Una historia habitual contratamos un nuevo servicio de Internet que nos promete 300 megas de velocidad pero luego, en la práctica la velocidad de descarga es notablemente menor. ¿Me está engañando la operadora? No, no te está engañando. Entonces ¿Por qué Internet nunca va a la velocidad contratada?
Lo cierto es que la razón viene de múltiples factores, desde físicos hasta informáticos, pasando por la saturación de redes Wi-Fi, pero la dificultad para alcanzar las velocidades teóricas es tal que las operadoras desde hace unos años tienen que incluir la preposición «hasta» en sus anuncios, pero no están obligadas por ley a ofrecer un porcentaje mínimo, aunque el ejecutivo de Zapatero planteó fijarlo en el 80%
Muchos factores influyen en la velocidad de tu conexión
El primer elemento que reduce nuestra velocidad es la eficiencia de los protocolos con los que se organiza la red. Así, el TCP/IP puede mermar la conexión entre entre un 11% y un 20%, mientras que el uso de programas que usen, por ejemplo voz IP puede aumentar esta pérdida hasta un 30%.
Otro factor que influye en la disminución de la velocidad es, dependiendo del tipo que conexión que usemos, la distancia que nos separa del nodo telefónico. Si nuestra conexión es vía cable telefónico la distancia será algo fundamental ya que el cable de cobre es poco eficiente y pierde fuerza a medida que nos alejamos, por eso si tenemos suerte y este se encuentra a menos de 1000 metros podremos disfrutar de velocidades más o menos cercanas a las prometidas, pero esta se irá reduciendo a medida que la distancia sea mayor.
Esto no ocurre con conexiones de fibra óptica, que tiene una eficiencia cercana al 100%, pero ahora que este tipo de conexiones comienza a extenderse tenemos un nuevo problema que limita nuestra velocidad: las redes Wi-Fi, y es raro un operador que no ofrezca directamente routers con conexión inalámbrica.
Las redes Wi-Fi, hasta un 30% más lentas que el cable
Según un estudio realizado por Epititro en con 14.001 voluntarios de Estados Unidos, Italia y España la velocidad real cae casi un 30% si se está conectado a través de una red Wi-Fi. De nuevo, el propio protocolo de estas redes reduce la velocidad final, ya que este incluye una serie de retrasos para asegurarse que es el único que está emitiendo en ese canal.
Por otro lado, cualquier obstáculo entre el router y el dispositivo reduce notablemente la velocidad final: desde paredes, puertas, otros dispositivos, fluorescentes, microondas e incluso otras personas. Todo lo que no sea estar en la misma habitación significa una caída en la velocidad. Haciendo pruebas con speedtest para este artículo, un sólo tabique entre el router y el ordenador ha significado una reducción a casi la mitad.
Y luego está también la saturación del espacio. Buena parte de los operadores configuran sus routers de la misma manera, cambiando únicamente el nombre y la contraseña de la red. De esta forma, el espectro de los 2,4 GHz que utiliza la mayoría de redes Wi-Fi queda completamente saturado en ciertas zonas, especialmente en las urbanas, haciendo que puedan interferir unas con otras. Además, también dependerá de la tecnología soportada por tu router, ya que Wi-Fi g permite descargar a 54 Mbps y Wifi n llega a velocidades de hasta 300 Mbps.
Además, a esto hay que sumarle que algunos servicios de televisión como Movistar TV funcionan por fibra óptica, por lo que consumen una parte del ancho de banda. Así, las condiciones ideales para tener una velocidad de conexión cercana a la que nos prometen las operadoras sería una conexión de fibra óptica y conectado a nuestro ordenador a través del cable Ethernet y aun así lo más probable es que no lleguemos a lo que dice el anuncio de la operadora de turno, por lo que lo mejor es no hacerte excesivas ilusiones y no esperar que cuando venga el técnico de tu nueva operadora surcarás la red a velocidad absurda.