Los avances en inteligencia artificial generativa llevan varios meses causando revuelo entre usuarios y, sobre todo, profesionales. Ya hemos conocido algunos casos de despidos de ciertos empleados para ser sustituidos por sistemas automatizado que usan este tipo de tecnología. Hasta ahora los más amenazados eran redactores e ilustradores, por el auge de aplicaciones como ChatGPT o Midjourney.
Sin embargo, el lanzamiento de Sora ha sido una sorpresa incluso para la gente de dentro de la industria. OpenAI ha mostrado cómo será la generación de vídeo en un futuro inmediato, lo que podría afectar a guionistas o directores, pero también a expertos en efectos especiales, actores, maquilladores, responsables de vestuario...
Para conocer el impacto de primera mano en España, desde EL ESPAÑOL - El Androide Libre hemos conversado directamente con perfiles profesionales que podrían verse afectados por este cambio de paradigma para comprobar si la amenaza es real y cómo prevén que les pueda afectar esta tecnología. En concreto, dan su visión sobre cómo Sora les puede afectar: Antonio Mérida, videógrafo y docente audiovisual; Iker Morán, periodista sobre fotografía y responsable de un medio especializado; José Turpín, videógrafo de bodas; José Sáez-Merino, artista 3D; y Nacho Nava, dibujante de cómics, director de cine y editor de vídeo.
¿Todos los perfiles afectados?
La amenaza de que la tecnología quitará puestos de trabajo puede hacer pensar que todos los empleos relacionados con la creación audiovisual correrán el mismo peligro, pero no parece que vaya a ser el caso. Antonio Mérida, videógrafo de bodas y docente audiovisual, cree que en su caso no cree que le afecte mucho, pero "la gente dedicada a la animación en 3D y los venta de vídeos de stock sí se verá afectada."
De la misma opinión parece Iker Morán, periodista sobre fotografía y responsable del medio especializado Photolari.com, que cree que "en publicidad y cine la cosa cambia mucho y estos nuevos sistemas parece que podrían servir para simplificar producciones, abaratar costes y, en general, prescindir de trabajos." En este mismo sentido, José Antonio Turpín, videógrafo de bodas, tampoco ve que a corto o medio plazo este tipo de tecnologías vaya a afectar a su trabajo, aunque sí que lo harán "herramientas de postproducción basadas en IA, que permitan edición y montaje de una manera automática, como ya hacen Aftershoot e ImagenAI en el campo fotográfico. "
José Sáez-Merino, experto en efectos especiales y artista 3D opina que, por el momento, este tipo de tecnología no puede sustituir puestos como el suyo porque "sin la posibilidad de controlar de forma minuciosa todos los aspectos de la generación de imágenes esto no va a entrar de forma generalizada en entornos profesionales. Puede apoyar ciertas tareas, pero no creo que estén listas para generar videos o planos completos hasta dentro de unos años. Entonces ya veremos." Esa última frase pone el acento en la velocidad y la capacidad a la que evoluciona esta tecnología.
Nacho Nava, dibujante de cómics, director de cine y editor de vídeo, ve a Sora y herramientas similares como una forma de "ahorrar presupuesto en la previsualización y conceptualización del proyecto, permitiendo invertir más es en su desarrollo para que el resultado final sea potente". También cree que será una "una herramienta muy poderosa de comunicación con el equipo". Pero apunta a algo que será problemático en el futuro.
El director deja claro que el uso de estas herramientas "debería quedarse en privado, sin llegar a publicarse. Sora usa la extensa biblioteca disponible de la red, es decir, está usando el trabajo público de miles y miles de creadores. Y hasta que no se regule en términos de derechos de autor y propiedad intelectual, Sora debería quedarse en uso de escritorio. Para alimentar una IA, los artistas cuyo trabajo la nutren deben cobrar. Si no, es un robo."
Amenaza para la publicidad
Hay un tipo de trabajo que sale en todas las respuestas de forma recurrente: las fotos y vídeos de stock. Esta industria parece una de las más amenazadas por la nueva oleada de IAs generativas al centrarse en imágenes y vídeos muy genéricos que, por definición, no requieren ningún tipo de personalidad.
Iker Morán indica que "parece evidente que la fotografía de producto y stock (y el vídeo) será la más afectada. Como siempre, dependerá de lo que se quiera. Es decir, ¿va a pagar un medio una foto de stock de relleno para ilustrar una noticia o la va a generar gratis? Sabemos la respuesta porque ya está ocurriendo". Lo mismo afirman Antonio Mérida o José Sáez Merino, que además suma a los afectados los puestos que se dedican a crear texturas para elementos en 3D. Según él "si te dedicas a esto tienes dos opciones: o empiezas ya a generar tus librerías con estas herramientas, o te buscas otro trabajo."
Nacho Nava también pone el acento en la publicidad, un sector en el que el ahorro de costes es muchas veces es una prioridad, aunque "la capacidad de generación de imágenes de estos motores no es muy elevada y se repiten, en estética y elementos narrativos, por lo que el público enseguida diferenciará qué piezas han sido creadas con estas herramientas. Y esto se aplica a todos los campos del vídeo marketing: anuncios, vídeos de biblioteca, animaciones, etc." Según el director se corre el riesgo de alejar a la audiencia si se abusa de esta tecnología.
El extra del 'hecho a mano'
Al igual que ha pasado en otros momentos de la historia, toda revolución tecnológica que ha aumentado el número de personas que podían hacer cosas, o que ha hecho que máquinas reemplazasen la labor humana, han puesto a su vez en valor los productos hechos a mano.
Esto es algo que como indica Mérida, "al final el aspecto personal es lo que te diferencia del resto", aunque deja claro que el cliente tiene que valorar eso, y que no siempre es así en todos los trabajos. Algo parecido marca Iker Morán, cuando dice que "la creatividad seguirá en manos de quien tenga la idea y escriba los prompts para generar esa foto o vídeo... El factor humano será determinante. También en el sentido de exclusividad: esto es una foto o un vídeo único, creado por un equipo de personas."
Sáez Merino aporta una visión similar, pero la plasma de manera más directa al afirmar que "hay trabajos que puede hacer cualquiera que sepa usar las herramientas y otros que buscan el toque personal que el artista aporta. Estos jamás podrán ser reemplazados por una IA sin que pierdan el alma del artista." Nacho Nava va en la misma dirección cuando indica que "sin la visión original de un creador que lleva años formándose en el audiovisual, el trabajo de Sora es inútil. El público se cansará enseguida de sus imágenes generadas, porque serán todas similares, copias unas de otras. Será, una vez más, víctima de lo nuevo, de una obsolescencia inmediata". Pero también indica que "le preocupa el campo del cine de animación", donde ve más problemas.
El problema estará en los clientes, como indica Turpín, que no valoren ese elemento diferenciador. Esto "puede suponer la destrucción de muchos empleos una vez que cierto tipo de cliente con poca exigencia puede generar sus propios vídeos en unos minutos. Por otro lado, gran cantidad de profesionales tendrán que modificar su forma de trabajar para adaptarse (y ayudarse) de este tipo de IAs".
Con todo, Iker Morán remarca que "cada vez que hay una revolución tecnológica, parece el apocalipsis. En foto pasó con el paso al color, mucho más con la fotografía digital. "Todo el mundo puede ser fotógrafo" era el grito de guerra. El tiempo ha demostrado que la profesión ha cambiado pero que ser profesional va mucho más allá de tener un equipo o unos conocimientos técnicos. También hace falta, pero es sólo una parte del trabajo."
La importancia de la verificación
Un tema crítico es la capacidad de los profesionales humanos de verificar la obra, de confirmar que un vídeo es real. Como indica Iker Morán "en el momento que hablamos de información, deberían saltar las alarmas porque es ahí donde la foto y el vídeo como herramientas documentales no deberían ser desplazadas. Y donde entran los criterios de control y deontología que toca exigir a los medios". Mérida afirma que este tipo de tecnología debería estar legislada por "lo fácil que es engañar a la población" y Sáez-Merino recuerda que "esto ya es un problema, y que solo va a ir a peor".
Además, con respecto al ámbito profesional, Nava cree que "esto es un problema de derechos de autor y propiedad intelectual" y que las empresas que desarrollan estas IAs deberían "pagar una tasa por el uso de obras con propiedad intelectual y deberían estar obligadas a introducir en sus creaciones algún tipo de código para poderlas identificar como imágenes generadas por IA."
Hay una duda que surge en torno a Sora, y es si este tipo de herramientas estará disponible o no para el gran público, como los están Midjourney o ChatGPT. Nacho Nava cree que "estas herramientas no supondrán una amenaza si su uso es responsable y se inscribe en un entorno profesional, en el día y día y en los escritorios de los artistas y creadores", pero sin llegar al gran público.
Donde la IA aún no llega
También ha surgido la duda de si hay algo que la inteligencia artificial no pueda hacer, al menos sin un salto enorme tecnológico. Sáez-Merino indica que una IA no podrá aportar "gusto, pasión, emoción y tampoco poder filtrar e interpretar las sugerencias de las muchas personas implicadas en la dirección de un proyecto para que el resultado final contente a todos." Antonio Mérida va en la misma dirección, y no cree que la tecnología actual permita mantener una "consistencia narrativa, no tener problema con el racord de continuidad de un plano a otro, aportar originalidad e innovación en las historias que se cuenten..."
Nacho Nava pone el acento en la complejidad porque "la singularidad del pensamiento humano tiene su máximo exponente cuando trabaja en equipo, cuando se junta con muchas mentes. Esta es la parte radicalmente diferencial: el trabajo en equipo. Una película no la hace una sola persona", además de "la originalidad, la disrupción narrativa, el pensamiento divergente, contraintuitivo…"
El miedo a lo nuevo
Morán saca a colación un aspecto que es innato a cualquier tecnología, el miedo a lo nuevo. Es algo que se ha visto a lo largo de la historia de la humanidad en muchas ocasiones. Indica que "es verdad que la IA, como todo lo nuevo, se mira con cierto temor desde el mundo de la fotografía y ahora desde el vídeo. Temor de todo lo nuevo, pero más ante la evidencia de que evoluciona muy rápido", remarcando el rapidísimo avance en calidad de los motores de generación de fotos y vídeos.
Esto, que parte de una realidad, no debe ser lo único a considerar. Hay elementos clave en esta revolución que recuerda a la revolución informática de hace unas décadas, y a la industrial de hace más de un siglo. Que el uso de inteligencias artificiales es imparable parece obvio. La cuestión es, como sociedad, a dónde vamos a dirigir ese uso.
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