Los dispositivos inteligentes de muñeca llevan con nosotros varios años. En España empezaron a coger tracción con las primeras Xiaomi Mi Band, dispositivos extremadamente económicos que daban unos pocos datos de cuantificación y avisaban cuando alguien enviaba un mensaje o llamaba. Poco a poco estas pulseras han ido mejorando en capacidades, mientras que mantenían la autonomía.
Los relojes inteligentes, por su parte, han ido también cogiendo tracción, a medida que cada vez más marcas se han decidido a lanzar nuevos modelos, sobre todo desde que Google se metiera en el sector con el Pixel Watch. Eso sí, el problema de la escasa autonomía sigue siendo un fallo importante. De hecho, se podía decir que había dos tipos de relojes inteligentes.
Esto ha sido lo que ha frenado a muchos de comprar un smartwatch, uno con Wear OS o un Apple Watch. Incluso los modelos más potentes y de mayor tamaño han tenido este fallo. Relojes como el Apple Watch Ultra o los Samsung Galaxy Watch Pro llegaban a dar dos días de autonomía, en condiciones óptimas, pero rara vez más que eso.
El problema de la batería
Esto es así por un motivo simple. Los relojes tienen un espacio limitado para la batería pero, además, tienen un consumo bastante importante debido a las funciones que es capaz de hacer el sistema operativo. Cualquier reloj de este tipo es capaz de dar dos semanas de autonomía en modo de ahorro de energía, que lo que hace es minimizar el uso del procesador limitando mucho las funciones.
Pero claro, si se limitan las funciones se pierden las opciones por las que muchas personas quieren comprarse este tipo de relojes. Para eso es más cómodo, y barato, comprar una pulsera o un reloj sin sistema operativo avanzado, como los de Amazfit o muchos de los de Xiaomi o Huawei.
Con todo, hay algunas marcas, como Mobvoi, que han logrado ofrecer hasta 4 y 5 días de autonomía incluso utilizando Wear OS. El camino elegido para ello ha sido el usar dos pantallas, una con tecnología OLED que sólo se usa cuando estamos interactuando con el reloj y una LCD que emula los antiguos relojes Casio y que permite minimizar el uso de la batería. De esta manera, es posible consultar algunas funciones, como la hora, los pasos o la frecuencia cardíaca, pero no usa el procesador principal para ello.
Google lo cambia todo
Google, que es la que desarrolla Wear OS, ha decidido plantar cara a este problema, en una clara intención de hacer que sus relojes sean mucho más populares y, si es posible, que quiten cuota de mercado al Apple Watch, que es el reloj más vendido del mundo. Tras la renovada apuesta por este sistema, hace unos días ha presentado una nueva arquitectura que multiplica por cuatro la autonomía media de los nuevos relojes.
La clave está en un sistema híbrido integrado dentro del núcleo de Wear OS, lo que permite al sistema operar no sólo en procesadores normales, sino también en otros de bajo rendimiento, haciendo uso de un sistema operativo complementario, RTOS. De esta manera, el reloj puede funcionar con el procesador y el sistema de bajo consumo, en los momentos en los que no es necesario usar los sistemas normales.
Esto permite ahorrar batería de una manera bastante notoria, como se ha visto en los relojes como el OnePlus Watch 2 que pasó hace poco por la mesa de análisis. El reloj es capaz de alternar entre los dos procesadores y los dos sistemas operativos de manera totalmente invisible para el usuario, lo que hace que la experiencia de uso no se vea comprometida.
La parte negativa es que los desarrolladores de carátulas para los relojes deberán adaptarlas para que el consumo energético esté controlado. Esto es algo que la propia OnePlus explicó en el evento de lanzamiento de su reloj. Las 100 horas de autonomía de las que presumían sólo se alcanzaban con las carátulas diseñadas por su equipo. Google ya ha explicado a los desarrolladores cómo modificar sus carátulas para que sean más eficientes energéticamente hablando.
El futuro de Wear OS
El movimiento de Google ha cogido a muchos por sorpresa, de una forma positiva. De un plumazo ha disminuido las desventajas de los relojes que usan su sistema operativo, y ha hecho que muchos usuarios se planteen, ahora sí, la compra de un dispositivo de este tipo. La domótica cada vez es más popular y el control de ciertas cosas como el acceso al coche, las puertas de casa o fichar en el gimnasio son acciones que ya se pueden hacer con un reloj.
Además, el pago con el reloj es algo muy cómodo, aunque no muy común. Google debería potenciar aún más esta faceta, del mismo modo que se ha hecho con los teléfonos. En países como España el pago con tarjeta está extremadamente consolidado y hacerlo con el m,óvil solo aporta una mayor comodidad y seguridad. Con el reloj es incluso más grande ese salto.
Sin embargo, aún hay dudas. Es de suponer que otras marcas que hacen relojes, como Samsung, podrán usar este sistema híbrido. Por otro lado, Google aún no ha actualizado su asistente en relojes como para poder hacer las mismas cosas que hace en altavoces o teléfonos. Quizás esté esperando a sustituirlo por Gemini, pero parece que eso irá para largo, porque por el momento sólo se puede usar en móviles en unos pocos países.
Los relojes pueden ser un gran complemento en el ecosistema Android, como lo es el Apple Watch en iOS, pero Google debe seguir reforzando su apuesta por esta categoría de producto, como está haciendo, sin las dudas y los cambios de timón del pasado. Sólo así, quizás, tenga una oportunidad de posicionarse en un sector del mercado que cada vez tiene más usuarios.