Durante los últimos años los móviles se han convertido en auténticos ordenadores gracias a la evolución de los procesadores móviles. Hemos llegado al punto en el que tanta potencia resulta ridículo y debemos considerar otros aspectos. ¿Cómo medimos la inteligencia en un smartphone?
¿Cómo sabemos cuándo un móvil es mejor? El procesador como eje central
Se trata de una herencia de la informática tradicional. La unidad central de proceso (CPU) es el núcleo principal de un equipo informático, y décadas de evolución nos han demostrado que cuanta más potencia, mejor.
La razón es fácil de explicar, y es que mientras más potente sea un procesador, más rápido puede realizar las tareas. Esto permite que el sistema sea más rápido, pero también que sea capaz de realizar tareas de una mayor complejidad en tiempo real.
Cada nuevo procesador es mejor que su predecesor, es una de las obviedades del mundo de la tecnología. No obstante, esa potencia en ocasiones se termina traduciendo en un simple «va más fluido».
¿Pero qué es lo que ocurre cuando el rendimiento de un móvil alcanza un nivel de fluidez con el que podemos convivir? Por ejemplo, a día de hoy, el Pixel 3 es espectacular, pero los Pixel de primera y segunda generación aún siguen siendo rapidísimos, e incluso mi Nexus 6 sigue funcionando a las mil maravillas. Existe una clara mejora de rendimiento, pero no justifica gastar cientos de euros para que WhatsApp se abra una décima de segundo más rápido.
La mentira de las pruebas de rendimiento y por qué no debes confiar en ellas
Basándonos en que un mejor procesador nos garantiza una mejor capacidad, ¿cómo medimos si un procesador es bueno o malo? La herramienta principal son las pruebas de rendimiento, también conocidas como benchmarks.
Una prueba de rendimiento es una aplicación que incluye una serie de pequeñas aplicaciones o procesos que se ejecutan una tras otra. Dependiendo del tiempo que tarde un dispositivo en superar las pruebas, tendrá una mejor o peor puntuación.
Las pruebas de rendimiento miden la capacidad en escenarios muy concreto, no siempre fieles a la realidad.
Hace unos años estas pruebas tenían una gran relevancia, mientras que últimamente han perdido mucho protagonismo. En ocasiones seguimos mostrándolos en algunos análisis, pero por norma general hemos dejado de confiar en estas pruebas de rendimiento. Estas son algunas de las razones:
- El móvil es un dispositivo enfocado al rendimiento / consumo: No está pensado para utilizar todos sus recursos de forma continua, por lo que tener una mejor potencia solo nos importa en situaciones puntuales como juegos o edición fotográfica.
- Algunos fabricantes entienden dicha puntualidad para diseñar modos de alto rendimiento que solo trabajan en las pruebas de rendimiento: Esto se conoce como hacer trampas, ya que fuerza el procesador en las pruebas para mostrar un rendimiento que nunca verás en el mundo real.
- El marketing de las marcas con las pruebas de rendimiento nubla la realidad: Como resultado de un escenario irreal, algunas marcas aprovechan para posicionarse como las que tienen el móvil más potente del mercado, cuando el valor que tiene en el mundo real es nimio.
¿Cómo medimos las capacidades de un móvil entonces?
La velocidad y potencia de un móvil siguen teniendo gran importancia en la experiencia de uso, pero si un móvil tiene una mejor puntuación no significa que vaya a ser el mejor a nivel tecnológico. Es tan fácil de entender como los exámenes de la vida real. Sacar más nota en un examen no significa que seas más inteligente, solo que te has preparado mejor esa prueba concreta.
Los procesadores móviles suelen ser conocidos como System on a chip. Se llaman así porque más allá del procesador, en el mismo chip tenemos un gran volumen de tecnologías que mejoran la experiencia de uso con un dispositivo que no es un ordenador, sino un equipo de bolsillo que requiere una mejor polivalencia:
- La GPU es la principal responsable de que los juegos funcionen mejor.
- El módem permite una conectividad más rápida. Con un mejor módem podrás descargar y subir archivos a una mayor velocidad.
- Nuevas tecnologías, como mejor WiFi, Bluetooth.
- El procesador de imagen permite al móvil tomar fotografías de mejor calidad y capturar vídeo en mayor resolución a mayor tasa de imágenes por segundo.
- La unidad de procesamiento neuronal es un nuevo tipo de procesador dedicado a la Inteligencia Artificial.
Comprar potencia para el futuro, la elección errónea
Una recomendación muy típica a la hora de recomendar un móvil suele ser la de «elige el que sea más potente que te durará más», y se trata de una valoración que nuevamente se queda errónea. Si no eres capaz de aprovechar las capacidades de tu móvil hoy, no las vas a aprovechar mañana. Y lo que tu móvil sea incapaz de hacer hoy, mañana seguirá siendo incapaz de hacerlo.
Esto es algo que nos ha enseñado la experiencia a través de los años. Si miro a mi cajón de viejos móviles puedo encontrar con facilidad el Xiaomi Mi 4, un móvil que tiene 4 años y que funciona genial. Tras tantos años a sus espaldas, no es capaz de hacer cosas nuevas, sus fotografías siguen siendo iguales, su rendimiento es ligeramente inferior, pero la experiencia es similar a la que ofrecía cuando llegó al mercado.
El hardware ha evolucionado a un mayor ritmo que el software.
De no ser por las ROMs, este móvil conviviría con una versión obsoleta de Android. Es decir, hemos llegado a un punto donde quien envejece ya no es el hardware, sino el software.
¿Cómo sabemos si un móvil está más capacitado?
Lo que nos dice nuestra experiencia es que tener un procesador más potente no dará ninguna garantía de que nuestro móvil sea más capaz en el futuro. Esto se debe a dos factores principales:
- Los desarrolladores de aplicaciones se centran en llegar al público masivo, por lo que nunca crearán aplicaciones que aprovechen toda la capacidad de nuestro móvil.
- Los fabricantes son al final los responsables de crear un software que aproveche todo el potencial del dispositivo que han diseñado y que quieren vender.
Si el fabricante de tu móvil no se preocupa de mejorar su capacidad con software, nadie lo hará.
Dicho de otra manera, son las características exclusivas de software, y el soporte que los fabricantes deciden integrar, los que hacen que un móvil tenga un mayor valor del que debería tener por sus componentes.
Uno de los fabricantes con mayor controversia es Huawei. Y es que, a pesar de que su capa de personalización no es del gusto de todos, trabaja arduamente en que las mejoras en sus procesadores se traduzcan en mejores capacidades, como una mejor duración de batería o experiencia fotográfica.
La Inteligencia Artificial no se debe medir en puntuación, sino por lo que es capaz de hacer.
Google es también otro de los fabricantes que más invierte en Inteligencia Artificial, y es que poco a poco está integrando estos procesos a tareas del sistema operativo, haciendo a nuestro móvil más inteligente, por mucho que lo nieguen los benchmarks.
Por último, actores como Samsung y sus Galaxy Note han conseguido que esta guerra en potencia signifique poco. Tener un lápiz y todo el software integrado en él hace que el único rival de un Galaxy Note solo pueda ser un Galaxy Note.