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Como cada año desde 2010, llega el momento de enfrentarse al último integrante de la familia Galaxy S, el smartphone que representa lo que Samsung es capaz de ofrecer al mercado de los smartphones. Este es el análisis del Samsung Galaxy S8.

Samsung le debe mucho a la familia Galaxy S, pero los últimos meses no han sido nada fáciles para la compañía surcoreana. Los Samsung Galaxy S8 y S8+ ya están en el mercado y no solo tienen como misión convertirse en los teléfonos de referencia del 2017, sino también espantar los fantasmas del caso Note.

Si con el Galaxy S7 ya hicieron un gran trabajo, el S8 llega para completarlo, para apostarlo todo a las sexys curvas y a una pantalla que cautiva. Tras unas semanas con él, allá va el análisis del Samsung Galaxy S8+.

Samsung Galaxy S8+

9,0
  • Pantalla de 6.2"
  • Exynos 8895
  • Cámara de 12MP Dual Pixel | 8MP Mpx
  • Batería de 3.500 mAh mAh
  • 4GB GB de RAM
  • 64GB GB de Almacenamiento
  • Peso: 173 gramos g
  • Dimensiones: 159,5 x 73,4 x 8,1 mm
  • Resolución de QuadHD+ 2960×1440
  • Más especificaciones Menos especificaciones
PVP 909€
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  • Diseño y construcción
  • Pantalla
  • Cámara
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  • Lector de huellas
  • Bixby debe mejorar
  • Batería mejorable

Características y diferencias entre el Galaxy S8 y S8+

Esta es la review del Galaxy S8+, es decir, el modelo de mayor tamaño, pero prácticamente todo lo que se diga aquí tiene validez para el S8. A nivel técnico son hermanos gemelos y no hay más diferencias entre ellos que el tamaño de pantalla, que por tanto aumenta el tamaño total del smartphone, y su batería.

La pantalla es la protagonista del último smartphone de Samsung, en el S8 nos encontramos con un panel SuperAMOLED de 5,8 pulgadas con resolución 2960×1440 píxeles (570ppi), mientras que el S8+ crece hasta las 6,2 pulgadas manteniendo resolución y, claro, reduciendo ligeramente la densidad hasta los 529ppi, algo que no se aprecia en absoluto y en ambos terminales luce de una forma espectacular.

El corazón del S8, su procesador, varía dependiendo del país en el que se comercialice. En el caso de España incluye el Exynos 8895 de ocho núcleos, pero también hay una variante con Snapdragon 835, lo último de Qualcomm. En ambos encontramos 4GB de RAM y una única opción de almacenamiento, 64GB con posibilidad de ampliar mediante tarjetas microSD.

Todas las especificaciones del Samsung Galaxy S8+

  • Procesador Qualcomm Snapdragon 835 / Exynos 8895
  • Pantalla de 6,2 pulgadas resolución QuadHD+ (2960×1440)
  • 4GB de memoria RAM LPDDR4
  • 64GB de almacenamiento UFS 2.1 + microSD hasta 256GB
  • Cámara trasera DualPixel 12MP con OIS f/1.7
  • Cámara frontal con sensor de 8MP f/1.7
  • Lector de huellas, reconocimiento facial y de iris
  • Batería de 3.500 mAh
  • Resistencia al agua y polvo IP68
  • Sistema operativo: Android 7 Nougat con personalización de Samsung
  • WiFi, Bluetooth 5.0, ANT+, USB Tipo C, GPS (Glonass y Galileo)
  • Asistente virtual Bixby
  • Dimensiones:159,5 x 73,4 x 8,1 mm
  • Peso: 173 gramos
  • Precio: 909 euros

De toda esta lista poco podemos echar en falta. Sí, la radio FM se queda fuera.

Diseño, construcción y sensaciones que desprende el Galaxy S8

Es una preciosidad. No esperes partes mal alineadas, plásticos o materiales de baja calidad. El Samsung Galaxy S8+ (y S8, claro, ya dejo de repetirlo, que soy un cansino) es una pieza extraordinaria de tecnología y no hace falta tenerlo en la mano para notarlo, esto se aprecia a simple vista.

Frontal y trasera son dos enormes láminas de cristal, ambos protegidos por Gorilla Glass 5, y se funden de forma magnífica con el chasis de aluminio pulido, más cromado que mate, que rodea todo el terminal. Los bordes laterales son curvos por ambas partes, no hay bruscas aristas y ofrece una gran sensación de agarre al tenerlo en la mano. No es resbaladizo, ni mucho menos, aunque eso no quita que en las primeras horas de uso se tenga una cierta sensación de ‘respeto’ y mimo en cada movimiento que hacemos con él.

Hace un año, con los S7, teníamos una versión Edge, con laterales curvados, y otra plana (o flat). Es 2017 y Samsung ya va a por todas con las curvas en su misión por reducir los marcos de pantalla a la mínima expresión. No hay una S8 “plano”, pero eso no quiere decir que la llamada pantalla infinita de estos modelos no tengan marcos, la diferencia es que la curva ofrece una sensación de inmersión mucho mayor.

Salvo por la cámara frontal y los sensores (incluido el de iris, que veremos a continuación), el frontal del Samsung Galaxy S8 no luce nada más que cristal negro, no tenemos ni el logo de la marca. Ahí está la otra gran novedad: en la misión por reducir marcos, el botón físico frontal y los capacitivos que siempre han caracterizado a los Galaxy no tienen cabida en este nuevo modelo. Es hora de pasar página y Samsung se une a la ristra de fabricantes que ya optaron por los botones virtuales en pantalla.

El botón de inicio frontal está ahí, aunque no lo veas. Samsung ha habilitado un sensor en la parte baja central que al pulsar devuelve una agradable vibración como si realmente se pulsase algo físico. Funciona bien y uno se acostumbra rápido.

¿Y el lector de huellas? Detrás, claro, en una posición que ha dado mucho que hablar y que ya os confirmo que no es nada acertada.

El Galaxy S8 es uno de esos objetos da gusto tener en la mano, que es bonito contemplar, repasar sus detalles, apreciar su construcción. Samsung ha hecho un trabajo tremendo, es algo que hay que reconocerles.

No quiero irme de este apartado sin recordar que estamos ante un smartphone de 6.2 pulgadas, una cifra brutal que en condiciones normales significaría sostener un mastodonte en la mano, pero no es así. Es manejable, muy cómodo y la relación de aspecto 18,5:9 resulta extraña al principio, pero con el uso cobra sentido (aunque tiene inconvenientes que mencionaré a continuación) y al volver al OnePlus 3T, por ejemplo, lo extraño ha sido estar ante un dispositivo ‘tan’ ancho.

En cualquier caso, pese a sentirme cómodo con las 6.2 pulgadas, tras convivir con el S8+ estas semanas tengo claro que mi opción sería el S8 y sus 5.8 pulgadas.

Por cierto, esto ha ocurrido en 7 años:

Ventajas e inconvenientes de la pantalla infinita del Samsung Galaxy S8

A estas alturas de la película poco se puede decir del trabajo de Samsung con sus paneles SuperAMOLED. Si te gustan las imágenes con colores vivos, vibrantes y disfrutar de contenido súper vistoso la mayor parte del tiempo, así como tener negros infinitos, esta pantalla te encantará. Si sumamos eso al ‘Infinity Display’, que es como Samsung llama a la pantalla sin marcos del S8, la experiencia al consumir contenido en ella es muy buena… siempre que ese contenido se adapte y aproveche el 100% del panel.

Como comentábamos al comienzo, estamos ante pantallas de 5.8 y 6.2 pulgadas con resolución QuadHD+, que equivale a 2960×1440 píxeles, sin embargo tanto en el S8 como en el S8+ vienen a una resolución menor por defecto, FullHD+ (2220×1080 píxeles). No es preocupante porque lo podemos cambiar fácilmente desde los ajustes del teléfono, o incluso bajarlo todavía más hasta HD+ (1480×720 píxeles), lo que no entiendo es cuál es la razón de estar así por defecto.

He estado haciendo pruebas y la diferencia de consumo entre llevarlo en FullHD+ o QuadHD+ es mínima y tampoco se aprecia un menor rendimiento en juegos o aplicaciones exigentes. Eso sí, para los casos en los que sí estamos escasos de batería, puede ser interesante reducir la resolución, de hecho baja automáticamente al activar los modos de ahorro de energía.

La pantalla del Samsung Galaxy S8 tiene la certificación Mobile HDR Premium con soporte HDR10 (que no Dolby Vision), así que en teoría podremos disfrutar de este tipo de contenido cuando se vaya popularizando (Amazon Prime o Netflix son algunos de los servicios que ya están trabajando en ello), además alcanza un nivel de brillo muy alto, pudiendo ver la pantalla a plena luz del día sin mayor problema.

Con la relación de aspecto de 18,5:9 nos encontramos ante un smartphone más ‘alto’ de lo que estamos acostumbrados, es otra de las claves por las que es cómodo agarrar al no ser tan ancho con esas 6.2 pulgadas. Es un ratio extraño, sí, pero lo cierto es que se agradece al usar aplicaciones a pantalla partida con la multitarea.

En el uso de aplicaciones, nos encontramos que la mayoría se adaptan perfectamente y más allá de “estirar” su interfaz, lo que permite esta ratio es mostrar más contenido al mismo tiempo, sin tener que hacer scroll. ¿Qué pasa con las aplicaciones que no se adaptan? Que aparecerán unas barras negras en la parte superior o inferior. La buena noticia es que Samsung ha añadido un ajuste desde la sección de Pantalla con el que podemos forzar que todas las aplicaciones se adapten a la pantalla completa.

Esta opción funciona realmente bien y personalmente solo me he encontrado dos aplicaciones en las que esa ‘ampliación’ no es perfecta: en juegos como Clash Royale que, pese a que se puede jugar sin problemas, la interfaz está ampliada, y en Instagram, que la sección de Stories también queda ampliada y si hay textos pueden quedar recortados.

A la hora de de reproducir vídeos, la pantalla infinita del Samsung Galaxy S8 es una gozada siempre que el contenido se adapte, de otro modo veremos marcos negros. En el caso de Netflix por ejemplo encontramos series que se ven genial, como Strangers Things, en YouTube dependerá de si el creador ha producido el contenido en formato más panorámico. Si no es el caso, encontraremos que aparece un botón en la barra virtual con el que podemos hacer que el vídeo se ponga a pantalla completa, a costa de sufrir un recorte.

Por último y volviendo a lo comentado al principio, la pantalla SuperAMOLED del S8 luce fantástica, llama la atención allá donde vayas y cuando el contenido se adapta da la sensación de estar sosteniendo pantalla y nada más. El punto negativo es que esos colores tan llamativos suelen alejarse de los que en realidad son. Samsung da la opción de escoger distintos modos de pantalla desde Ajustes, desde el Adaptative Display que “optimiza” los colores y nitidez dependiendo de la aplicación (pero que puede no ser compatible con algunas apps), hasta un modo ‘básico’ más plano o modos de cine y foto que varían el equilibrio de blancos y los contrastes.

Por todo lo demás, la pantalla del S8 es sobresaliente, es la protagonista del teléfono, no hay discusión, y ese trabajo de reducción de marcos hace que en la mano, y en la experiencia general de uso, el último Galaxy destaque entre el resto.

La cámara del Samsung Galaxy S8

Quizá uno de los puntos de los que esperábamos más antes de la presentación de estos Galaxy S8 fuese su cámara, sobre todo en una época en la que los sistemas dobles ya se están afianzando y cada fabricante está llevando esta configuración a su terreno (telefoto, blanco y negro, gran angular…) Habrá que seguir esperando para ver una doble cámara en un Galaxy.

Así, sobre el papel tenemos pocos cambios en lo que respecta a la cámara trasera del Samsung Galaxy S8 si la comparamos con la del S7 y S7 Edge de hace un año, pero es que no hay que olvidar que aquella ya era excelente. A nivel de componentes nos encontramos ante un sensor de 12MP con tecnología Dual Pixel y apertura f/1.7, junto con un estabilizador óptico de imagen integrado.

Sin embargo sí ha habido mejoras en la cámara del S8 y Samsung las ha centrado en el software, en el procesado de las imágenes, un apartado casi más importante que el propio sensor y que puede marcar y marca la diferencia entre teléfonos con, a priori, la misma cámara.

Samsung lo llama “multi-frame image processing”, pero en realidad el usuario no debe saber qué es esto, ni que existe: cada vez que pulsamos el botón de disparo, para nuestros ojos sólo habrá una foto resultante, pero el smartphone en realidad ha realizado 3 fotografías y selecciona la mejor de todas, utilizando la información del resto para mejorar la final, la que nosotros vemos en la galería. Como digo, esto ocurre instantáneamente, no es algo que el usuario deba activar o por lo que preocuparse, es invisible.

Vale, ¿y todo esto cómo me afecta en el mundo real? La cámara del Samsung Galaxy S8 y S8+ no defrauda, sigue a un nivel excelente y probablemente entre las mejores del año, si no la mejor, como una cámara todo terreno para apuntar y disparar. En serio, la cámara del S8 es realmente adictiva.

Con buena iluminación es capaz de captar una gran cantidad de detalle y el procesado por defecto saca colores vivos, objetos nítidos y se lleva muy bien con los cambios de contraste en la mayoría de ocasiones. La cámara tiene un modo HDR auto siempre activado y realiza un buen trabajo, los resultados no son marcados ni artificiales.

La apertura f/1.7 nos permite hacer primeros planos con un bonito desenfoque y ayuda cuando la iluminación baja. En esas ocasiones, en condiciones de menor iluminación, la cámara del S8 mantiene el tipo y, pese a que el procesado es más evidente, no abusa excesivamente del ruido y seguimos teniendo gran cantidad de detalle y nitidez.

En cuanto a la velocidad de enfoque, es muy, muy, rápida, algo que se nota todavía más en grabación de vídeo (en 4K 30fps como máximo). Aquí os dejamos una galería de fotos a máxima resolución realizadas con el Samsung Galaxy S8+ (exactamente la misma cámara que el S8 ‘normal’).

En la cámara frontal sí hay más cambios, estrena un nuevo sensor de 8MP con apertura f/1.7 y Autofocus. Logra captar buen detalle con esta cámara y por supuesto no faltan varios modos de disparo selfie, ‘wide selfie’ con mayor ángulo, así como efectos para la piel, tonos, filtros e incluso se animan con los filtros de realidad aumentada, pudiendo añadir stickers en tiempo real, al estilo Snapchat, Instagram y compañía.

En cuanto al software de cámara, la aplicación es bastante completa y su activación es rápida (la doble pulsación en el botón de encendido funciona a la perfección). Encontramos las funciones principales cerca y Samsung ha pulido el uso con una sola mano, pudiendo pasar entre modos y cámaras con un dedo.

Mención especial para el modo Pro para aquellos que quieran exprimir realmente todo el potencial de la cámara del S8. Es muy completo.

Software y rendimiento del Galaxy S8

Bonito por fuera, ¿y por dentro? De fábrica Samsung incorpora Android 7.0 Nougat en el S8, aunque por supuesto llega con su propia personalización bastante profunda del sistema. No es TouchWiz, es Samsung Experience (en concreto la versión 8.1) y la buena noticia es que no está pero que nada mal.

Como con cada terminal que pruebo, trato de partir de cero cuando meto la SIM en él, dejo a un lado las anteriores opiniones que tenía sobre el fabricante o su software con tal de vivir la experiencia que viviría cualquier nuevo usuario que llega a la plataforma. Tras usar el Galaxy S8+ puedo decir que el trabajo se Samsung con Experience continúa por el buen camino, es una capa muy completa y, a nivel general se comporta muy bien, que no perfectamente.

Por cierto, más allá de la ristra de aplicaciones de Samsung y que duplican a las de Google – como Correo Electrónico, Internet, Samsung Health, Members, Gear, Connect, Calendario… – también llegan preinstaladas un pack de aplicaciones de Microsoft – Excel, Word, PowerPoint, OneNote, OneDrive y Skype – que no podemos desinstalar de forma nativa, sólo inhabilitar en caso de que usemos otras (como Google Docs, en mi caso).

Del Samsung Galaxy S8 no se puede esperar otra que nos sea un rendimiento muy destacable, y es así. En el uso general, durante el día a día, no se le pueden poner peros, sin embargo sigue sin ser igual a la experiencia super fluida y constante que encontramos, por ejemplo, en un Pixel. Obviamente esto no puede ser cuestión de hardware, porque ahí el S8 da la talla con creces, así que las miradas apuntan al software, a la optimización de Samsung Experience, así que los surcoreanos pueden y deben seguir trabajando en ello.

En cuanto al rendimiento a la hora de consumir contenidos multimedia y videojuegos, sin pegas. Desde los juegos más básicos y casuales a los más exigentes se mueven sin mayores problemas. En el apartado de sonido alcanza un volumen bastante alto, pero sin destacar, el altavoz está en una rejilla en la parte inferior junto al USB Tipo C y cumple sin más. Los auriculares incluidos con el S8 vienen certificados por AKG (filial de Harman, comprada por Samsung) y sí están por encima de los que suelen incluir los fabricantes.

De entre todos los añadidos de software que Samsung ha incluido, me quedo sin duda con sus opciones para potenciar la multitarea, no solo con la forma nativa de multipantalla entre dos aplicaciones, sino la posibilidad de recortar exactamente qué zona queremos que esté en multitarea y ‘despegar’ las apps para tenerla en ventanas flotantes.

Funciones de la pantalla Edge: las posibilidades de la curva

Como ya ocurría en anteriores modelos, Samsung aprovecha el lado curvado de la pantalla para añadir algunas funciones y complementos por software, son las llamadas aplicaciones Edge. Veremos una pequeña pestaña en el lateral y al desplegarla podemos configurar distintos paneles.

Son accesos directos a aplicaciones, contactos, la función Smart Select para hacer capturas de pantalla personalizadas, el tiempo, calendario, recordatorios…. En definitiva, es un añadido que podemos aprovechar para tener a mano diversas funciones, simplemente hay que habituarse a usarlo recordando que lo tenemos ahí. Por si hay dudas, se puede desactivar o personalizar al gusto.

Bixby, el prometedor pero desaparecido asistente virtual

Más allá del propio S8, el día de su presentación tuvo casi más atención un nuevo “inquilino” en el mundo de la tecnología: Bixby. Bixby es el asistente virtual de Samsung, un nuevo rival para Google Assistant, Siri, Alexa, Cortana… el asistente de los surcoreanos que no va a estar limitado a smartphones, sino que quieren usarlo como la IA controlará cualquiera de sus dispositivos electrónicos en un futuro hogar inteligente.

Han querido darle tanto protagonismo que incluso encontramos un botón dedicado a Bixby en el marco izquierdo del Samsung Galaxy S8. ¿Qué hace cuando lo pulsamos? De momento poca cosa, ya han retrasado su lanzamiento y no veremos su potencial hasta dentro de unas semanas/meses cuando Samsung lance una actualización.

Bixby ahora mismo es un panel de información mostrada en tarjetas, a lo Google Now. Muestra widgets de noticias, nuestras últimas fotos, la agenda del día según nuestras citas del calendario, los temas del momento en Twitter y algún panel de información más que aparece al usar determinadas aplicaciones, por ejemplo un reproductor de Spotify. Podemos personalizar ese muro de Bixby con más tarjetas, como apps sugeridas, correo electrónico, el tiempo, etcétera.

Por otro lado tenemos Bixby Vision, la integración del asistente en la propia cámara del S8 de forma que podemos enfocar objetos y buscar dónde comprarlos o imágenes relacionadas. No funciona del todo mal, pero en la mayoría de ocasiones no aparece exactamente el mismo objeto escaneado, sino otros con aspecto similar. La misma función se basa en el reconocimiento del entorno para determinar qué lugar estamos viendo a través de la cámara.

La idea es que Bixby aprenda de nuestro uso y el contenido que muestra evolucione durante el día y que podamos pedirle mediante acciones de voz que realice todo tipo de acciones, involucrando a aplicaciones de terceros o cambios de configuración en el propio teléfono.

Todo eso es en el mundo ideal de Bixby que de momento no podemos probar. De momento las veces que ‘he caído’ en Bixby ha sido por equivocación al tratar de bajar el volumen o pulsando el botón al hacer una fotografía. Mientras llega esa prometida actualización de Samsung con la que desatarán el potencial de Bixby puedes cambiar la función del botón con estas aplicaciones:

Opciones de seguridad: hablemos del lector de huellas

Junto a los clásicos métodos de seguridad mediante PIN, patrón o contraseña, en el S8 y S8+ encontramos tres métodos de bloqueo por identificación biométrica: lector de huellas digitales, escáner de iris y de cara. Vamos por partes.

El lector de huellas del S8 está situado en la parte trasera, nada nuevo en el mundo de los smartphones, el problema está en su colocación, ya que normalmente lo solemos encontrar centrado, bajo la cámara, justo donde cae de forma natural el dedo índice indistintamente de la mano con la que agarremos el terminal. En el Galaxy S8 y S8+ el lector está a la derecha de la cámara, una posición nada habitual… e incómoda.

Esa ubicación dificulta que lleguemos al sensor de forma rápida o que lo hagamos de forma parcial, por lo que tendremos que tocarlo varias veces hasta que la identificación sea correcta. Sí, te acabas acostumbrando con el uso, pero cuesta. Pienso que en el S8+ esta dificultad es todavía mayor que en el modelo ‘pequeño’ por sus dimensiones.

La mala noticia es que la cámara sufre un daño colateral al tener el sensor ahí: queramos o no va a acabar echa un asco, llena de huellas y dedazos incluso cuando toquemos el sensor a la primera. Samsung es tan consciente de esto que incluso nos recuerda limpiar el cristal de la lente cuando configuramos las huellas y al abrir la aplicación de cámara.

Por tanto, recomendación-truco antes de realizar una fotografía con el S8/+: limpiar la lente, por favor.

El escáner de iris

La alternativa que Samsung quiere que usemos es el escáner de iris, situado en la parte frontal, a la izquierda del auricular y que permanece invisible hasta que el sensor infrarrojo se ilumina en rojo fuego para ver si somos realmente nosotros. ¿Funciona? Sí, y bastante rápido… siempre que estemos en buena posición.

El problema del escáner de iris es que tenemos que mirar el smartphone desde el frontal y a una distancia de unos 30 centímetros para que lector haga bien su trabajo, una posición que no suele ser natural o no siempre, ya que hay cientos de situaciones en el día a día en las que miramos el móvil de refilón, con ángulo o apoyado sobre una mesa (y obviamente no tenemos la mesa en vertical frente a nuestra cara). El resultado es que he acabado usando el lector de huellas o directamente he desistido y he acabado insertando el patrón/PIN.

Como concepto el escáner de iris está muy bien como método de seguridad por identificación biométrica, pero debe mejorar el reconocimiento en todo tipo de seguridad para ser una alternativa real y fiable.

Por cierto, todas mis pruebas han sido con gafas de vista y no he tenido ni un problema (eso sí, para registrar el iris la primera vez hay que quitárselas), incluso me ha sorprendido lo bien que funciona cuando hay grandes contraluces o una fuente de luz brillante frente al sensor. Como es obvio, no funciona con gafas de sol.

Reconocimiento facial, rápido pero inseguro

Por último tenemos el reconocimiento facial, un método de bloqueo que utiliza la cámara frontal (no tiene un sensor dedicado) para identificar al usuario simplemente mirando su cara. También funciona muy rápido e incluso en más posiciones y ángulos, el problema es que no es seguro.

Es el propio Samsung quien alerta que el reconocimiento facial puede saltarse usando una imagen o video del usuario y, efectivamente, así lo he podido comprobar con una foto mía. Por tanto, si queréis seguridad, olvidad esta forma de bloqueo. Mi combinación final estos días ha sido iris + huellas + PIN.

Batería: 3.500mAh para la versión Plus

Junto al tamaño de pantalla, este es otro apartado en el que encontramos diferencias entre S8 y S8+, ya que el segundo modelo incluye 500mAh más, dejándonos un total de 3.500mAh de capacidad y debemos decir que no sorprende, el Galaxy S8+ no destaca precisamente por su autonomía.

Desconectando el cargador a primera hora de la mañana y con un uso bastante normal de redes sociales, navegación web, fotografías y alguna partida esporádica al Clash Royale llegaremos al final de la tarde con batería justita y ya mirando dónde hemos dejado el powerbank o buscando un enchufe. Siempre con brillo automático.

Si controlamos el brillo es más fácil llegar a una jornada completa sin pasar por el cargador y mantener algo de carga para el siguiente, cuando tendremos que repostar sí o sí. Como decía en el apartado de pantalla, no he notado grandes diferencias entre usar la resolución FHD+ que viene por defecto o subirla a QHD+.

Un punto importante del gasto de batería del S8+ viene precisamente estando en reposo, es fácil que el terminal gaste un 15% durante la noche y en el día a día jamás llega a entrar en reposo absoluto. No hay aplicaciones ‘enganchadas’ consumiendo, es el propio sistema y yo apuntaría a la función Always-on Display que muestra la hora y notificaciones cuando la pantalla SuperAMOLED está apagada, al desactivarla ese consumo mejora y bastante.

La carga rápida con el cargador incluido nos permite cargar el smartphone por completo en algo más de una hora y media, y además tenemos tecnología de carga inalámbrica (y rápida), como en modelos anteriores.

Conclusión y opinión del Samsung Galaxy S8

¿Recomendaría el Samsung Galaxy S8+? Sin duda alguna, es un smartphone soberbio, con un diseño espectacular y una construcción como jamás había visto. Esto es lo primero que entra por los ojos y las sensaciones que desprende al sostenerlo, pero si lo combinamos con un rendimiento excelente y una cámara a la altura, que la tiene, no hay duda de que es uno de los mejores smartphones del año.

Su batería, o mejor dicho, su gestión de recursos y consumo, podría ser mejor y la ubicación del sensor de huellas es una espinita clavada en una hermosa flor. En cuanto a Bixby, no se puede juzgar en el que estado que está actualmente.

Por otro lado, se echa en falta que el S8+ ofrezca algo diferenciador con respecto al modelo de 5,8 pulgadas más que una simple pantalla más grande, quizá hubiese sido una buena oportunidad para Samsung hacer una primer incursión en las cámaras dobles con este modelo, dar una razón de peso al cliente que se plantea gastar 909 euros por su nuevo smartphone.

Y lo mejor que nos deja este Galaxy S8 es la sensación de un futuro muy prometedor, un ejercicio de diseño por el que cualquier cosa que no sea esto, o mejor, será como dar un paso atrás.