No os voy a mentir: hasta hace escasas horas, este artículo iba a hablar de cómo los gestos de Android no han conseguido que me olvide de la barra de navegación de toda la vida. Sí, iba con la intención de deciros que prefiero mil veces más los botones antes que andar deslizando por la pantalla. Y… me he de comer mis palabras.
Aunque sigo prefiriendo la barra de botones frente a los gestos, estos han despertado una comodidad en mi uso diario que no esperaba encontrar. Pensaba ir en contra de estos en este artículo, pero no: os contaré el momento en el que me enamoré de los gestos en un pis pas.
El momento en el que los gestos se quisieron quedar
Hace unos días que abandoné a mi queridísimo Sony Xperia XZ1 en pos de probar MIUI y sus bondades gracias al Xiaomi Mi MIX de primera generación, el mismo que usó nuestro compañero Iván para ilustrar sus venturas y desventuras con los gestos. Ahora ha pasado a mis manos, para traeros más impresiones acerca de mi entrada en nuevos territorios en Android.
La cuestión es que era muy reticente a los gestos. Fue probarlos un rato al poco de iniciar y configurar el Mi MIX y quitarlos, me sentía muchísimo más cómodo con mis botones de toda la vida. Y desde hace 2 o 3 días, me decidí a ser fiel a este artículo y ponerme los gestos hasta ahora, con la idea de que no iban a mantenerse cuando acabara estas líneas.
Y fue justo ayer cuando me acordé de que debía escribir este artículo. Fui a los ajustes (estoy con MIUI 10, sistema del cuál os hablaré más adelante), puse la navbar de siempre… y me sentí tan poco cómodo que a los 10 minutos volví a los gestos.
Me quedé anonadado. Empecé a usar el móvil con los gestos de nuevo y sentía que debía quedármelos. Por inercia, me vi usando los gestos sin que me importasen excesivamente sus inconvenientes (porque los tiene, VAYA si los tiene). En cambio, usando los botones volvía a sentir un tacto tosco en la interfaz, como todo estuviera siendo forzado.
Me he hecho tanto a los gestos de la interfaz que el simple movimiento de pulsar en el botón de la navbar para hacer algo me sabe como un movimiento anti natural. Sí, sé que no tiene demasiado sentido, pero creo que todo esto se resume en un concepto: la fluidez o sensación de fluidez. Que no intuitividad, eso es otra cuestión.
La fluidez como norma en los gestos
Vamos a dejar claro que esto es un efecto placebo conseguido mediante animaciones. Es decir, esto es una sensación y no una tangente, por lo cuál, esto está sujeto a duda entre los usuarios. He hablado con gente que para ellos los gestos son algo anti natural, y que no consiguen hacerse al movimiento de estar deslizando por la pantalla. A mí me pasa justo al contrario.
Con los botones, como digo, pasamos de una pantalla a otra de forma instantánea. Si de algo se caracteriza MIUI es de sus transiciones y animaciones, siendo suaves y fluidas. Si deslizas de abajo a arriba de la pantalla, vuelves a la pantalla de inicio, y la transición se hace de tal forma que parece como si literalmente guardaras la app para usarla luego.
En el caso de los recientes tengo algo más de queja, pero de igual manera, siento que cuando alzo la app para ir a recientes, la dejo en una especie de «tendero», con el que podré interactuar para dejar estas aplicaciones anteriores. Es decir, estos movimientos se asocian a pensamientos y comportamientos naturales con los que te familiarizas enseguida.
Digamos que a diferencia de los botones, cada gesto configura tu mente
Puede parecer una chorrada (y lo es), pero el cómo estos gestos han configurado mi mente para que me salgan de forma instintiva superando a la navbar, es sencillamente increíble. Porque la transición ha sido simplemente unos momentos de duda para pasar a unos movimientos casi reflejos que han conseguido que usar mi móvil se sienta de forma mucho más fluida.
¿Son por ello los gestos mejores que la navbar? No
Antes de determinar si los gestos son mejores que la navbar, delimitemos para qué sirven los gestos. Estos gestos se popularizaron con el iPhone, ya que al carecer de botones físicos era su medio de navegación. Hablamos de un terminal cuyo único marco es el notch.
Y podríamos pensar que estamos ante una necesidad debido al cada vez mayor tamaño de las pantallas de nuestros móviles. Y realmente, en parte es cierto. Es bastante más sencillo para según que cosas usar gestos para llegar a distintos sitios de la interfaz si tenemos mucha pantalla, aunque claro está, esto también ocurre con la navbar.
¿Son geniales los gestos? Sí. ¿Mejores que la navbar? No.
Ya os vaticino que los gestos nunca superarán a la navbar. Sí, es un avance importante en cuanto a usabilidad, y seguramente sean el futuro como vaticinó Iván, nuestro compañero. Pero no es una revolución, y la navbar seguirá teniendo poder.
El caso es que esto depende completa y absolutamente de las capas de personalización. Google quiere introducir gestos en Android P, pero viendo cómo son no estarán jamás cerca de los de MIUI o de los de OnePlus, y tantos otros. Pero si los gestos mejoran desde esta parte, tengo claro que algún día le diré adiós a los botones de Android y abrazaré fuerte a los gestos y su usabilidad.