Durante décadas, Google ha sido la referencia absoluta para buscar en Internet, pero los tiempos han cambiado. La apuesta por la Inteligencia Artificial va a provocar un enorme cambio en el servicio de búsqueda, y no todos los usuarios, ni las páginas que dependen de las visitas de Google, están contentos.
El año pasado, Google puso como máxima prioridad a todos sus empleados la integración de la tecnología de Inteligencia Artificial en todas las apps y servicios; la compañía quería recortar el terreno perdido con ChatGPT y compañías como Microsoft que estaban integrando su modelo de lenguaje en Windows, Bing y Copilot.
Así se explica que la mayoría de las nuevas funciones presentadas para las apps de Google tengan algo que ver con IA; y la búsqueda no es una excepción. La compañía ya adelantó en el Google I/O del año pasado que iba a desarrollar funciones que funcionarían directamente en la página de Google, y ya están llegando a los usuarios, les guste o no.
Google fuerza el salto a la IA
Hasta ahora, las funciones de IA de Google estaban algo ocultas y limitadas a los pocos usuarios que se pudiesen apuntar a las funciones experimentales de Search Labs. Estos usuarios podían activar SGE, el nombre que recibió la IA generativa en la búsqueda de Google.
Ahora, y para sorpresa de muchos, Google ha decidido activar estas funciones experimentales a usuarios que no lo han pedido, según han descubierto en Search Engine Land; y eso es un problema porque estas funciones cambian completamente la experiencia de Google, para bien y para mal.
La idea es buena sobre el papel. Con las funciones de SGE activadas, las búsquedas de los usuarios son respondidas por una Inteligencia Artificial, basándose en los resultados de Google. Estas respuestas son lo primero que aparecen al hacer una búsqueda, y los resultados tradicionales no aparecen hasta que bajamos la página.
Por una parte, esto puede ser increíblemente útil. Por ejemplo, podemos preguntar a Google cómo eliminar las manchas de vino de la ropa, y la IA nos responderá directamente y sin necesidad de entrar en cada resultado. Pero, por otra parte, eso implica que los usuarios ya no tienen ningún motivo para entrar en las páginas web, y las visitas caerán en picado; y si las páginas cierran, la IA no tendrá ningún sitio del que obtener la información.
La propia Google parece ser consciente de que tiene una bomba de relojería entre las manos, y ha prometido que las respuestas de la IA sólo aparecerán cuando “sean una clara ventaja respecto a los resultados tradicionales”, y que estos últimos continuarán mostrándose. Pero es evidente que la compañía quiere cambiar a ser una empresa de IA ante todo, y de ahí que esté obligando a los primeros usuarios a usar esta nueva versión, aunque no se hayan apuntado.