La importancia del almacenamiento y la obsolescencia programada
La obsolescencia programada es un concepto ya conocido por todos. Sin embargo, son muchos los mitos que se dan como ciertos y que se deben refutar.
2 diciembre, 2018 17:40La vida útil de nuestros aparatos electrónicos tiene fecha de caducidad. O esa es la creencia hacia la que tendemos todos los usuarios de móviles, tabletas, ordenadores o lavadoras. El problema es que la percepción actual es la de que nuestros equipos quedan obsoletos cada vez más pronto.
Hoy le dedicamos un artículo a la obsolescencia programada y a sus mitos. Porque pese a que pondríamos la mano en el fuego porque los fabricantes tienen la intención expresa de «matar» a nuestros terminales, existen más mitos que verdades.
Se conoce como obsolescencia programada al período de tiempo marcado por un fabricante para que cualquier aparato electrónico sea inservible. De existir, esta práctica obligaría a renovarnos cada cierto tiempo las herramientas que tanto nos facilitan la vida.
¿Los fabricantes marcan la muerte prematura de nuestros aparatos?
Los consumidores tendemos a ver a los fabricantes de electrodomésticos como mentes malvadas; de las que son capaces de planear el destino de nuestros terminales. Como si de las Moiras de la mitología griega se tratase, tejen la vida útil de aquello que fabrican para que cambiemos de equipo cada cierto tiempo. Un círculo de consumo tan tangible que este mismo año se ha llevado por delante a sus dos primeras víctimas. Apple y Samsung han sido las primeras multadas por obsolescencia programada.
Sin embargo, en un mundo sin obsolescencia, ¿duraría un terminal para toda la vida? La respuesta es mucho más sencilla de lo que parece y se podría contestar con otra pregunta: ¿podrías realizar las mismas tareas con un Nokia del 2000 que con un Pixel 3? Los trabajos que le exigíamos a nuestros dispositivos de antaño eran muy limitados. Llamar y enviar algún que otro SMS no generaba un desgaste como el que soportan los terminales actuales.
Degradación de las memorias NAND
Si la obsolescencia programada fuera solo un mito, nuestros dispositivos móviles tampoco vivirían toda la vida. La explicación tras esta afirmación viene dada por los chips de memoria NAND usados en nuestras SSDs. Una tecnología insertada en las memorias flash que permite que todos nuestros datos sigan intactos pese a que no haya alimentación eléctrica. La durabilidad de este tipo de memorias sí es limitada y es lo que genera que acabemos comprando nuevos móviles cada poco tiempo.
Un móvil pasa a ser inservible porque la memoria de nuestro terminal deja de trabajar de manera eficiente con el uso
Las celdas de memoria de las unidades de almacenamiento SSD se van degradando con el uso. Cuanto más elevada sea la utilización que le damos a un aparato menor tiempo tardará en producirnos fallos. Los archivos que forman las memorias NAND se van degenerando porque continuamente viven un proceso de lectura y escritura.
La salud del almacenamiento interno o NAND va empeorando porque trabaja sin cesar a diario y a todas horas. Su rendimiento empieza a disminuir desde el primer encendido. Si estás notando que tu móvil cada vez va peor, probablemente sea porque la NAND lleve ya tiempo gestionando toda la información de tu terminal, incluidas aplicaciones.
El almacenamiento determina la velocidad de nuestros móviles
La velocidad de escritura de nuestro almacenamiento es esencial para que nuestro smartphone funcione a la perfección. En la actualidad esta premisa es básica porque las aplicaciones con las que trabajamos son cada vez más pesadas y complejas. Requieren que nuestra memoria acceda continuamente a la información y la gestione, exigiéndole un rendimiento de alto nivel. Que nuestro terminal sea capaz de hacerlo no implica que no se «canse».
La unidad de estado sólido o SSD tiene la gran ventaja de la rapidez. Las SSD son dispositivos que trabajan a través de celdas y pueden acceder simultáneamente a la información de varias de ellas, por lo que el tiempo invertido en leer cada celda es escaso. Están preparadas para ello. Para explicarlo de manera más sencilla, es justo lo contrario a lo que hacen las memorias HDD. Estas últimas hacen su tarea de manera secuencial de forma correcta, pero en cuanto hay demasiados datos, estos se fragmentan y acaban almacenados en más de una celda. Cuando esto sucede ya no pueden trabajar rápidamente. Esta tarea no supone un problema para las SSD, que están preparadas para trabajar con esa fragmentación.
No obstante, todo ese trabajo causa estragos y las SSD empiezan a no funcionar ¿Por qué? Debido a que las compuertas por las que fluye la información se desgastan debido tras la continua circulación de electrones por ellas. Esa erosión se traduce en que cada vez se necesita más tiempo para acceder a los datos de nuestro móvil, es decir, la lentitud aumenta y lo vamos notando.
Memoria por encima del procesador
El deterioro en el rendimiento de nuestros dispositivos móviles se debe principalmente a la exigencia. La deliberación por parte de los fabricantes de la vida que vaya a tener un dispositivo puede ser real o no, pero lo que sí es cierto es que todo ocupa espacio.
Las continuas actualizaciones, la exigencia de las aplicaciones que instalamos y la cantidad de datos que almacenamos en nuestro terminal acaban por pasar factura, más que cualquier otra cosa. Y esto no mejora si entendemos que los procesadores no trabajan bien sin un almacenamiento eficiente, que funcionará bien cuando el móvil sea nuevo pero irá empeorando porque los ciclos de lectura y escritura son limitados.
Llegados a este punto parece que resulta más importante la memoria que el procesador a la hora de comprarnos un móvil. El almacenamiento es el encargado de encontrar la información guardada en la SQLite, el sistema de gestión de bases de datos de nuestro teléfono, y ponérsela en bandeja a nuestro procesador. Si tu almacenamiento se ha quedado corto o empieza a funcionar mal, tu procesador, por muy potente que sea, no llevará a cabo su cometido.
Que una tecnología quede obsoleta es distinto a que esté abocada al destino que le hayan proferido sus fabricantes. Posiblemente tu equipo quede caduco por el uso intensivo antes que por nuestra querida obsolescencia programada. Ni actualizaciones malignas que destruyen desde dentro nuestro móvil ni creadores malévolos, la clave está en el almacenamiento.