Adiós al mal WiFi: cuatro formas para mejorar la velocidad y estabilidad de la conexión a Internet en tu casa
- Tener conexión a Internet en casa se ha vuelto una necesidad casi del calibre de tener electricidad, y cada vez necesitamos mejores velocidades.
- Más información: Adiós a los problemas del WiFi: la nueva versión va a ser una revolución que se olvidará de la velocidad máxima
Los cambios en la sociedad española que hemos visto en las últimas décadas han sido enormes. Desde la entrada de la democracia el país ha cambiado por múltiples motivos, desde la evolución económica propia del cambio de régimen hasta el cambio que ha propiciado Internet, algo que se ha visto en la mayoría de países desarrollados y en vías de expasión. Eso sí, en España aún no hemos llegado a la convergencia económica con el resto de Europa.
Por eso tener conexión en casa se ha establecido como una necesidad de primer nivel, tanto que incluso ha llevado al planteamiento de si tendría que ser gratis para no crear brechas tecnológicas entre los diferentes estamentos de la sociedad. Tanto el ocio como el trabajo se han visto afectados de manera brutal por la irrupción primero de los ordenadores con conexión a Internet y luego por los smartphones.
Esto ha hecho que la necesidad de tener una buena red de Internet en casa, con cable o con conectividad inalámbrica, sea algo necesario prácticamente para cualquier ciudadano. Actualmente además no tenemos sólo un ordenador y un par de móviles conectados, sino que en muchas casas la domótica ha multiplicado los dispositivos vinculados a la red, desde cámaras y sensores a televisores, altavoces, pantallas o aspiradoras.
Pese a que las redes de las operadoras cada vez son más rápidas, sobre todo desde la expansión de las redes de fibra óptica, los routers no han logrado solventar una de las mayores pegas de la conexión sin cables: la cobertura dentro de las casas. Es por eso por lo que no son pocas las personas que necesitan mejorar la calidad de la conexión en ciertas estancias.
Para ello es posible hacerlo mediante una instalación física que implica una obra en la vivienda, algo que la mayoría no quiere, o bien optar por otras soluciones más sencillas pero también efectivas. Algunas usan cableado, pero uno que ya está en nuestras viviendas. Otras optan por mejorar la señal inalámbrica con otros dispositivos.
PLC
La primera opción lleva con nosotros ya varios años y ha sido de las más usadas al no implicar obras, ni siquiera el uso de cables adicionales. Los PLC (Power Line Communication) son dispositivos que se enchufan a lo largo de la zona en la que queremos mejorar la cobertura de Internet y lo hacen con una tecnología que permite transmitir datos a través de las líneas de electricidad existentes. Es decir, utiliza la instalación eléctrica de nuestra casa para enviar información, como si fueran cables de red.
Esto es posible porque la tecnología PLC superpone una señal de alta frecuencia a la señal eléctrica de baja frecuencia (50 o 60 Hz) que se utiliza normalmente para la energía. Esta señal de alta frecuencia es la que puede transportar los datos. En el caso de los PLC de uso doméstico deberemos optar por los de banda ancha (Broadband PLC), al ofrecer velocidades de datos mucho mayores, permitiendo aplicaciones como el acceso a internet de alta velocidad, la transmisión de video o la domótica.
Una de sus principales desventajas es que la calidad de la señal puede verse afectada por el ruido eléctrico presente en la red, y la velocidad de transmisión puede variar dependiendo de la calidad de la red eléctrica y la distancia. Además, necesitaremos tomar medidas de seguridad para evitar accesos no autorizados a la red de datos. El precio de dos dispositivos para llevar Internet por cable a una habitación es de unos 50 euros.
Redes Mesh
Una alternativa más actual a los PLC son los routers en malla, las denominadas redes Mesh. Son la evolución de los routers convencionales, porque funcionan de manera similar pero en vez de tener un único punto de anclaje hay varios. Eso sí, su coste es elevado si se compra en un pack, que suele ser lo necesario para casas grandes, rondando los 300 euros.
Estos dispositivos interconectados se llaman nodos o satélites, y comparten todos la misma red WiFi con el mismo nombre, el famoso SSID, y la misma contraseña. Esta es una de las principales diferencias con otras opciones que veremos más adelante. Tener la misma red facilita el uso de los diferentes aparatos, sobre todo cuando deben estar en la misma WiFi para comunicarse, por ejemplo.
En toda red mallada hay un nodo principal que es el que se conecta al router de la operadora, o es el que lo sustituye, en función de cómo lo hayamos configurado. Los demás nodos se colocan por la vivienda en las zonas más adecuadas, ampliando la cobertura WiFi. Estos nodos se comunican entre sí de forma inalámbrica, creando una malla que distribuye la señal.
Un aspecto clave es que, a medidas que nos movamos por la casa, el smartphone se conecta automáticamente al nodo que le ofrece la mejor señal en cada momento, normalmente, el que está más cerca físicamente. Si nos movemos por la casa, la conexión cambia de un nodo a otro sin que nos demos cuenta, sin cortes ni interrupciones.
Entre sus ventajas destaca la estabilidad, ya que si un nodo falla el resto sigue operando. Además, se puede expandir poco a poco si vemos que la conexión empeora, o si nos mudamos y necesitamos reutilizar el sistema pero ampliándolo. Pero lo más cómodo es que no hay que crear varias redes diferentes con nombre similares, solo hay una Wifi.
Repetidor WiFi
Una opción muy usada por su sencillo manejo e instalación es el repetidor WiFi. Como su nombre indica, lo que hace este aparato es captar la señal de la red WiFi del router que tenemos conectado a Internet y potenciarla. Pero lo hace creando una red nueva.
Esta es una de las principales diferencias con las redes de malla. Al crear una segunda red, normalmente con el mismo nombre que la principal añadiendo un sufijo, es necesario cambiar manualmente en ocasiones si detectamos que la red principal no da suficiente velocidad o estabilidad.
A su favor tiene el coste ya que son muchísimo más económicos que los sistemas en malla. Su precio es de unos 20 euros. Además, hay modelos como los de Xiaomi que se controlan desde su aplicación de domótica y facilitan la integración con los dispositivos de la marca. También se pueden usar varios diferentes, para extender la cobertura, pero cada uno generará una WiFi nueva.
Cableado de antena
La última opción implica usar cables en la vivienda. Sin embargo, no hablamos de tirar nuevos cables por las habitaciones, sino de usar un cableado que muchas veces tenemos instalado pero que muchas veces no usamos: el cable coaxial.
Este cable es que el que se conoce comúnmente como cable de antena, y es el que permite poner televisores en las diferentes estancias de una casa. Mediante unos dispositivos podemos usar ese cableado para transmitir datos, haciendo que tengamos cobertura por cable en las habitaciones donde haya este tipo de cableado.
El uso de esta solución tiene como mayor ventaja que no da problemas de cobertura al ir por cable, aunque necesitaremos usar los conectores Ethernet en aparatos como ordenadores, televisores... e incluso podremos usarlos en móviles, aunque no sea lo normal. Esta opción suele dejarse como última alternativa porque tiene el mismo coste que las redes en malla, unos 250 euros, e incluso algo más, y no es tan versátil.