientemente importantes como para llegar a ser relevantes en un futuro.
Todos hemos visto intentos de llamar la atención con trucos visuales o de marketing pero también hemos visto tecnologías como las pantallas táctiles cambiar la forma que teníamos de relacionarnos con los teléfonos.
La inteligencia artificial no ha sido la novedad de este año, eso se lo dejamos a las cámaras dobles o a los diseños sin marcos, pero sin duda será lo que marque la senda de los mayores fabricantes en 2018. Huawei es la primera que ha dado un paso adelante con la presentación del Kirin 970 con NPU y Samsung parece que también trabaja en sus propios procesadores inteligentes.
De afianzarse esta tendencia podríamos ver cómo los móviles de los próximos años se comportan de manera muy diferente a los actuales, y cambiarían de paso la forma que tendríamos de usarlos. O mejor dicho, les enseñaríamos a ser de otra manera.
La batería, el talón de Aquiles de los smartphones
Si hay un aspecto que hemos sacrificado en el paso de los dumbphones a los smartphones, en el camino de dotar de inteligencia (o una suerte de la misma) a los móviles, es el de la autonomía.
En la época de los Nokia 3210 o de los Motorola Startac que un móvil pudiera aguantar con una carga casi una semana no era algo descabellado. Obviamente esto era porque se usaban mucho menos y porque sus necesidades energéticas no tenían nada que ver con lo que ahora se requiere de ellos.
Pese a eso sería un gran paso ver cómo esta característica mejora de forma sustancial, y si no podemos hacerlo modificando la tecnología de las baterías o implementando más mAh quizás sí que podamos hacerlo cambiando al forma en la que los móviles gastan esa energía.
Que la IA tome el control del gasto energético
No tengo pocas esperanzas en la inteligencia artificial en los móviles. Quizás incluso llegue a pecar de optimista pero realmente creo que esto puede ser realmente un «game changing» como dicen los anglosajones, algo que realmente suponga un cambio notorio.
Y el primer apartado en el que creo que deberían centrarse las marcas es en el de la gestión de la batería, desde el proceso de carga hasta el del uso de la misma una vez almacenada en el móvil.
Carga rápida inteligente
En los últimos años las empresas se han esforzado en mejorar mucho la carga rápida de los móviles. Compañías como OnePlus o Meizu han demostrado que era un campo con margen de mejora. Ahora creo que es tiempo de ir un paso más allá.
Una inteligencia artificial sería capaz de saber, estudiando patrones de uso personal de cada usuario, cuando se suele cargar un terminal. Esto es clave para poder activar o no la carga rápida, de forma que el desgaste de la batería producido por esta tecnología se minimice.
¿Qué sentido tiene que mi móvil cargue en 1 hora usando la carga rápida si normalmente lo cargo por las noches cuando duermo? En este escenario una IA podría determinar que si es un día laborable y hemos enchufado el móvil al cargador a las 23:45 no es necesario activar la carga rápida.
Por contra, si el móvil detecta un cargador un sábado a las 19:10 sí debería activar este aumento de velocidad en el paso de la electricidad dado que lo probable es que queramos salir por la noche con la batería llena.
Todas esas variables podrían mejorar la vida útil de la batería sin minar la comodidad de uso, algo clave en un smartphone.
Potencia bajo demanda
Pero la forma en la que se carga el móvil no es la parte más preocupante. Es la velocidad a la que se gasta la batería el apartado clave. Para gestionar el consumo la inteligencia artificial podría llevar a cabo varias tareas.
Todos somos conscientes de que cada usuario usa el terminal de una forma concreta y eso se plasma en los análisis. Hay redactores a los que un móvil les da 4 horas de pantalla y a otros a los que les da 6. El uso es clave. Y es por eso que la inteligencia artificial debería gestionar la energía para dar la mejor experiencia posible.
La inteligencia artificial debería decidir cómo gastar la energía
Pongamos como ejemplo un usuario tipo que trabaja fuera de su casa de lunes a viernes, que llega a las 23:00 de la noche con un 35% de batería y que carga a diario su terminal. La inteligencia artificial podría aumentar la frecuencia de procesador para que el móvil fuera más rápido durante todo el día, subir algo el brillo de la pantalla y calcular el gasto para que cuando se enchufara por las noches el móvil tuviera un 5% de batería.
En otro hipotético caso en el que una persona trabajara en casa y terminara la jornada con un 45% de batería quizás la inteligencia artificial podría controlar los procesos para que el móvil necesitara recargarse una vez cada dos días, no todas las noches.
Un ejemplo radicalmente diferente es el del uso de determinadas apps. Si somos usuarios intensivos de Instagram y Twitter y no tanto de otras aplicaciones la inteligencia artificial debería saber que debe mantener en memoria esas dándole prioridad aunque gasten más energía, siempre controlando que no apareciera el mensaje que nos invita a conectar el cargador.
Múltiples parámetros que varían
Los móviles cada vez tienen más opciones y muchas de ellas nos permiten controlar el gasto energético. Si una IA pudiera cambiar la resolución de una pantalla, modificar el brillo, activar el modo noche y en general tomar decisiones por sí misma para mejorar la gestión de la batería al final tendríamos un verdadero teléfono inteligente.
Por supuesto la localización, el uso de sensores y muchos más parámetros harían que la eficacia (de eso va todo) fuera mucho mayor que ahora.
Y todo esto es lo relacionado con la carga de nuestro smartphone, uno sólo de los aspectos. Imaginad cómo afectará al resto.