Como cantaba Karina en los 60: «Cualquier tiempo pasado nos parece mejor». Esa es la razón por la que de vez en cuando entramos en una fiebre nostálgica que desafía cualquier sentido del buen gusto que podamos tener, y por eso gastamos lo indecible en recopilatorios de Parchís y juegos clones de Tamagotchi. Porque esto último es lo que es Hatchi, una versión del popular híbrido entre un gadget y una paternidad no deseada.
La fiebre de Tamagotchi consistía en unos pequeños dispositivos con un ser virtual ávido de nuestra atención, al cual debíamos cuidar a todas horas, so pena de una muerte horrible. Hatchi no es mas que una versión bastante fiel de este concepto, empezando por unos gráficos en tonos de grises que, todo hay que decirlo, no explotan demasiado el hardware actual.
El objetivo, si es que hay alguno, es asegurarse de que a nuestro bichejo no le falte de nada, desde las necesidades básicas como la comida y la higiene, a otras mas delicadas como la educación y la diversión. Tampoco es que haya ninguna diferencia palpable entre los distintos aspectos, ya que lo único que hay que hacer es asegurarse de pulsar el botón correcto cuando a nuestro acompañante le falte algo.
La recompensa por hacerlo correctamente es que el adefesio crecerá y cambiará de aspecto según sus características. Si estamos jugando a la versión gratuita debemos tener en cuenta que el crecimiento parará en la adolescencia. Así que, en una clara metáfora de la vida real, tendremos que pasar por caja para asegurarnos de que nuestra cría llegue en condiciones a la madurez.