La Play Store es la principal tienda de apps de Android, y la que viene preinstalada en la inmensa mayoría de los móviles vendidos en España. Así que cuando Google realiza un cambio en la tienda, las consecuencias pueden ser enormes; ese es el caso de una modificación que ha pasado desapercibida durante la semana del Google I/O, pero que puede provocar más de un disgusto.
Hablamos del límite de coste de las apps vendidas a través de Google Play. Algo que la mayoría de la gente no sabe es que Google impone límites a los desarrolladores de apps sobre la cantidad de dinero que pueden pedir por sus programas.
Por ejemplo, no hay ninguna app que pueda costar menos de 5 céntimos de euro en España; ese es el límite que pone Google en todas las transacciones, para evitar perder dinero con cada una. Por supuesto, los desarrolladores pueden poner la app completamente gratis, pero si quieren cobrar algo, no puede ser menos de 0,05 euros.
De la misma manera, también hay un límite a la cantidad máxima de dinero que los desarrolladores pueden cobrar por sus apps; y esa cantidad ahora se ha multiplicado por dos. El anuncio se realizó en el pasado Google I/O, como parte de uno de los eventos dirigidos a desarrolladores, pero no ha sido hasta hoy que la página de soporte de Google ha reflejado los cambios.
En España, esto supone que las apps podrán costar hasta 940 euros. En efecto, una app podrá pedirte casi 1.000 euros para poder descargarla, algo que puede parecer una locura (y lo es), pero que tiene utilidad para ciertos sectores ‘premium’.
Por supuesto, eso no significa que el precio de las apps vaya a subir por culpa de este cambio; la inmensa mayoría cuesta entre 1 y 10 euros, y el hecho de tener un nuevo límite no va a hacer que de repente cuesten varios cientos de euros. Por lo tanto, no debemos tener que preocuparnos por una subida generalizada de precios, al menos no por ahora y no por esta razón.
El verdadero objetivo de esta subida se encuentra en las apps especializadas, de las que no hay muchas en la Play Store pero que tienen una clientela muy especial y que tiene requisitos muy concretos. Por ejemplo, hablamos de apps profesionales de música, apps de gestión contable para empresas, o apps diseñadas para ser usadas con dispositivos especiales como visores de realidad virtual. Son apps que tienen un nicho muy concreto que está dispuesto a gastar casi 1.000 euros por una experiencia adaptada a sus necesidades.
A eso hay que sumar que hay apps que cuestan mucho, simplemente, porque pueden y quieren. Una de las más polémicas fue iVIP, que costaba los 349 euros que Google Play tenía como límite en España hasta ahora; oficialmente, la app servía para obtener servicio exclusivo en restaurantes y hoteles de lujo, pero en la práctica era una manera de demostrar que el usuario tenía dinero de sobra (o que no tomaba las mejores decisiones económicas). Otra app llamada ‘I Am Rich?’ era más directa y sólo hacía exactamente eso, demostrar que eras rico por haber pagado 349 euros.
Dado que Google se lleva el 15% de todas las ventas realizadas a través de la Play Store (el 30% después de que la app ingrese 1 millón de dólares), la compañía tiene una clara motivación para subir el límite de precio de las apps. Sin embargo, este cambio puede tener consecuencias nefastas para los usuarios, si son engañados o pulsan el botón de comprar la app sin fijarse primero en el precio.