Cuantificar nuestra vida, conocer cada paso que damos, cada caloría gastada, cada metro avanzado… saber cuánto nos hemos movido, para movernos más. La tecnología aplicada a la actividad diaria está a la orden del día y ya no sólo entre los aficionados a practicar algún deporte, sino también en personas sedentarias, cuyos pasos diarios – por pocos que sean – son el objetivo a batir al día siguiente, una motivación.
El registro de todos estos datos puede parecer algo actual – que lo es -, sobre todo por el reciente auge de los dispositivos corporales o wearables, la llegada de los relojes inteligentes y el surgir de las aplicaciones y servicios deportivos conectados a nuestros smartphones y accesibles en un toque. Sin embargo, mucho antes de todo este boom ya existía una empresa pionera en el la «vida fitness conectada»: Fitbit.
Fitbit, productos para mejorar la vida de las personas
Fitbit nació en 2007, una startup creada por James Park y Eric Friedman en San Francisco con la intención de aplicar todo el avance de la tecnología (conexiones, sensores y avance de la miniaturización de componentes) en un terreno como el de salud y la actividad física. De esta forma, no sólo querían convertir sus dispositivos en un complemento más en la vida de los deportistas, sino también servir de motivación para aquellos que quisieran tener una vida más sana, con una idea siempre por delante: simplicidad de uso y transparencia.
Así, con ese cometido, en 2007 presentaron su primer accesorio, con «Fitbit» como nombre, aunque más tarde se le acabó llamando Fitbit Classic para identificar esa primera versión. Los inicios no fueron sencillos, no llegaron al estrellado al instante, sino que hubo que esperar hasta 2008 para que más gente lo conociese. Ese primer cuantificador personal con forma de pinza no era tan completo como los actuales, pero tampoco era precisamente un pisapapeles: podía medir pasos, distancias, intensidad de la actividad y, junto con los datos personales del usuario, las calorías gastadas, así como la calidad del sueño.
El gran avance y aumento de su popularidad se dio en 2011, aquel año presentaron Fitbit Ultra y este llegó a muchos más países – España incluido – en los siguientes meses. Como principales novedades introdujo un altímetro, de forma que además de los pasos también podía registrar la elevación y por tanto, saber escalones y plantas subidas. A pesar de ser un accesorio de pinza, desde su pantalla OLED mostraba la hora, mensajes motivadores y se podía utilizar como cronómetro en determinadas actividades.
Tras el Ultra, llegamos a los actuales dispositivos que componen el catálogo de cuantificadores personales de Fitbit (aunque no todos lo son).
Fitbit One, la evolución del Ultra más inteligente
A finales de 2012 llegó el Fitbit One, la evolución natural del Ultra, que mantenía ese aspecto de pinza (nada de pulseras por entonces) e introducía por primera vez la tecnología Bluetooth para sincronizarse con el ordenador (mediante un accesorio USB) y con los smartphones utilizando BT 4.0.
Siempre mediante los acelerómetros (no incluye GPS), el Fitbit One monitoriza los pasos diarios, escalones subidos, distancias recorridas, calorías quemadas según tu perfil personal y también se mete en la cama contigo, de forma que calcula las horas que has dormido y la calidad de ese sueño mediante los movimientos. Toda esa información va a parar, tras la sincronización, a tu perfil en la nube de Fitbit, donde se pueden consultar decenas de estadísticas y gráficos para comprobar la evolución. El pequeño Fitbit One se puede encontrar a un precio de 85€.
Fitbit Zip, la versión más simple
Un cuantificador para personas que no necesitan funciones avanzadas. El Zip se trata del modelo más simple de la marca, son forma de pinza y muy muy pequeño se engancha en cualquier sitio y basta para contar pasos, calorías y distancia. Nada más, ni sueño, ni alarma, además, es el primero en recurrir a baterías tradicionales reemplazables por el usuario.
A diferencia del One, el cual hay que recargar de 5 a 7 días, el Fitbit Zip utiliza una pila de botón que proporciona hasta 6 meses de autonomía. Por tanto, es el indicado para aquellos que quieren despreocuparse del cuantificador por completo. También se sincroniza por Bluetooth 4.0 con la plataforma online – smartphone y su precio son unos ajustados 54€.
Fitbit Flex, un lugar en tu muñeca
Presentado en mayo de 2013, se trata del primer asalto de Fitbit a la muñeca de los usuarios. La Flex es una pulsera con funciones muy similares a las del One, pero se prescinde de la pantalla para dejar paso a una simple tira de LEDs que informan del estado de la actividad y el movimiento necesario hasta el objetivo. Con ese diseño tan simple y disponible en multitud de colores, pasa totalmente desapercibida.
En cuanto a sus características, la Fitbit Flex recoge datos de pasos, distancias, calorías, sueño, horas dormidas y calidad del sueño, también gana la información sobre los minutos activos, aunque pierde el altímetro. Es resistente al agua, así que se puede utilizar bajo la ducha o en natación, ya que su núcleo tiene una autonomía de hasta 7 días. Se puede encontrar por 69€.
Fitbit Force, el fail
Siguiendo la esencia de la Flex, la Force fue presentada en octubre de 2013 e incluía una pantalla OLED en la que mostraba toda esa información, sin embargo, a comienzos de 2014, muchos usuarios comenzaron a quejarse de irritaciones en la piel al llevarla durante varias horas. Lo que pareció una remesa fallida, llevó a la total desaparición de este modelo y no hay rastro de él ni en su web.
La causa apuntaba a reacciones alérgicas de la piel con un componente del acero o los adhesivos utilizados para montar la Force, algo que nunca había ocurrido hasta la fecha.
Fitbit Charge y Charge HR, la nueva generación
Tras varios meses en silencio, viendo como el resto de la industria se metía de lleno en el campo de la cuantificación y el registro de la actividad diaria, Fitbit mostró sus cartas a finales del pasado octubre, enseñando su nueva gama de dispositivos listos para debutar en 2015.
La Fitbit Charge es su nueva pulsera fitness, capaz de medir pasos, distancias, calorías, elevación, tiempo de activación, sueño y calidad, patrones de movimientos, activación automática del descanso… pero además se le añade un componente «smart». Mediante la conexión Bluetooth con el teléfono, es capaz de notificar llamadas y se sincroniza automáticamente.
La versión Charge llega con un precio de 129.95€, mientras que la Charge HR es, como su nombre indica, una variante con sensor HR o medidor de frecuencia cardíaca directamente en la muñeca, que recoge esa información continuamente para ajustar y ofrecer estadísticas mucho más exactas. En este caso, la autonomía se sitúa en 5 días y su precio es de 149.95€, llegando a las tiendas en 2015.
Fitbit Surge, la entrada en el terreno smartwatch
Por último llegamos al Fitbit Surge, presentado hace poco más de un mes junto con los modelos Charge. En esta ocasión se aleja un poquito del concepto smartband y entra de lleno en el mercado de los relojes inteligentes o smartwatches. Por primera vez, un dispositivo de la marca hace uso del GPS para registrar distancias, ritmos, elevación y cualquier otro dato que se pueda recoger durante la actividad física.
Se trata de un modelo avanzado dirigido también a los deportistas, ya que es compatible con diferentes disciplinas. Por supuesto, se conecta al teléfono por Bluetooth y desde él recibe llamadas, notificaciones varias, podremos controlar la reproducción de música y sincronizar los datos dese la pantalla LCD. En cuanto a su autonomía, presume de 7 días de uso, aunque sólo 5 horas con el GPS activado y tendrá un precio de 249.95€.
Fitbit Aria, también una báscula inteligente
No sólo de cuantificadores personales vive Fitbit. Para complementar su plataforma, Fitbit también anunció en 2012 Aria, su propia báscula personal inteligente que se sincroniza por Wifi para mandar al perfil personal del usuario su peso, indice de masa corporal y porcentaje de grasa. Por supuesto, todo ello se une a los datos recogidos por las pulseras o clips y ayuda a llevar un registro mucho más detallado y evolución del físico.
En el caso de Aria, la báscula de Fitbit puede llevar un seguimiento de hasta 8 personas al mismo tiempo, actualizando sus perfiles al instante. Tiene un precio de 112€.
Software, compatibilidad con Android y web
Parte de la magia de Fitbit ocurre en su software, toda esa información recogida en nuestro día a día no vale nada si no es procesada y mostrada al usuario de forma visual y útil. No hay mejor forma de motivarse que viendo como cumples objetivos y de eso se encarga tanto la aplicación para móviles, disponibles por supuesto en Android, como la versión web de la plataforma.
Poco a poco, la web de Fitbit ha ido incorporando más y más funciones. Actualmente, en ella podemos visualizar todo tipo de estadísticas personales, registrar los alimentos que consumimos, calcular calorías y llevar un control detallado de los macronutrientes. Por supuesto, una parte fundamental de su éxito es su comunidad de usuarios, pudiendo conectar con amigos para animarles o picarnos con ellos.
Todos los objetivos, ejercicios, información del sueño, evolución del peso… todo, se encuentra en la web, incluso hay implementado un sistema de logros que no hace más que aumentar las ganas de superar todas las actividades del día anterior.
Otra parte muy importante del «universo Fitbit» es su integración con múltiples servicios y apps de terceros. Esa unión es clave para el usuario, que puede ver como sus datos son útiles en otras plataformas deportivas y entre las que se encuentran nombres tan potentes y conocidos como Endomondo, My Fitness Pal, RunKeeper, IFTTT o Lose It!.
¿Para cuando integración con Google Fit o Apple Health Kit?
Los últimos meses han sido bastante intensos en el terreno de los cuantificadores. Muchísimos fabricantes han lanzado sus pulseras o wearables enfocados a la actividad diaria y no sólo empresas tecnológicas, sino también aquellas profundamente conectadas con el mundo deportivo como podrían ser Garmin con su Vivosmart/Vivofit o la Polar Loop.
Eso sin hablar del nacimiento de Android Wear como plataforma a la que más y más marcas se irán uniendo y confiarán en el sistema para incluirlo en sus dispositivos. Google Fit ya es oficial, está en funcionamiento y, pese a que el registro de actividad directamente con el smartphone es bastante fiable, los datos recogidos por un dispositivo como los de Fitbit enriquecerían mucho más el sistema.
Runtastic, Strava o Endomondo ya se han actualizado para integrar Google Fit y sincronizar sus datos, ¿harán lo mismo Fitbit y otras marcas similares? Deberían, todo lo que sea ampliar su compatibilidad beneficia al usuario, que ve como su compra merece la pena y sus datos no quedarán encerrados en un único servicio.