Normalmente, una de las formas que tenemos de ver como evolucionará la tecnología es gracias a las patentes que las grandes compañías registra. A lo largo de los años se ha generado una vertiente de confusión sobre dichas patentes, y en muchas ocasiones los medios tenemos la culpa en parte.
Samsung va a lanzar un impresionante móvil plegable
Oye, podría ser un perfecto titular para una noticia. Evidentemente esto quizás sería mucha ficción, aunque afortunadamente basada en una realidad.
En las últimas horas han aparecido por la red imágenes sobre unas patentes de Samsung en las que aparece un móvil con pantalla flexible, el cual es completamente plano, y podemos doblar como si se tratara de una servilleta.
¿Entonces van a fabricar un móvil tan increíble?
Pues lo cierto es que a día de hoy, es difícil de determinar. Sabemos que Samsung lleva años invirtiendo en pantallas capaces de doblarse, y de hecho alguna vez han mostrado algunos modelos de forma pública. Es más, desde el primer Galaxy Note Edge, sus pantallas comerciales ya tienen cierto rango de flexibilidad.
Un error común que muchas personas dan por hecho es que en el momento que aparece una patente, eso significa que la compañía ya tiene preparado un producto así y que no lo lanzan al mercado por «inserte aquí su conspiración comercial favorita», por otro lado, también están los que piensan que el lanzamiento del producto será inminente.
Ninguna de las dos teorías suele ser correcta, y lejos de los que muchos puedan pensar, las compañías tecnológicas no son cajas negras en las que entra dinero y salen teléfonos móviles. Hay numerosos departamentos. Hoy destacaremos uno que es vital.
Las patentes, una forma de proteger inversiones multimillonarias
A más de uno le sonarán las siglas de I+D+i, comúnmente acortadas en I+D. Estas siglas se corresponden a los términos de Investigación, Desarrollo e innovación, y es algo en lo que cualquier compañía que busque tener proyección a largo plazo debería apostar.
Dentro de estos laboratorios es donde se fraguan los primeros bocetos de los productos del futuro. Se investiga sobre nuevas tecnologías, sobre cómo aplicar estas tecnologías y de darles un sentido práctico. Y después de todo esto, vienen las patentes.
Una patente no es más que el reconocimiento de que una persona o empresa ha creado un nuevo producto o tecnología, otorgándole el derecho de uso propio. En caso de que alguien utilice esa tecnología que tú has creado, tienes el derecho legal a exigir una compensación.
La base de este sistema reside en que crear una idea de la nada es costoso. Tanto el equipamiento y las personas que trabajan en estos laboratorios suponen un coste enorme. Existe un dicho que dice que «desde la grada, todos somos goleadores», y resume perfectamente la realidad de nuestra sociedad.
Desde nuestro punto de vista, cualquier cosa que nos cuenten es «facil y trivial», pero normalmente se nos olvida que tan obvio no sería si hasta ese momento no se nos había ocurrido a nosotros. Pues eso mismo ocurre en el mercado, y es que una vez un fabricante lanza un nuevo producto, es poco el tiempo que pasa hasta que le salen copias baratas. En este caso decimos baratas, porque a la empresa que ha copiado no le ha costado ni una décima parte.
No es el sistema idóneo, eso está claro
Otra de las caras de la moneda del sistema de patentes también aparece con frecuencia en los titulares. El ejemplo más claro son las disputas entre Apple y Samsung por la presunta copia de los surcoreanos al iPhone 4 con el Galaxy S.
Esa larga batalla legal nos muestra que no todas las patentes tienen el mismo desarrollo detrás, y que quizás algunas ni siquiera deberían ser aceptadas. También hay temas turbios relacionados con los conocidos Trolls de las patentes.
Desde luego, es un sistema que quizás necesite una seria revisión, pero que sin embargo al final tiene un claro propósito, proteger inventos que sin un sistema que los amparase no llegarían a ser pensados siquiera. Total, si cualquiera te lo puede robar.