Aunque son una minoría aún encontramos propuestas de juegos gratis en el Google Play Store que no tienen publicidad, ni pagos dentro en forma de micro transacciones ni son malos juegos.
Hace siete años, cuando Android empezaba a tener tirón, meses después de su lanzamiento, veíamos cómo las aplicaciones en el Android Market, el antecesor del Google Play Store, se multiplicaban.
Entonces 6 de cada 10 eran de pago y aunque ese ratio ahora es diferente es obvio que los desarrolladores independientes o las empresas que crean los juegos y apps que disfrutamos buscan una remuneración económica por ello.
En iPhone hay muchas aplicaciones de pago y la cultura del mismo quizás esté más asentada que en Android pero desde que las aplicaciones y juegos freemium se instalaron en nuestras vidas eso no es no gran problema.
Pagar, hay que pagar
Cuando se crea un juego se invierten muchos recursos, tanto humanos como técnicos y eso cuesta dinero, por lo que es normal esperar algún tipo de compensación.
Si el juego es gratuito no podemos sorprendernos de ver un banner en el interior y si no tiene ni publicidad ni coste quizás lo que veamos sea un sistema de compras interno que si está bien hecho será opcional y si está mal hecho será lo que nos haga abandonarlo.
El unicornio
Pero de vez en cuando aparece una propuesta que nos llama la atención por lo atractivo de su diseño y por su más que correcta ejecución. En mi caso ha sido Empty, un juego del que hemos hablado hace poco y que nos ha encantado.
Pero lo que más nos ha llamado la atención es que siendo gratuito no tuviera ni publicidad ni compras integradas dentro de la aplicación. Por no tener no tiene ni un botón de donaciones o una zona para compartir la aplicación y darla a conocer.
El unicornio por una vez no era un burro con un desatascador en la cabeza
Incluso hemos ido a la web esperando encontrar una explicación y sólo hemos descubierto a los dos hermanos que han creado la propuesta.
¿Y cómo lo rentabilizan?
Entonces me he planteado cómo pueden estos dos hermanos, uno diseñador y otro desarrollador, monetizar ese trabajo y en mi búsqueda he hallado la respuesta en mi mismo.
La sensación de estar ante un trabajo cuidado, de ver que los responsables son personas que se preocupan de lo que hacen y que lo hacen bien seguro que la ha tenido alguien además de mi. Quizás un directivo de una empresa más grande. Quizás un tercer desarrollador que busque colaboradores para un proyecto conjunto. Quizás una institución que vea que ellos pueden crear aplicaciones capaces de transmitir lo que necesitan.
Este tipo de aplicaciones, de tan alta calidad y sin coste son un escaparate brutal.
Es obvio que no todos los desarrolladores pueden permitirse hacer eso si mientras están preocupados en terminar otras propuestas que son las que los alimentan pero es agradable ver que aún se pueden encontrar grandes piezas de software hechas, literalmente, por amor al arte.