Puede parecer un titular fuerte, pero es la cruda realidad. La industria española del videojuego tiene demasiadas sombras, y se sustenta en un triunfalismo del que se debería huir.
Los videojuegos ya ocupan una parte importante de nuestro día a día. Ya sea con unas partidas en una consola u ordenador, ya sea con pasar el rato con un juego para móviles, todos jugamos a videojuegos de una forma u otra. Y la industria de los videojuegos, ante este panorama, no hace más que crecer.
Y eso afirma el ‘Libro blanco del desarrollo español de videojuegos’, un informe que publica la Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos y Software de Entretenimiento (DEV por sus siglas, para no quedarnos sin aire). El informe afirma que en 2015 existían 480 empresas de videojuegos, un 20% más que en 2014. Pero, como podemos leer en EFE Futuro, esta cifra es falsa y pertenece a una burbuja.
La industria del videojuego español vive en una burbuja
«Si hay 400 estudios, puede que cada año se abran 200 o 300 que suplan a los que van cerrando»
Antonio Santo, coordinador del festival Games Industry Forum, es tajante. «El videojuego tiene un serio problema en España: vivimos en una burbuja». El problema no es que la industria esté mal, el problema es que no tenemos industria. Si un desarrollador de videojuegos pierde su trabajo en un estudio, no tiene ningún otro al que mandar su curriculum. No existe ninguna clase de tejido industrial.
Jon Cortázar (Relevo Videogames) y Arturo Monedero (Delirium Studios), ponen en entredicho las cifras del ‘libro blanco’. «Si hay 400 estudios, puede que cada año se abran 200 o 300 que suplan a los que van cerrando». El estudio no diferencia entre los estudios recién creados y los estudios que consiguen aguantar más de dos años abiertos. Y, según Cortázar, esto se debe a que en España se le pone demasiada importancia al desarrollo creativo.
Además de la falta de mentalidad comercial, otro gran problema es el triunfalismo. Muchos insisten en que la industria va bien porque tenemos «mucho talento creativo» o que «nos va muy bien». Destaca la falta de profesionalización del sector, y visión innovadora.
Existen buenos juegos (y apps) españoles, pero esa no es la cuestión
Pero ojo, existen videojuegos (y aplicaciones) españoles, y muy buenas. Hasta Google Play tiene suficiente material para hacer una sección de aplicaciones y juegos españoles. Cannon Land, Train Crisis, Respawnables, NBA General Manager… existen muchos casos de buenos videojuegos nacidos en España.
El problema es que le ponemos demasiado énfasis a la creatividad, pero no tanto a la viabilidad del negocio. Podemos tener un Ferrari, pero no va a correr si no le echas gasolina. Tiene que existir un buen ciclo de financiación, publicación y marketing. Si todas estas condiciones se diesen, podrían crearse grandes videojuegos en España. Juegos que dejasen huella, y que fuesen revolucionarios.
Pero, al no existir, los estudios españoles suelen ser pequeños. Y están dominados por el desarrollo de varios juegos en un periodo muy corto de tiempo. Una tendencia a la que han contribuido los juegos para móviles, que requieren de menos desarrollo en comparación. Según Cortázar, «he oído a gente decir que el ‘Candy Crush’ es una mierda que está rompiendo los videojuegos. Ya querría yo haberlo hecho».
Hay que fundar la industria, desde cero
Ambos fundadores consideran crucial que existan casos de éxito que hagan de remolcador. Cortázar avisa de que «un sector fuerte no puede estar sustentado en la palabra ‘indie'». Tenemos que quitarnos la idea de la cabeza de que los videojuegos son un proyecto aparte al que echar horas muertas.
Y el gobierno debe apoyar esta industria, y no con subvenciones: incentivar la contratación y bajar impuestos es un buen camino a seguir. Lo cierto es que hay que fundar esta industria desde cero.