Un triple sobre la bocina y un robo inmediato para anotar de dos. Esa es la descripción del momento en el que Llull decidió el partido para el Real Madrid cuando los suyos más lo necesitaban. Apretaba el Valencia, pero apareció el de Mahón, que siempre se crece en los grandes momentos, y permitió que el Real Madrid se proclamara campeón de Copa ACB por cuarta vez consecutiva. Bienvenido a la Historia, otra vez.
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