Soy una persona que tiene las redes sociales justas para su trabajo. Sorprendentemente, tuve que salir de ellas corriendo debido a muchos factores.
Entre ellos, la psicosis de la comunidad en muchos aspectos delicados. Nuestra sociedad no ha evolucionado en algunos apartados, y hablar de algo con ciertas opiniones puede ser motivo de linchamiento público. Por ello salí de estas redes sociales que más que aportarme me quitaron las ganas de tenerlas.
Hoy os contaré mi experiencia en un post muy personal, pero no para abrir heridas o hablar mal de otras redes. Lo haré para que tengáis especial cuidado cuando vayais a recorrer las redes sociales y así evitar que paseis por un mal momento que no deseo a nadie.
Mi primera parada: Twitter
Mi primera estancia fue en Twitter, la red social que más se adapta a mí. Soy una persona a la que le encanta dar su opinión y hablar de los temas que me interesan, y el formato de los tweets me parece ideal para poder dar una idea contenida en un espacio reducido.
El problema radica en que esta red ha ido cobrando importancia para multitud de cosas en los últimos años, especialmente las causas sociales. La comunidad suele tomarse un tweet de manera muy literal como si reflejara el ideario exacto del que lo escribe, algo absurdo dado que es difícil comprimir un pensamiento en un espacio tan pequeño (hablo de los 140 caracteres).
En 140 caracteres un pensamiento no puede extenderse y es fácil que se saque de contexto
Y aunque no voy a revelar mi posición política o ideológica ya que no viene al caso, sí que diré que Twitter era mi plataforma para explayarme. Para soltar todo aquello que no sueltas en el trabajo, con tus conocidos y puntualmente con tus amigos. Sólo daré la pista de que mi posicionamiento tira mucho a la izquierda.
Pero incluso en mi posicionamiento ideológico tengo pensamientos detractores con mis compañeros, y soy de los que piensan que las opiniones distintas enriquecen y hacen que los otros puedan aprender lecciones valiosas e importantes. En Twitter esto no es así, y por lo menos en estos últimos tiempos, se ha instaurado el ideal de que o estás conmigo o estás contra mí.
Unos tweets que escribí atrayeron a una marabunta de gente que en vez de debatir, se dedicaron a insultarme flagrantemente. Y no sólo a insultarme; me vejaron, humillaron, discriminaron e incluso hubo un par de casos de personas que mandaron a sus seguidores a por mí y a que buscaran mis datos personales.
Fue un caos. Obviamente eso me hirió, ya que aunque sabía que podía venir gente fuera de mi círculo a molestarme, no me esperaba un ataque tan bestial hacia mi persona. Visto que el debate era imposible y que la decepción creció, desistí y cerré mi cuenta.
Y Facebook no fue mejor para nada
Facebook es una red social mucho más personal que Twitter. Mientras que ahí tienes seguidores anónimos, en Facebook tienes una lista de amigos. Tras recuperarme del mazazo que supuso Twitter, me trasladé a ella ya que la baza que necesito en una red social es poder expresarme libremente, y consideré que el círculo de mis amigos era perfecto para ello.
Pero como he dicho, Facebook al ser más personal, las relaciones con mis amigos también se involucraron. Amigos y conocidos de mis amigos no tardaron en querer interesarse por mi perfil, y debido a algunos problemas personales que he tenido en mi zona, muchos de mis enemigos encontraron en Facebook la manera de hacerme la vida imposible.
Muchos estaréis pensando que exagero y que basta con bloquear a quien no debo y ya está. Sí, tenéis razon, y es lo que hice en su momento. El problema es que no conté con lo intrusiva que es Facebook en tu vida privada.
Muchos de estos usuarios usaron trapos sucios de hace muchos años para fastidiar mis relaciones sentimentales y poner a todos en contra mía. A falta de que alguien piense que soy la típica persona que piensa que todos están contra él, reconoceré que algunos de esos linchamientos me los merecí, ya que sé asumir mis errores. La otra gran mayoría no.
Increíblemente, la puerta a Facebook sirvió para que algunas personas me hicieran bullying cibernético
Además, he de reconocer que no me gustó Facebook. Por mucho que sea una red personal, me supo más bien como si estuvieras andando por una calle enorme llena de gente pero todos ignorándose mutuamente. Fue una decepción doble que no quise repetir.
Redes sociales que se usan indebidamente
Tras esto intenté probar otras redes, y aunque no recibí acoso en ellas, sí que noté que sus comunidades eran muy restrictivas o muy tóxicas según para qué personas. No diré más nombres, pero vi en ellas cómo la hipocresía de la gente no hacía ningún favor al alma de la red en cuestión.
Salí mal parado de aquellas experiencias, ya que aunque no lo creáis las comunidades por internet pueden hacer mucho daño. Que docenas de personas desconocidas te insulten de las formas más aberrantes posibles no sólo decepciona, sino que te hace sentir muy mal y no quieres saber nada más de esos sitios.
Además, esto es especialmente decepcionante ya que el ver que una comunidad de usuarios es tan tóxica y tan nociva no sienta especialmente bien. Por ello, la decisión de quitarme las redes ha sido dura ya que estoy en un mundo de comunicaciones (y mi trabajo depende mucho de ellas).
Concibo las redes sociales como un espacio de libertad en el que poder decir lo que quieras y si alguien está en desacuerdo contigo, debatir desde el respeto y la coherencia. Se me olvidó que esto es Internet, y que no todo sale como en mis pensamientos. Desgraciadamente.
El objetivo de este relato es que si eres un usuario de una red social no hagas uso de estas tácticas. Cuando alguien te debata, habla con él y enriqueceos. Si una persona te insulta, bloquéale y no le hagas caso. Pero jamás de los jamases debes entrar en su juego.
El problema de vivir en un mundo tan comunicado es que a veces perdemos la verdadera sensación de hablar con personas más que con máquinas. Olvidamos el factor humano, y es triste ver como unas redes que podrían ser usadas para muchos buenos fines están abocadas a ser un festival de insultos y gritos varios.
Acabo este artículo diciendo que volveré a las redes algún día. Pero que no por ello tendré que quedarme si su gente vuelve a hacerme lo que me hizo; no necesito estar conectado las 24 horas, ya que es en esta era cuando es más importante el poder desconectar y escuchar un momento en vez de gritar. Si pasas por lo mismo, ya tienes la solución. ¿Qué harás?