Cada vez son más y mejores los wearables que salen al mercado. Era lógico pensar hace un año que había que esperar un poco para empezar a ver llegar los realmente buenos, y ejemplos como el Fitbit Charge HR lo demuestran.
Hace algo más de un mes os contábamos nuestra experiencia con la Fitbit Charge, y esta semana hemos estado probando a fondo la Charge HR. La única diferencia entre este modelo y el que probamos en diciembre de 2014 es que la Charge HR cuenta con un monitor de ritmo cardiaco constante en tiempo real, lo que nos da mucha más información y mejor sobre nuestra actividad.
La experiencia de uso, quitando el monitor de frecuencia cardiaca que afecta ligeramente a la batería, es exactamente igual en ambos modelos, que son prácticamente iguales por fuera y en funcionamiento, así que vamos a centrarnos sobre todo en las diferencias, que como decíamos están principalmente en este nuevo sensor de pulso.
Especificaciones de la Fitbit Charge HR
Como siempre, empezamos haciendo un repaso a lo que la Charge HR ofrece sobre el papel. Recordamos, no tiene Android Wear, pero como todo wearable es un complemento perfecto para nuestro Android. Y hablando de compatibilidad, lo bueno de las pulseras Fitbit es que amplia el rango a muchos más dispositivos de los que encontramos en la mayoría de fabricantes de smartphones que se han lanzado al mercado wearable.
Os dejamos con las características técnicas de la Fitbit Charge HR:
- Pantalla OLED (apagada por defecto)
- Memoria de 7 días de uso
- Resistente al agua hasta 1 atmósfera ó 10 metros de profundidad
- Bluetooth 4.0
- Tamaño grande: muñecas de 16 a 19 cm
- Tamaño pequeño: muñecas de 13 a 16 cm
Diseño y materiales
Aunque con la Charge ya hicimos un extenso repaso al diseño de la pulsera y a sus materiales y con la Charge HR no cambia casi nada en este aspecto, hay algunos detalles en los que nos gustaría insistir.
El diseño de la Charge HR es atractivo, y está fabricado en un material elastómero flexible. Es cómoda en la muñeca y no molesta, aunque esta hay que llevarla algo más apretada par que el sensor de pulso funcione correctamente, lo que la hace ligeramente más incómoda. Hablaremos más adelante en profundidad sobre este asunto, pero no nos debe preocupar mucho, porque dicho sensor funciona muy bien incluso sin apretar demasiado la pulsera.
Un detalle que nos gusta mucho y en el que se diferencia de la Charge es en el cierre, más del tipo reloj. Es mucho más seguro, y aunque nos complica algo al quitarnos la pulsera, se agradece este nivel extra de seguridad que nos proporciona al llevar la pulsera puesta sin miedo a que desaparezca de nuestra muñeca.
Sin embargo se han tomado dos decisiones de diseño que no acaban de convencernos del todo. El conector de carga es propietario y la pulsera no es compatible con microUSB, por lo que siempre tendremos que usar el cable proporcionado en la caja para cargar la Charge HR. No es un problema que acabe comprometiendo la compra, pero desde luego es un tema incómodo, y nos habría encantado poder usar cualquiera de los cargadores que todos tenemos por casa.
Por otra parte, la pantalla está apagada por defecto, y no podemos consultar la hora con solo mirarnos la muñeca, hay que pulsar el botón para activarla. Este pequeño detalle es algo muy común en wearables, y quizás sea algo personal que entra demasiado en el terreno de lo subjetivo, pero me gusta poder mirar la hora del reloj sin tener que pulsar un botón para que se muestre. Aun así, Fitbit también nos facilita un poco este gesto activando un doble toque sobre la propia pulsera para que se encienda la pantalla, aunque en la mayoría de ocasiones hay que insistir. Posiblemente habría comprometido la batería, pero es una pequeña luz LED que no consume mucho, y una opción en la configuración para que cada uno elija si prefiere tenerlo siempre encendido no habría estado de más.
Monitor de frecuencia cardíaca
Por fin he encontrado en un wearable de este tipo un monitor de frecuencia cardíaca útil que funciona. Hasta ahora todo lo que habíamos visto son monitores bajo demanda, por llamarlos de alguna manera. Es decir, que tenemos que pulsar para que haga una medida.
La gran diferencia del monitor de frecuencia cardiaca de Fitbit Charge HR es que está midiendo constantemente, y tenemos una monitorización continua de nuestro pulso. Además, casi no afecta a la batería, tema que trataremos en el apartado correspondiente más adelante.
Pero no solo eso, también encontramos una diferencia importantísima entre este monitor y otros de wearables: Funciona. Sí, esto que parece una obviedad no lo es tanto, y es que esta pulsera sí mide nuestro pulso, sin dar datos extraños y sin ningún sentido como hemos visto en otras pruebas. Al final el monitor de frecuencia cardiaca de estos dispositivos se acababa convirtiendo en una curiosidad, pero por fin tenemos uno que es realmente útil.
Todas las pulseras de actividad hacen uso de los pasos que damos y la actividad que pueden medir a través de sensores como el acelerómetro y el giroscopio para calcular las calorías que consumimos, pero la única forma de hacer una medida más cerca de la realidad es con nuestro pulso, de ahí la importancia de medir la frecuencia cardiaca.
La Charge HR tiene unos LED en la parte interior que emiten luz y se refleja cuando los capilares de nuestra muñeca se expanden y comprimen, lo cual ocurre cuando nuestro corazón late. Esta es la forma en la que la pulsera es capaz de medir nuestro pulso, una tecnología usada por muchos fabricantes, pero que curiosamente Fitbit ha logrado hacer funcionar mejor.
Para optimizar nuestros entrenamientos Fitbit se basa en las zonas de ritmo cardiaco, calculadas a partir del ritmo cardíaco máximo (220 menos tu edad). Con ello crea las siguientes zonas cardíacas:
- Zona pico: Cuando estamos por encima del 85% del máximo. Un ejercicio de intensidad alta para mejorar velocidad y rendimiento.
- Zona cardio: Entre el 70% y 85% del ritmo cardíaco máximo. Es la zona donde sacamos una mayor eficiencia, ya que podremos aguantar más tiempo.
- Zona de quema de grasa: Del 50% al 70% del máximo. Se llama así porque en esta zona es donde más grasas pertenecen a las calorías quemadas.
- Fuera de zona: Aunque tengamos un ritmo cardíaco elevado, no es lo suficiente como para considerase ejercicio.
- Zona personalizada: Desde la aplicación de Fitbit podemos crear nuestras propias zonas, por si las anteriores no nos acaban de convencer.
Fitbit recomienda que coloquemos la pulsera aproximadamente con una separación de un dedo entre esta y el hueso de la muñeca, pero lo cierto es que tras varias pruebas nosotros la hemos llevado bastante suelta (sin que apriete y moleste), y aunque acabe moviéndose a lo largo de unos centímetros en nuestro brazo, la monitorización del pulso no ha fallado.
En definitiva, un sensor que funciona muy bien y que por fin nos muestra el uso real y práctico que podemos hacer de este tipo de monitores en una pulsera de actividad.
Batería
Según Fitbit la Charge HR puede durar hasta 5 días de uso, dos menos que la Charge. Es decir, en principio el monitor de pulso no afecta demasiado a la autonomía de la batería, aunque por supuesto se nota.
En nuestras pruebas hemos notado algo diferente, aunque no demasiado. La media de duración de la batería de la Charge HR acaba siendo de 4 días, no de 5 días, que curiosamente es casi igual que la Charge (ya que también nos costaba alcanzar los 7 días prometidos).
Es decir, que en la Charge se prometían 7 días y se conseguían de 4 a 5 días, mientras que en la Charge HR se prometen 5 días y se consiguen 4 días. La diferencia entre las especificaciones y la realidad es menor en la Charge HR, y al final tienen casi la misma autonomía, siendo la Charge ligeramente superior.
Cuatro días de uso se quedan un poco cortos para un wearable de este estilo, aunque son suficientes. Solo un día más habría supuesto una diferencia considerable, pero cierto es que un día menos también habría sido algo imperdonable, por lo que la autonomía tiene un aprobado y nos vale. El mayor problema aquí y que penaliza es lo ya comentado, no podemos cargar la pulsera con un cable microUSB, y eso complica las cosas.
Conclusiones
La Fitbit Charge HR es sin lugar a dudas una de las mejores pulseras de actividad que hemos probado, y cumple perfectamente con lo que un wearable de estas características tiene que cumplir.
Lo mejor es el monitor de frecuencia cardiaca, que nos proporciona información constante y real sobre nuestro pulso. Por fin un sistema de este tipo en un wearable no profesional que funciona bien.
Sin embargo hay cosas como la imposibilidad de tener la pantalla siempre encendida o la falta de conector microUSB que nos obliga a usar el propietario de Fitbit que no nos acaban de convencer.
Sin embargo las bondades de esta pulsera compensan a los problemas que hemos encontrado, y junto a la Sony Smartband Talk es una de las mejores pulseras de actividad que podemos encontrar, al menos a falta de que 2015 nos traiga novedades interesantes en este terreno.
Precio y disponibilidad
La Fitbit Charge HR ya está disponible por 149,95€, aunque según el tamaño y color que queramos la podemos encontrar en Amazon desde 136,88€.