Finaliza una temporada de ensueño para el Real Madrid. Un año duro en sus primeros meses, pero según pasaba el tiempo, todo se volvió a favor del equipo de Pablo Laso. Todo empezó en Belgrado, con La Décima, tras doblegar al Fenerbahçe con un rebote de Thompkins que quedará para la historia blanca. Todo siguió con la Liga ACB, para firmar un doblete histórico y dejar claro que era la mejor plantilla de Europa.

Tras el verano llegaron los primeros cambios, Luka Doncic voló del nido como una gran estrella para recalar en la NBA, donde está siendo el jugador que devolvió al Real Madrid al trono europeo. Con o sin el base esloveno, este equipo no se ha cansado de ganar, ya que en el último título en juego de 2018, los hombres de Pablo Laso consiguieron la Supercopa ACB para acabar con 3 títulos de 4 posibles.

Las lesiones, protagonista en los primeros meses del año

Todos los finales felices tienen una historia detrás, que muchas veces es más dura de lo que parece. El cuadro blanco no tuvo un arranque de año cómodo. En la enfermería había jugadores de la talla de Sergio Llull, Gustavo Ayón y Anthony Randolph, motivo por el cual se fichó a Edy Tavares, otro gran acierto de la sección del balón naranja.

Según se iban recuperando las piezas, mejor funcionaba la maquinaría. Con toda la plantilla al completo, solo faltaba el '23' por sumarse a la fiesta, y lo hizo ante el Panathianikos, en uno de los partidos más importantes de la temporada y con un Wizink Center entregado a la causa. Su aparición, quizás anuló psicológicamente a los griegos, que vieron como los blancos se clasificaban para la Final Four.

Belgrado y la coronación ante toda Europa

Pese a todas las dificultades en forma de lesiones o factor cancha en contra, el Real Madrid llegó a Belgrado para citarse con los mejores equipos del viejo continente. Con toda la plantilla y con la moral por las nubes, aplastaron al CSKA de Moscú en las semifinales, dejando en claro que ni el ambiente ni los demás equipos iban a parar al equipo.

La final fue épica, con un final de infarto, donde apareció Trey Thompkins, ese jugador que estuvo un tiempo fuera por problemas familiares, pero que fue clave en todos los logros del año. El técnico vasco dio todo el tiempo a su jugador para que se recuperara anímicamente de la muerte de su madre, algo que el '33' le agradeció con creces capturando el rebote que daría el título a los blancos.

El ansiado doble y el último baile de Doncic

Pese a la euforia de lograr la mejor competición europea, el equipo merengue volvía a poner su mira en la competición nacional, donde se enfrentaría a un lanzado Baskonia en la gran final. Pese a comenzar 0-1, el equipo blanco se levantaría y se acabaría llevando la serie por 3-1, con un Rudy Fernández y Tavares en modo imperial.

Nadie era consciente de que el genio esloveno, había anotado su última canasta de blanco unos minutos antes de recibir el trofeo. Quizás el destino quiso que fuera un triple a una pierna, desequilibrado, sobre la bocina y que certificaba el tercer punto para su equipo y la consecución de un nuevo título.

Una nueva ilusión, que comenzó con título

La nueva temporada comenzó con varias caras nuevas, que ya son soldados fieles para el técnico vasco. Una temporada dura, ya que no contar con Doncic es siempre difícil, pero la primera batalla se solventó con la Supercopa ACB con el '23' como gran MVP del torneo y dando indicios que ya había recuperado su mejor forma.

Está nueva temporada es igual de prometedora, con un Real Madrid segundo en la clasificación de la Euroliga y ya clasificado para la fase final de la Copa del Rey. Un año que quedará para siempre en la retina de todos los aficionados merengues, que han visto como su equipo dominó todo el continente europeo.

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