Siempre Casemiro, pero ante el Nápoles, aún más. El centrocampista del Real Madrid vivió una de sus mejores veladas con la elástica blanca que se recuerdan. Como es habitual fue el ancla del conjunto merengue entre la defensa y la medular pero, además, fue un efectivo más en ataque cerrando el marcador con un golazo.
Durante los noventa minutos no paró ni un solo segundo. El rival provocó mucho desgaste en el centro del campo con su continuo vaivén, pero Casemiro se mantuvo firme y no mostró el más mínimo gesto de cansancio. Es de los mejores pivotes del mundo y, pese a no pasar por su mejor momento, ante el Nápoles demostró por qué lo es.
Es el encargado de realizar el trabajo sucio del equipo. Lo que menos atrae a la vista pero que tan necesario es a la hora de realizar un partido completo. Sus compañeros son conscientes del labor habitual del brasileño y por eso no tuvieron reparo para bañarle en elogios al final del encuentro por su tanto conseguido que, por cierto, fue una volea desde la frontal perfectamente ejecutada ante la que nada pudo hacer Reina para evitar que el balón se perdiera por el fondo de la red.
El broche final fue el MVP que recibió de la UEFA por su actuación. Una recompensa al trabajo duro, tan imprescindible en el esquema de Zidane. Marcelo descubrió al mundo cual es su apodo para su compatriota: "Mi guardaespaldas". Un nombre que le viene al pelo. Ante el Nápoles se pudo tomar un respiro y el guardaespaldas del Madrid saltó a escena, formando parte de una de esas noches mágicas de Champions en el Bernabéu.