Corría el verano del 2014. El Real Madrid se armaba con varios fichajes. Campazzo era el cuarto de ellos. Tras su compatriota Nocioni, y las incorporaciones de aleros como Rivers y Maciulis, el club merengue se hacía con los servicios de un pequeño base de 1,79 -ahora 1,81- metros procedente de Peñarol y con un físico diferente. Llamaba la atención, tanto por su silueta como por su altura. Pero los ojeadores merengues, encabezados por Juan Carlos Sánchez y Alberto Herreros, le firmaban por tres temporadas tras ser MVP de la final argentina. En su currículum figuraba una jugada en los JJOO de Londres donde rompía a Deron Williams, todo un NBA.
Facundo Campazzo no lo iba a tener nada fácil. A sus 23 años, su primera experiencia en el baloncesto europeo sería en el Real Madrid. El mismo Real Madrid que en sus filas contaba ya con Sergio Llull y Sergio Rodríguez. Casi nada para un chaval que físicamente estaba fuera de lo común en Europa y en una liga como la ACB. Y, si ya venía rodeado de prejuicios y dudas, tras su primera temporada se confirmaron.
El argentino no tenía minutos de éxito. No lucía. Era otro al actual. En ACB, sin ir más lejos, cuajó en una media de 12 minutos por partido datos ínfimos como 2,7 de valoración por partido. Estaba muy alejado de Sergio Llull y Sergio Rodríguez, pilares del proyecto de Pablo Laso y que tentarían también a la NBA gracias a su nivel en la capital.
Lo positivo que sacó Campazzo aquel año fue haber formado parte de la temporada perfecta del Real Madrid. El base también aparecía en el libro histórico del baloncesto español. Los merengues firmaban un año ideal ganando la Supercopa, la Copa, la ACB y la Euroliga. Todo recaía en las manos del equipo blanco en uno de los momentos para el recuerdo de esta última etapa.
Sin embargo, la confianza que el club tenía en Campazzo pedía una solución. No se podía frenar el crecimiento de un talento como el suyo. Era necesario encontrar un destino temporal para que el Facu siguiera curtiéndose, tomara los mandos de un equipo en España y se adaptara al baloncesto europeo. El UCAM Murcia, determinante en la carrera de Campazzo hasta llegar a la NBA, fue el lugar escogido. El chaval que con 17 años había debutado en Peñarol, que con 23 había jugado con el Madrid, ponía rumbo a un equipo de la zona media de la tabla ACB.
Una cesión vital
El acierto fue mayúsculo. Tanto que ambos clubes, con buena relación, ampliarían la cesión del base a una segunda temporada. Dos años en los que Campazzo dobló sus minutos con respecto a los que gozaba en el Real Madrid y siendo los que, hasta el momento, más ha disfrutado de media en toda su carrera en la ACB. Firmaría también sus dos mejores temporadas: la primera se fue a 15,5 de valoración por encuentro y la segunda ascendería a los 15,6. Campazzo estaba anotando más de 10 puntos y dando más de cinco asistencias por encuentro. Era una estrella que se llevaría el premio a Jugador Más Espectacular de la temporada 2016/2017. Estaba preparado para enfundarse la camiseta blanca.
Antes de llegar a la capital, Campazzo se fue con Argentina. Y, nuevamente, lograría un premio individual acabando en el mejor quinteto de la FIBA Americup. Ahí iniciaría una larga etapa en el Real Madrid que se extendería cuatro temporadas hasta que, a mitad de la actual, ha recibido la esperada llamada de la NBA. Un salto que, según él mismo ha reconocido en otras ocasiones, le obsesionaba. En 2019, en una entrevista para el diario Olé, reconoció que ya lo había dejado atrás.
Campazzo, entonces, se asentó en el baloncesto europeo. Era una estrella más de un Real Madrid que aspiraba a todos los títulos tanto a nivel nacional como a nivel continental. Con la generación dorada de Argentina en plena transición, emergía un talento asentado en la élite del baloncesto. El Facu cambiaría su físico, aumentaría su velocidad y se convertiría en un base ya de 1,81 con fuerza y anotación. Un guerrero en la línea defensiva perfecto para sacar de quicio a todo atacante.
Además, supo asumir su rol en la plantilla blanca y se juntaría con otros como Luka Doncic. Campazzo estaba rodeado de lo mejor. Una competencia que, a diferencia de la primera etapa, le permitiría seguir avanzando en su carrera. El argentino se asentó en los 20 minutos de media en ACB y, temporada tras temporada, crecería en Euroliga. De los 7,9 créditos de media en la 2017/2018 a los 9,9 de la pasada campaña. Facundo Campazzo era un líder. Por si fuera poco, con la marcha de Doncic supo asumir aún más responsabilidades hasta el punto de reducir el impacto de la salida del esloveno y coger el papel de apoyo que Laprovittola, el elegido para el puesto de base, no supo exprimir en su primer año de blanco.
Ginobili y su "panza"
Los éxitos de Campazzo se sumaron a un historial envidiable. El bajito panzudo se reía de medio mundo con dos Euroligas, tres ACB, dos Copas del Rey y cuatro Supercopas con la zamarra blanca. Y, lo más emocionante para cualquiera, en referente absoluto de su selección nacional. Un ejemplo de cómo dar el salto de Argentina a Europa y el espejo en el que mirarse de todos los jugadores con futuro en la albiceleste.
En todo este proceso se podrían destacar muchos aspectos de Campazzo. Muchas evoluciones. Muchas diferencias de la última etapa con respecto a la primera. Sin embargo, hubo una frase que marcó el futuro del Facu. Un golpe de realidad que le ayudó a cambiar por completo su día a día. El click que las estrellas necesitan y que, además, venía precedido por las palabras de otro ídolo del baloncesto argentino.
La historia se remonta a 2012. Campazzo estaba en los JJOO de 2012. Los mismos en los que rompió a Williams. Los mismos en los que Sergio Hernández, que le conocía de Peñarol, era el seleccionador. Algo que se ha mantenido hasta hace unos meses. Campazzo, en la previa de los Juegos, se sentó a hablar con Ginobili. Y este fue rotundo: "Es la primera vez que veo un jugador de 20 años con un poco de panza". Campazzo tomó las riendas de su vida y dijo basta.
Contactó, como reveló en su día Infobae, con Paulo Maccari, otra de las figuras determinantes en la carrera de Campazzo. Por teléfono, le dejó claro al kinesiólogo lo que quería: "Estoy cansado de que me traten de gordito bajito". Le pidió que siguiera el mismo éxito que con Ginobili. Y, gracias a la ayuda de nutricionistas, Campazzo inició su nueva vida al poco de llegar al UCAM. Limpieza de nevera previa, el argentino dio con la tecla para tocar el cielo.
La NBA llama
Los rumores eran constantes. La NBA le quería. Y el aficionado del Real Madrid soñaba con que ese día nunca llegada. La pasada temporada el club merengue le renovaba sabiendo que la mejor liga del mundo era cuestión de tiempo. Un contrato blindado de cinco temporadas. Estrategia para asegurarse, al menos, una buena compensación si Campazzo se marchaba. La recibirá, pues el Madrid mantendrá sus derechos en Europa e ingresará a plazos seis millones de euros.
Campazzo se marcha del Madrid con ambiente festivo. Liderando la remontada merengue tras un mal inicio en Euroliga frente a las cero derrotas en ACB. Campazzo, pese a los rumores, optó este verano por seguir en la entidad merengue a la espera de que se abriera la agencia libre. La misma noche se certificó su acuerdo por dos temporadas con los Nuggets. Sin embargo, Campazzo se despidió a lo grande: jugando ante Manresa y despidiéndose, pese a la ausencia de público por la Covid, con el baloncesto quemando en sus manos.
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