Ciertas comunidades religiosas nunca han sido muy amigas de la libertad de información y del los contenidos que los medios actuales e Internet ofrecen al navegante. Ni que Internet estuviera lleno de señoritas desnudas, oiga. La comunidad judía ultra-ortodoxa ha sido una de las más beligerantes en este aspecto.
El pasado 30 de junio tuvo lugar una reunión de los más distinguidos rabinos en Jerusalem para tratar del el nuevo gran peligro espiritual que se cierne sobre su comunidad: el Whatsapp. Al parecer la aplicación de mensajería instantánea se ha convertido en una problema ya que se ha convertido en un popular método entre sus fieles para formar grupos y compartir cotilleos e imágenes poco apropiadas.
No es la primera vez que los rabinos se enfrentan a los demonios de la sociedad de la información. Con diversos periódicos y revistas supervisados por los rabinos y con la televisión prohibida en diversas comunidades, aparatos grandes y difíciles de esconder. Internet supuso un gran problema. Aunque en un principio se intentaron prohibir los ordenadores, la necesidad de usarlos con fines laborales obligó a las comunidades más estrictas a ceder en este sentido, pero de conexión a Internet ni hablar.
Pero ahora estamos en la era de los smartphones y los dispositivos con conexión a la red caben en un bolsillo. Vista la dificultad de mantener a raya este fenómeno nacieron los ‘teléfonos kosher’. Los primeros teléfonos de este tipo fueron unos Nexus 4 modificados que, por ejemplo, no tenían navegador de Internet y sólo llevan aquellas aplicaciones aprobadas por los rabinos y costaban entre 450 y 530 dólares dependiendo de la memoria.
Judios ultra-ortodoxos y los smartphones: limitados para evitar tentaciones
Sin embargo, el poder adquisitivo de la comunidad ultraortodoxa suele ser elevada, por lo que bastantes miembros, especialmente los más jóvenes compraban dos terminales, el limitado por el poder religioso y uno normal, con dos números distintos y uno para usar con el resto de la comunidad y otro con el que mantenían contacto con el resto del mundo.
Por eso, los rabinos han decidido ser inflexibles en este aspecto, y no sólo han prohibido el uso de Whatsapp, sino que también el de cualquier teléfono que no esté debidamente limitado para asegurar la pureza de la vida judía ultraortodoxa. Cualquiera al que se le encuentre un teléfono normal no se le permitirá trabajar en sus instituciones, y sus hijos serán expulsados de sus escuelas.
Por suerte, no todos los movimientos religiosos tienen en los smartphones y las nuevas tecnologías un enemigo de la pureza espiritual. Para las comunidades musulmanas el encontrar la dirección en la que se encontraba La Meca podía ser un problema que ha sido solucionado por las brújulas digitales, y durante el Ramadán, Google puso a disposición de los musulmanes My Ramadan Companion, una aplicación que les permitía organizarse el día durante el mes.
Es evidente que cada uno puede creer y seguir las creencias y la forma de vida que cada uno quiera, pero desde fuera se hace bastante complicado entender ciertas prohibiciones, y reglas tan estrictas y que por algo tan simple como tener un smartphone se te pueda prohibir trabajar en ciertos sitios o incluso que tus hijos sean expulsados de sus colegios, como si ellos tuvieran alguna culpa.
Vía The Economist