Parece una moda esto de aumentar las pantallas generación tras generación. Cada flagship que se lanza a comienzos de año incrementa el tamaño de pantalla (en al menos 0.3 pulgadas) a su predecesor, como si fuese una carrera por ver quien la tiene más larga. El problema de esto no es el hecho de que la aumenten, lo cual parece totalmente correcto, es que ya hemos llegado al límite de nuestros bolsillos y, sobre todo, al de nuestras manos.

Es por esto que hay mucha gente que prefiere pantallas algo más pequeñas, pero no les queda otra que resignarse y aceptar estos pantallones si quieren contar con un smartphone de gama alta, porque las compañías parece que no quieren lanzar móviles con Android de gama alta con pantallas más reducidas. Si echas un ojo al mercado de móviles con pantallas de 4.6 pulgadas o inferiores, no encontrarás ningún terminal de las grandes que incorpore un procesador Quad-Core, cámara de 8 megapixels o 2 GB de RAM. Todos se limitan a procesadores de dos núcleos, 1 GB de RAM y cámaras mediocres (exceptuando el caso de los Xperia S y T, claro).

Ojo, que con esto no digo que las pantallas grandes no deban de existir, pues yo soy el primero que reconoce que en muchos casos resultan de utilidad, pero sí reclamo dispositivos más pequeños con especificaciones de alta gama para todos aquellos que no queremos llevar un zapatófono en el bolsillo, que aunque no lo parezca somos bastantes.

Muchos pensaréis que las pantallas pequeñas no funcionarían en el mercado porque la gente busca pantallas de 4.7 pulgadas en adelante, pero basta con mirar al iPhone 5, que con su modesta pantalla de 4 pulgadas ha vendido millones y millones de unidades. Y mejor aún, el iPhone 4 y 4S, que con pantallas aún más pequeñas (3,5 pulgadas) resultaron grandes éxitos en ventas.

Pero el caso de Apple no es el único, pues Motorola declaró que tienen planes de lanzar dispositivos con tamaños más contenidos y el público también respondió bien a ello. Es más, muchos están esperando a que esos smartphones de Motorola con pantallas más pequeñas y Android stock lleguen al mercado para cambiar de móvil (véase el Motorola X-Phone).

En lugar de continuar aumentando el tamaño de las pantallas podrían intentar mejorar la visibilidad en exteriores o mejorar la resistencias de estas, dos puntos débiles que se vienen arrastrando desde hace mucho tiempo y que ninguna compañía se ha propuesto solventar por completo. Así mismo, también se podría trabajar en el consumo de energía de estas, pues las pantallas son grandes devoradores de batería, algo que en la situación actual no podemos derrochar si queremos acabar el día con una sola carga.

Dicho esto, tan solo espero que la nueva visión de Motorola haga a los demás fabricantes reflexionar y, sobre todo, a los usuarios, que son los que realmente tienen en su poder la posibilidad de que aparezcan dispositivos de gama alta con pantallas más reducidas, pues si nos negamos a comprar móviles grandes, no les quedará otra que reducir los tamaños.