No ha pasado ni un año desde que Bruselas presentó cargos contra Google por sus prácticas monopolísticas y abrió una investigación sobre el sistema operativo Android, una investigación que se acaba de transformar en un pliego de cargos de Unión Europea contra Google que podría suponer una multa de hasta un 10% de la facturación de la compañía -aunque la UE nunca ha impuesto una multa de semejante calibre-.
Android tiene una cuota de mercado que ronda el 80%, y en el ojo del huracán están las Google Apps (las aplicaciones de Google). Según la UE, el gigante estadounidense estaría aprovechándose de la posición dominante de Android para imponer también el uso de sus propios servicios (tales como Gmail, Drive o Mapas), cerrando de esta forma el paso a la aparición de nuevas aplicaciones que podrían representar competencia.
Las Google Apps, en el centro de la tormenta
Según Bruselas, los de Mountain View obligan a los fabricantes a que sus aplicaciones vengan preinstaladas en los terminales. La compañía del buscador, por su parte, se defiende diciendo que cualquier fabricante es libre de usar Android Open Source Project (source.android.com), lo cual cabe decir que es completamente cierto: cualquiera puede descargar el código de Android, modificarlo, meterlo en un teléfono y venderlo sin pagar un duro a Google.
Sin embargo, también es verdad que Google sí que exige a los fabricantes la instalación de ciertas aplicaciones si quieren tener acceso a Google Play, aspecto al que se pueden aferrar en Bruselas para acusar a Google. Además, Android AOSP es poco más que el esqueleto del sistema operativo, sin ningún tipo de servicio de correo o nube asociado. Desarrollarlos es complejo y costoso -aunque Amazon o Cyanogen lo han logrado sin Google-, por lo que a muchos fabricantes no les queda otra que pasar por el aro.
Según el Wall Street Journal, estos cargos han sido iniciados -al menos en parte- por las quejas de diversas teleoperadoras europeas, asegurando que las imposiciones de Google hacen difícil que muchos compradores diferencien entre uno y otro producto, o que siquiera lleguen a saber que existen alternativas. Por su parte, Google considera que para que haya abuso de posición tiene que haber un intercambio económico, y recuerda que sus servicios son gratuitos.
Unión Europea contra Google: un culebrón muy largo
Hace un año, Bruselas ya abrió un proceso similar contra Google en el que acusaba a la compañía de favorecer sus productos y servicios en el buscador frente a los de la competencia. Sin embargo, el gigante californiano recurrió la acusación, y a día de hoy el proceso se encuentra todavía muy lejos de estar resuelto. Las investigaciones comenzaron en 2010 bajo la dirección de Joaquin Almunia, y no fue hasta 2015 cuando llegaron los primeros cargos.
La UE tiene, además, otras investigaciones abiertas entorno a Google. Estas causas pendientes van desde sus prácticas de ingeniería financiera hasta las restricciones que imponen en Mountain View a la hora de llevar las campañas publicitarias a otras plataformas.
En todo caso, el encontronazo entre Google y la Unión Europea promete ir para largo hasta que conozcamos las verdaderas consecuencias -el año pasado Obama acusó a Bruselas de perseguir a las tecnológicas americanas-, y todavía nos encontramos sólo en el primer acto. Tendremos que esperar todavía muchos meses para ver cómo se desarrollan los acontecimientos.