La era de la libertad para las empresas tecnológicas ha terminado, al menos, en la Unión Europea. Después de que las políticas de autorregulación no hayan tenido el resultado deseado, la Comisión Europea parece más dispuesta a usar mano dura cuando sea necesario.
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La obligación de usar el puerto USB-C en los móviles fue el inicio de esta nueva postura de los comisarios europeos, después de más de una década en la que dejaron que los fabricantes fuesen los encargados de decidir un estándar para los cargadores, sin mucho éxito.
Más regulaciones para los smartphones
Parece que aquella decisión ha abierto las puertas a un mayor control del mercado, especialmente en lo que respecta a la durabilidad y sostenibilidad de los dispositivos vendidos en territorio europeo.
Así lo demuestra los últimos borradores de propuestas publicados por la Comisión esta semana, que recogen posibles nuevas obligaciones para los fabricantes, dirigidas a reducir la basura electrónica y dar más poder a los consumidores sobre los productos que compran. Para ello, los comisarios pretenden mejorar la reparabilidad de los smartphones y tablets, forzando a los fabricantes a usar materiales más duraderos y fáciles de reparar, al mismo tiempo que se mejora la proporción de componentes reciclados y la reutilización de materiales en nuevos dispositivos.
Para el usuario, tal vez las dos medidas más interesantes son las que se refieren a la cantidad de tiempo que los móviles tendrán que durar, y a la adopción del llamado ‘derecho a reparar’ que ya se ha expandido por los Estados Unidos, aunque no necesariamente con ese nombre.
Para empezar, los consumidores recibirán una nueva garantía de disponibilidad de repuestos, por la que el fabricante debe comprometerse a ofrecer componentes durante un plazo de cinco años; entre las piezas que podríamos comprar aparte estarían las baterías, pantallas, cargadores, carcasas y ranuras de SIM y tarjeta de memoria. El objetivo es que podamos reparar nuestro móvil para seguir usándolo, en vez de tirarlo a la basura y comprar uno nuevo.
Baterías que duran más
La eficiencia energética también ha tenido un hueco en las propuestas, algo comprensible dada la situación de crisis energética actual. Los comisarios proponen la creación de una nueva etiqueta energética, parecida a la que ya usan los electrodomésticos, y que indicará la duración de la batería del teléfono o tablet, además de la resistencia al agua al polvo si la tuviese. Incluso podría indicar la resistencia a los golpes y caídas, aunque para ello probablemente se tendrían que realizar pruebas objetivas en laboratorios por alguna organización independiente.
Ante las previsibles críticas que estos planes recibirán de los fabricantes, los Comisarios han incluido varias instancias de ‘letra pequeña’ que les permitirán saltarse estas medidas. Por ejemplo, los fabricantes no estarán obligados a ofrecer baterías de repuesto si pueden demostrar que su móvil está diseñado para durar, con una prueba de 1.000 ciclos de carga y descarga al final de la cual deben poder pasar el 80% de capacidad. También tendrán que asegurarse de que las actualizaciones de software no afectan negativamente a la duración de la batería, para evitar casos como el de Apple y las actualizaciones de iOS que afectaban a la batería.
Además, las reglas no cubren algunos tipos de móviles, como los que tengan una pantalla flexible o los diseñados para entornos de alta seguridad. Aún así, se espera que las nuevas reglas al menos impongan un nuevo estándar que todos los fabricantes deberían seguir para reducir la cantidad de basura electrónica producida cada año, unas 11.000 toneladas actualmente.
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