El Real Madrid consiguió superar la eliminatoria en Manzanares y se plantaron por tercera vez en cuatro años en una final de Champions. En Cardiff esperaba ya la Juventus, que observó cómo el conjunto blanco reaccionó a una primera envestida atlética que hacía saltar las alarmas. No habría sido un disparate que celebraran alguna baja en la final, ya que el conjunto rojiblanco fue demasiado agresivo.
Las sospechas se hicieron realidad y el Atleti repartió más palos que fútbol en el Calderón. Los jugadores de Simeone desplegaron un juego muy agresivo y duro que pudo costarle las piernas a más de uno. A pesar de ello, el Madrid salió vivo y sin sustos, algo que es de agradecer de cara a lo que queda de temporada.
Prueba de la dureza rojiblanca son las 23 faltas cometidas sobre los jugadores blancos frente a las siete de los de Zidane. Aunque lo verdaderamente sorprendente son las amonestaciones, cuatro a los colchoneros y solo dos menos a los madridistas. Çakir no fue riguroso y permitió mucho a los locales, que se desquitaron. Jugadores como Saúl o Gabi repartieron de lo lindo y solo el capitán vio la amarilla, la cual además se la sacaron por protestar y no por pegar. Sergio Ramos se llevó otra parecida por ir a hablar con el árbitro.
Çakir prometía ser riguroso en ese aspecto en los primeros compases del partido. En el minuto tres le sacaba una cartulina a Danilo y en el seis a Savic. Sin embargo, el rigor se esfumó y el colegiado fue demasiado permisivo. Parece que hay que agradecer que los jugadores salieran ilesos y en forma para lo que resta de campaña, que es poco pero muy importante.
La afición del Madrid en el Calderón celebra con sus jugadores el pase a la final by footbie.com