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La nueva locura de Google para el coche: quiere quitarte el control del volante por ser mal conductor, aunque no quieras

Waymo, la división de coches autónomos de Google, ha patentado una tecnología para tomar el control incluso si no queremos.

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Aunque Android Auto y Android Automotive son los dos proyectos más famosos de Google relacionados con el coche, no podemos olvidarnos de Waymo, una división que tuvo mucha publicidad hace años por sus avances en coches autónomos, pero que últimamente no ha dado mucho que hablar. Aún así, la compañía ha continuado el desarrollo, y el último probablemente va a ser muy polémico.

Hasta ahora, Waymo se ha centrado en desarrollar sistemas de conducción autónoma que son una evolución de los sistemas de ayuda en la carretera; conforme se sube de nivel de conducción autónoma, el coche es capaz de realizar más acciones e incluso de tomar decisiones de manera independiente. En el nivel más alto, el coche 'se conduce solo', y puede llevarnos de un punto a otro sin necesidad de intervención.

Pero todas esas ayudas asumen que el conductor quiere dejar que el coche actúe por su cuenta; por ejemplo, si activamos el control de crucero, queremos que el coche mantenga la misma velocidad, tomando el control del acelerador y el freno según lo necesite. En cualquier momento podemos recuperar el control, y frenar o acelerar más de lo que quiera el control de crucero. Pero ¿y si el coche pudiese quitarnos el control, aunque no queramos?

Esa idea tan distópica es la que Waymo ha registrado en una patente descubierta por Motor1. En concreto, la patente describe un sistema de monitorización de las funciones de ayuda a la conducción, y en base a la información obtenida, puede decidir si eres un mal conductor; por ejemplo, si el sistema detecta un comportamiento errático.

Hasta ahí, ya sería una tecnología algo polémica, por la posibilidad de que un algoritmo nos califique como peores conductores de lo que realmente somos. Pero la parte que realmente puede encontrarse con la negativa de consumidores y posiblemente los legisladores, es que Google quiere que el sistema pueda tomar el control del coche si decide que nos estamos poniendo en peligro, además de a otros conductores.

Para empezar, si el algoritmo detecta acciones poco correctas al volante, puede mostrar alertas visuales y auditivas para que el conductor pueda corregir su comportamiento. Por ejemplo, si hacemos un cambio de carril sin poner el intermitente, el sistema puede avisarnos de ello, por si acaso no nos hemos dado cuenta o es que realmente somos malos conductores. Pero la culpa no tiene por qué ser nuestra necesariamente; el sistema también comprobará la calibración de los sistemas, por si acaso hubiese algún tipo de avería que esté provocando estos errores.

Conforme los malos comportamientos al volante se acumulen, el sistema podría activar "acciones correctivas" más fuertes. Por ejemplo, puede incluso avisar a otros coches de que hay un conductor problemático en la carretera, lo que ayudaría al resto a evitarlo o a tenerlo vigilante por si acaso vuelve a cambiar de carril sin señalizar. 

En el caso más extremo, la patente afirma que el sistema podría tomar el control del coche, durante un periodo de tiempo indeterminado. En ese caso, el sistema continuará conduciendo por su cuenta sin que el conductor pueda hacer nada al respecto; aunque no está claro exactamente hacia dónde se dirigirá (como nuestro destino en Google Maps), y cuándo decidirá que nos puede devolver el control. 

Hay que aclarar que este es sólo un caso extremo, que se activaría dependiendo de cuánto tiempo llevamos conduciendo y cuánto nos hemos alejado de lo normal. De hecho, el aprendizaje basado en las acciones del conductor es la verdadera tecnología tras esta patente, ya que permitirá al coche adaptarse a nuestras costumbres; por ejemplo, si normalmente nos mantenemos en nuestro carril, nos mostraría un aviso de cambio de carril sólo con tocar la línea intermedia.