En ningún sitio es más evidente el increíble avance que ha realizado el sector tecnológico en los últimos años que en los ordenadores portátiles. Motivados por las grandes ventas en España como resultado de la pandemia, los fabricantes han echado el resto y la competitividad es más alta que nunca; el nuevo Razer Blade 18 Mercury, con un precio de partida de 4.399 euros, representa hasta qué punto ha llegado la industria.
Es cierto que ese es un precio de los que nublan la visión, por las lagrimas que soltaremos pagando semejante cantidad de dinero; pero nadie dijo que conseguir lo mejor fuese barato. Porque este portátil no apunta a ningún otro sitio que no sea la cima, y por supuesto, eso significa que está diseñado para jugadores, los consumidores más exigentes del mercado.
Aquí no encontraremos ni un solo sacrificio, ni una sola pieza fuera de lugar. Todo el portátil está pensado para ofrecer la mejor experiencia posible en un dispositivo Windows; y lo mejor de todo, es que lo consigue con un aspecto que engaña un poco.
Lobo con piel de cordero
Y es que la gran novedad de la versión Mercury de los Razer Blade 16 y Razer Blade 18 lanzada este verano en España lo indica el nombre: un nuevo color gris. Parece un cambio nimio, pero estamos hablando de una compañía que adora el color negro mate, y por buenas razones; todos sus productos están basados en la mezcla de ese negro tan propio con la iluminación RGB. Por eso, fue una gran sorpresa cuando la compañía presentó sus primeros periféricos para el trabajo en la oficina, que se diferenciaban por este color; ha debido tener éxito, porque ahora llega a los modelos gaming.
Evidentemente, la elección de color es una cuestión de gustos, ya que, aparte de ese detalle, realmente no hay diferencias entre la versión Mercury y la normal; personalmente, este color gris me gusta mucho más, y no, no es porque hace que el Blade 18 se parezca algo más a un MacBook. Aunque el negro mate de Razer es ya mítico, también atrae demasiado las huellas, algo que no ocurre con el Mercury; y lo primero que he notado al tocar el chasis de aluminio anodizado es que ya no tengo que sacar el paño de las gafas para limpiarlo cada vez que lo toco (peculiar que es uno).
Por supuesto, la calidad de fabricación sigue siendo la misma sin importar el color, y el Blade 18 ha sido fabricado en un solo bloque de aluminio, fresado por CNC para obtener una pieza única que ha sido anodizada para obtener este acabado tan característico. Lo dicho, es cuestión de gustos, pero es difícil no sentir un aprecio especial por este modelo.
El diseño de Razer siempre ha sido puntero, y eso es algo que se nota más en el color Mercury. Aquí no encontrarás ninguna de las florituras que meten otros fabricantes para llamar la atención, más bien al revés; el diseño puede ser hasta 'aburrido', si es que eso tiene sentido, pero personalmente, lo prefiero así. El hecho de que un color originalmente pensado para productos de teletrabajo funcione tan bien en un producto gaming no deja de ser irónico. Como es irónico el hecho de que este "ordenador portátil" no sea muy… portátil. Y eso que, relativamente hablando, es pequeño teniendo en cuenta la enorme pantalla de 18 pulgadas que usa, y sus 3,10 kilogramos son notables cuando los llevas en la mochila, pero sorprendentes teniendo en cuenta el 'hardware' que lleva.
Tal vez lo que menos me ha gustado de mi experiencia con el Razer Blade 18 Mercury es el teclado; o mejor dicho, su tamaño. Y es que es el mismo teclado que se encuentra en modelos más pequeños de la gama, y como resultado, da la sensación de que Razer no ha aprovechado bien la enorme cantidad de espacio disponible. No puedo decir lo mismo del trackpad, que es gigantesco, aunque eso suponga que, cuando estás escribiendo, sea imposible no poner las manos encima. A ambos lados del teclado, sendos altavoces que apuntan directamente a nuestra cabeza; considero que les falta el impacto de los graves, aunque me haya sorprendido el efecto estéreo y los agudos.
Potencia de sobra
El Razer Blade 18 Mercury sólo se puede configurar con un procesador, el Intel Core i9-13950HX, que no es el más puntero de la gama pero se acerca al contar con nada menos que 24 núcleos; este es de esos procesadores que tienen diferentes tipos de núcleos para cada tarea, y en este caso tiene 8 núcleos dedicados en exclusiva al máximo rendimiento, y 16 núcleos más eficientes. La frecuencia máxima es de 5,50 GHz y viene acompañado de 32 GB de memoria DDR5-5600. En otras palabras, potencia más que suficiente para cualquier tarea que se nos ocurra, aunque hubiera estado bien dar la opción de ampliar a 64 GB de RAM.
En el terreno gráfico, la cosa pinta incluso mejor, ya que tenemos dos opciones: la RTX 4080, o la RTX 4090, las dos tarjetas de gama alta de Nvidia que ofrecen lo máximo de lo que es capaz la compañía. La unidad probada usaba la GPU más potente, para mi agrado; y es que jugar con este sistema es una delicia, porque da igual lo que pongas, sabrás que podrás disfrutarlo como es debido.
Cuando puse The Witcher III, por ejemplo, no me pregunté a mi mismo qué opciones podía quitar; directamente lo puse todo en Ultra y obtuve tasas de frame en torno a los 140 frames por segundo fácilmente. Lo mejor llega cuando activas el ray-tracing (trazado de rayos), la tecnología estrella de las pasadas generaciones de tarjetas Nvidia, y te das cuenta de que el rendimiento apenas ha sufrido, rondando los 100 fps, pero que el tratamiento de la iluminación es mucho más realista.
Estas excelentes sensaciones no cambiaron sin importar el juego que pusiera. Aunque Elden Ring tiene una limitación de 60 fps, lo puse al máximo con trazado de rayos, y este portátil ni se inmutó. En Doom Eternal, con trazado de rayos obtuve entre 200 y 150 fps dependiendo del tamaño de cada nivel. Pero sabía que el mayor desafío iba a ser Cyberpunk 2077, pero incluso activando la calidad ultra con trazado de rayos, se quedó entre los 70 y los 80 fps, perfectamente jugable y con una calidad de imagen excepcional. No es sólo una cuestión de frames por segundo: los tiempos de carga fueron rapidísimos en todos los juegos probados, gracias al almacenamiento NVMe SSD, que puede alcanzar los 2 TB.
En todo momento, el sistema fue muy estable pese a lo mucho que lo estaba 'machacando'. El sistema de refrigeración trabajó lo suyo, especialmente durante estos días de ola de calor, pero no noté caídas notables en el rendimiento y sí mucho aire caliente saliendo del portátil, lo cual es buena señal (es mejor que no se quede dentro). Donde sí noté el calor fue en el chasis del portátil, hay zonas, especialmente justo arriba del teclado, donde se calienta tanto que hasta duele, aunque las zonas donde normalmente dejas las manos se quedan calientes pero no tan molestas.
Un detalle importante es que pude disfrutar de todos los juegos a la resolución nativa de la pantalla, 2560 x 1600; es bien sabido que ese es el equilibrio perfecto entre calidad de imagen y rendimiento, y la verdad es que el Razer Blade 18 no me decepcionó ni en lo uno ni en lo otro. Es un panel excepcional, con un gran tratamiento de los colores y un buen contraste. Aunque ya estamos empezando a ver portátiles con pantallas OLED, este modelo confía en la veterana tecnología IPS, pero es de los mejores que he visto. Además, es capaz de alcanzar una frecuencia de refresco de 240 Hz, algo que aprovecharemos en los juegos que vayan mejor y en partidas online.
Es un Razer
El cambio de color no es capaz de ocultar el hecho de que este portátil sigue siendo un Razer, con todo lo que ello conlleva. El sistema Windows 11 está relativamente limpio, al menos más que en otros portátiles de la competencia, con pocos programas preinstalados. Razer Synapse es el programa desde el que podemos configurar los principales aspectos del portátil, incluyendo, cómo no, la iluminación RGB en el teclado, que es tan divertida y con tanto potencial como siempre. Otro añadido de software es Razer Cortex, una utilidad que ofrece acceso a varias herramientas para mejorar nuestra experiencia; por ejemplo, es capaz de liberar la memoria RAM de manera automática cuando iniciamos un juego, para que este tenga acceso a todos los recursos del ordenador. Y también es capaz de registrar las tasas de frame y hacer un informe de rendimiento.
El ecosistema de Razer es un punto fuerte siempre que compramos uno de sus productos, y no sólo en el software. En mi unidad de pruebas, también tuve la oportunidad de probar uno de sus últimos productos, la Razer Skin, una 'piel' que nos permite personalizar nuestro dispositivo con diversos diseños; además de para productos de Razer, también está disponible para consolas PlayStation, Xbox, Steam Deck e incluso Apple Macbook.
Tuve la oportunidad de probar un paquete completo de Razer Skin en el Blade 18, y pueden ser una buena alternativa si estamos cansados del aspecto típico del portátil. Fui capaz de instalarlas sin problemas, aunque un fallo tonto cometido por Razer es que no se incluyen instrucciones, sino un código QR que en teoría te lleva al manual; el problema es que el enlace en realidad te manda a la tienda para comprar las 'skins', aunque como he comentado, no he tenido problemas en instalarla por mi cuenta. Los diseños son interesantes (una especie de camuflaje en el que he probado), pero también los hay más comedidos.
¿Me lo compro?
El único inconveniente de elegir la versión Mercury del Razer Blade 18 es que no tenemos tantas opciones a la hora de configurarlo. No es posible montar las gráficas menos potentes (y baratas), por lo que el precio de partida del Razer 18 Mercury es más elevado que el del Razer Blade 18 normal, pero porque la versión más barata posible ya monta una RTX 4080 de gama alta. Si preferimos pagar 1.000 euros menos, es posible montar una RTX 4060 pero ¿sinceramente? no es recomendable.
Este es de esos portátiles que merecen la pena, pero si lo configuramos a tope, o cerca del tope. Como el objetivo del Razer Blade 18 es sustituir a nuestro ordenador de sobremesa, no tiene mucho sentido optar por la versión en negro con la RTX 4060 por 3.399,99 euros; simplemente, no alcanzará el nivel necesario para aprovechar la pantalla ni para jugar a futuros títulos a alta calidad. Me ha resultado más molesto que el procesador tope de gama de Intel, el Intel Core i9-13980HX, no esté disponible en la versión Mercury; en definitiva, a la hora de elegir un Razer Blade 18 tendrás que pensártelo muy bien para no coger la versión equivocada.
Pese a ser un producto relativamente exclusivo, al Razer Blade 18 no le faltan alternativas; y es que la gama alta es un sector muy jugoso para los fabricantes, y todas las marcas gaming tienen una alternativa. Modelos como el MSI Titan GT77 o el Asus ROG Strix SCAR 18 tienen la opción de montar la RTX 4090, pero tienen precios similares; la elección puede depender de la oferta o la disponibilidad más que de preferencias personales.
Tal y como está, la versión Mercury del Razer Blade 18 es una compra tremenda para cualquiera que busque un ordenador potente, preparado para el futuro y con la opción de cerrarlo para llevárnoslo a cualquier parte; aunque no sea muy "portátil", es mejor que llevarse una torre, desde luego.