No podemos darle la espalda, cada vez la tecnología en los complementos o wearables está más de moda, es una nueva categoría tecnológica y ofrece más opciones para el consumidor, que puede elegir desde pequeñas pulseras de monitorización con varios días de batería hasta relojes con pantalla enorme que nos permiten tener casi un segundo smartphone.
Y esto último es lo que ha pretendido Samsung con el Gear S, un smartwatch que más que accesorio del smartphone se convierte en una prolongación, una especie de mando de control remoto que además incorpora funcionalidades avanzadas.
Llevamos unos días conviviendo con un Samsung Gear S y os contamos nuestra experiencia de uso con este smartwatch.
Características técnicas
Para situarnos vamos a empezar por un repaso a las especificaciones del Samsung Gear S:
- Pantalla de 2″ curva SuperAMOLED de 16M de colores con resolución de 360 x 480 píxeles
- Procesador dual-core a 1GHz
- 512MB de RAM
- 4GB de memoria interna
- Acelerómetro, giroscopio, sensor de proximidad, brújula digital, pulsómetro, barómetro, sensor de rayos UVA
- AGPS/GLONASS
- Resistente al agua (IP67)
- Dimensiones: 58.1 x 39.9 x 12.5 milímetros
- Peso: 67 gramos
- Batería de 300 mAh
Diseño y materiales
El diseño es uno de los puntos más importantes y a destacar del Samsung Gear S. Lo primero que nos encontramos es una pantalla curva de 2 pulgadas SuperAMOLED con 16 millones de colores, la primera vez que vemos algo así en un smartwatch. Es grande, colorida y muy muy llamativa. Y esto no es ni bueno ni malo, es lo que nos encontramos, y cada usuario tendrá su opinión, ya que se trata de de algo muy diferente.
Cuando Samsung presentó por primera vez la gama Note fue duramente criticado con un teléfono de estas dimensiones, y por ahora lo que más se oye sobre el Gear S son críticas sobre su gran tamaño. ¿Está pasando algo similar? Da la impresión de que sí, así que será el tiempo el encargado de decidir si el Gear S se ha columpiado con una pantalla de este tamaño o el mercado demanda una pantalla así de grande que permita un mayor control de más cosas desde la muñeca.
Tras unos días de uso a nosotros no nos ha parecido excesivamente grande, y de hecho es un diseño bastante atractivo. Lo que sí es cierto que al haber un único modelo, no es lo mismo llevarlo en la muñeca de un hombre que de una mujer, y debido al gran tamaño del reloj no parece adaptarse tan bien a muñecas pequeñas como a las grandes.
Lo que sí es cierto es que el diseño curvo de la parte trasera de la pantalla hace que sea mucho más ergonómico que otros relojes o incluso que la Gear Fit, que contaba con pantalla curva pero no con la parte trasera curvada. Esta doble curvatura hace que el Gear S se adapte muy bien a la muñeca y que, pese a lo grande que es, sea cómodo de llevar.
El Samsung Gear S está compuesto de dos partes, la pieza central que correspondería a la esfera del reloj, y la correa, que se une al reloj mediante un sistema bastante sencillo de acoplado, pero efectivo y que no da problemas soltándose.
La esfera principal solo tiene un botón frontal de control, con el que ayudado de los gestos táctiles controlaremos todas las funcionalidades del Gear S. En la parte posterior tenemos el sensor de frecuencia cardíaca, la ranura para la microSIM y el conector para el cargador, que se utiliza con un adaptador propietario del que hablaremos más adelante. La parte frontal cuenta con un sensor de luminosidad y un sensor de rayos UVA.
La correa incluida es de un material plástico agradable y resistente, con un cierre muy cómodo de usar y que cierra perfectamente, evitando posibles aberturas accidentales. Es importante tener un cierre rápido y seguro, ya que hablamos de dispositivos con autonomías relativamente cortas, y que vamos a tener que quitarnos y ponernos a menudo, por lo que este tipo de cierre es muy acertado.
Tizen y no Android Wear
Parece que Samsung quiere dar una mayor importancia a Tizen y es con los wearables donde está comenzando a hacerlo. Estamos viendo Tizen haciendo sus apariciones en estos gadgets, y el Gear S se suma a los smartwatch con Tizen, dejando de lado Android Wear, el sistema por el que muchos otros fabricantes están apostando.
Perder Android Wear supone muchas cosas, sobre todo el potencial de cara al futuro con las actualizaciones. Pero hay algo muy importante que dejamos de lado al no usar Android Wear, y es que la compatibilidad del Gear S queda muy reducida, ya que por ahora solo se puede usar con dispositivos Samsung, quedando el resto de terminales Android fuera de juego. Esto es un gran problema para aquellos usuarios de smarphones no Samsung a los que les guste el Gear S, ya que no podrán sacar todo el partido del nuevo reloj inteligente de Samsung.
Por lo demás hemos encontrado que Tizen es un sistema muy robusto, con un gran funcionamiento y sencillo. El diseño está bajo una capa similar al Touchwiz de los smartphones Samsung, por lo que la experiencia de usuario es similar a la de cualquier Samsung con Android. De hecho son los detalles los que nos indican que esto no es Android, ya que la experiencia general es muy similar (aunque totalmente diferente a Android Wear).
La interfaz del Gear S se basa en 5 pantallas:
- La principal, donde encontramos el reloj que podemos personalizar con una pulsación larga. Además podremos personalizar las diferentes partes del reloj, por ejemplo cambiando una de las esferas pequeñas y poniendo la información del tiempo o la batería restante.
- La izquierda, que incluye todas las notificaciones. Este sistema de notificaciones está muy conseguido y es práctico de usar, pero si estamos mucho tiempo sin mirar el reloj y el smartphone y se acumulan muchas notificaciones de una misma aplicación (por ejemplo con WhatsApp), queda un listado algo difícil de entender. Aunque la idea no es leer todo en el reloj, si no tener constancia de que hay cosas que leer en el móvil, por lo que no es un problema demasiado grande.
- La derecha, donde podemos añadir widgets de accesos directos a aplicaciones que además incluyen información rápida.
- La inferior, donde están todas las aplicaciones.
- La superior, una barra de ajustes rápidos con control de volumen y brillo e información de la conectividad y batería.
El reloj se puede gestionar casi por completo desde el propio smartwatch, pero la forma más cómoda es controlarlo y configurarlo desde Gear Manager, la aplicación que nos permite añadir aplicaciones y acceder a todos los ajustes del reloj desde el móvil, mucho más fácil que hacerlo desde el smartwatch.
Respecto a las aplicaciones tenemos que diferenciar entre las que pueden funcionar en modo standalone y las que necesitan del smartphone para sacar todo el partido. El ejemplo con las aplicaciones de deporte es muy ilustrativo: La aplicación de Nike está desarrollada para funcionar con todas las características, mientras que la de Endomondo necesita del smartphone conectado por bluetooth. Esto significa que la aplicación de Nike puede acceder al GPS del smartwatch para grabar los datos de la ruta, mientras que la de Endomondo no, ya que solo puede grabar los datos de GPS si se conecta con el smartphone.
Afortunadamente esto es una cuestión de desarrollo y las aplicaciones simplemente se tendrán que actualizar para poder hacer uso de todas las funcionalidades del reloj. Cuestión de tiempo y de que cada desarrollador decida adaptarse, pero algo que en potencia es posible. La idea es conocer que existen dos modos de funcionamiento y tener cuidado con cuándo podemos y cuándo no sacar todo el provecho del smartwatch.
Conectividad
Samsung ha querido que el Gera S sea el smartwatch definitivo, y para eso le ha incorporado todo lo que un reloj inteligente puede llevar, pareciéndose su listado de características técnicas más al de un smartphone.
El Samsung Gear S tiene bluetooth, WiFi, sensor de rayos UVA, pulsómetro, altavoz y micrófono. Y lo que es más importante y llama tanto la atención, ranura para nanoSIM. Esta permite que el dispositivo pueda funcionar de manera autónoma y que salgamos de casa sin el smartphone y aún así no nos perdamos las notificaciones, pudiendo incluso contestar llamadas.
La posibilidad de introducir una tarjeta nanoSIM nos permite utilizar el teléfono en dos modos, el multiSIM y el de dos SIMs. Os copiamos las funcionalidades que ofrece cada uno de la toma de contacto del Gear S:
En el modo multiSIM tendremos un duplicado de tarjeta SIM en el reloj y esto nos da tres posibles modos de funcionamiento:
- Bluetooth: Cuando el reloj está emparejado y conectado con el smartphone mediante bluetooth recibimos todas las notificaciones del teléfono en el smartwatch y podemos usarlo como estamos acostumbrados en un smartwatch. Hay una conexión directa.
- Conectado en remoto: Si dejamos el teléfono en casa y nos vamos con el reloj se pierde la conexión bluetooth y arranca el modo remoto. Cada vez que recibimos una notificación en el teléfono se envía a un servidor, que a su vez lo envía al reloj y lo recibe gracias a estar conectado este por red.
- No conectado: Al tener un duplicado de SIM en el reloj, aunque el teléfono se quede sin batería, podremos seguir recibiendo notificaciones de aplicaciones nativas en el reloj como llamadas y SMS. El resto de notificaciones no llegarán hasta que el teléfono se vuelva a encender.
Si lo que tenemos son dos SIMs diferentes podemos vernos en los siguientes casos:
- Bluetooth: Es igual que en el modo multiSIM, pero podemos configurar que el reloj reciba llamadas y SMS de su propia SIM, es el usuario el que decide cómo hacer esto.
- Conectado en remoto: Igual que con el modo multiSIM, pero si en este caso se apaga el smartphone no recibiremos llamadas y SMS de su SIM, ya que no estamos usando un duplicado.
- No conectado: Cada uno utiliza su propia SIM.
Es decir, que gracias a la ranura microSIM podemos por ejemplo salir a correr con el Gear S, grabar una ruta con su GPS y además recibir notificaciones de WhatsApp, Telegram, otras aplicaciones de terceros y contestar una llamada desde el reloj.
Batería
Y después de leer todo esto, sobre todo teniendo en cuenta que el Gear S es un smartwatch con GPS y nanoSIM que se conecta a redes 3G, te puedo asegurar que no eres el único preocupado seriamente por la batería del reloj.
Pese a todas estas funcionalidades, el Gear S tiene una batería de solo 300 mAh, pero después de nuestras pruebas hemos podido comprobar que tiene una muy buena autonomía comparado con el resto de smartwatches que hemos probado, y de hecho es uno de los que mejor se comporta en este aspecto.
Ya dimos unas primeras cifras de autonomía, y tras unas pruebas más intensas se han ido confirmando. El smartwatch llega a superar los dos días de batería, por lo que podremos ahorrarnos unas cuantas cargas a los que muchos otros relojes de este tipo nos obligan, ya que la mayoría no llega a los dos días y se queda en uno y poco. Eso sí, con un uso intenso no alcanzaremos los días, lo que a efectos prácticos supone tener que cargarlo todos los días o llegar al final del segundo día con un peso sin utilidad en la muñeca.
En el modo standalone extremo, es decir, recibiendo notificaciones conectado por 3G y usando el GPS en una ruta, la duración es de unas 6 horas mínimo, pudiendo llegar a superar las 8 si no le damos mucho uso y nos cuidamos de no encender la pantalla a menudo. Según el tipo de actividad para el que lo quieras esto te parecerá correcto o escaso, pero lo cierto es que es superior a lo que ofrecen alternativas como la de Fitbit con GPS, donde la batería queda reducida a un máximo de 5 horas en uso extremo.
Cierto es que unas 8 horas es insuficiente para algunas actividades como rutas largas por montaña, pero no podemos quejarnos demasiado de la autonomía del Gear S, que ha demostrado ser de las mejores del mercado.
Eso no quita que en general el sector del smartwatch tenga que hacer un trabajo enorme con las baterías, ya que hace falta que mejoren mucho las autonomías. La discusión sobre si estamos dispuestos a usar un reloj que necesita pasar por el cargador todos los días sigue abierta, pero mi opinión es que en este tipo de dispositivos la duración de la batería tiene que mejorar muchísimo.
Dicho esto, dentro de lo que tenemos ahora mismo en el mercado, la batería del Gear S es de lo mejor que hay.
Un gran acierto por parte de Samsung para justificar el adaptador es que ahora este incluye una batería extra, por lo que podremos tener una carga completa sin necesidad de conectar el teléfono al enchufe.
Conclusiones
El submundo tecnológico de los smartwatches está evolucionando día a día, y tenemos que ser conscientes de que nos encontramos en su niñez, por lo que hay muchísimo camino por delante.
Todavía queda mucho por explorar, innovar y mejorar (especialmente en las baterías), y con el tiempo el usuario irá definiendo lo que más necesita de estos dispositivos y qué es lo que mejor funciona, como ha pasado a lo largo de la evolución de los smartphones.
El Samsung Gear S es la manera que la firma coreana tiene de introducirse en algo diferente. Donde las pantallas más pequeñas y Android Wear parecían marcar el camino, Samsung ha decidido apostar por una pantalla grande y Tizen. ¿Les funcionará la apuesta? Lo cierto es que han conseguido un reloj muy atractivo, con una pantalla que, siempre y cuando no te moleste por su tamaño, acaba enamorando.
Pese a que la batería siga siendo el problema a solucionar de los relojes inteligentes, el Gear S consigue una autonomía muy respetable que supera a la mayoría de sus competidores, y eso es un punto muy a favor que tener en cuenta.
Sin embargo, la falta de compatibilidad y lo cerrado del sistema es algo que no nos acaba de convencer y que cierra muchas pruebas. Seguimos esperando que Samsung abra Gear Manager a otros fabricantes, y esto podría potenciar enormemente su ecosistema de wearables.
¿Qué os parece el Samsung Gear S? ¿Creéis que esta apuesta por algo diferente es acertada?