El Real Madrid ha encontrado la comunión perfecta entre la plantilla y su técnico. Esta temporada ha sido una demostración de la capacidad, no solo de gestión del vestuario sino de la transmisión de una filosofía que ha traído resultados. El técnico ha sabido inculcar a sus jugadores su manera de entender el fútbol, algo que el equipo ha hecho suya y la ha defendido con creces.
Uno de los mayores logros de Zidane ha sido que sus jugadores, como bien afirmaba en rueda de prensa, han asimilado sus indicaciones. El equipo es a su imagen y semejanza y por ello el vestuario está unido, con ilusión y afronta el tramo final en la mejor forma posible física y mentalmente. Esa filosofía se podría resumir en tres aspectos que plantilla y afición han hecho propios.
ELEGANCIA
Su carácter tranquilo y pausado ha sabido transmitirlo a sus jugadores que en el terreno de juego han sido capaces de apaciguar siempre las situaciones adversas como el pasado partido de semis en el Calderón. La cabeza fría en los momentos clave ha sido fundamental y el técnico la ha tenido y ha repercutido en los jugadores, que pocas veces han mostrado nerviosismo. Prueba de ello son las numerosas remontadas llevadas a cabo este año, fruto de apretar hasta el final sin dejarse llevar por las emociones de una posible derrota o empate.
Además, fuera del terreno de juego es más de lo mismo. Ningún entrenador tiene la pausa, la tranquilidad y la elegancia de Zidane en rueda de prensa. Nunca una mala palabra, un mal gesto o una 'rajada' o desprecio a algún rival. Ni siquiera cuando procedían ataques desde el resto de España. Algo que también han heredado sus jugadores, que no han tenido ninguna salida de tono como son las numerosas rajadas de Piqué en el Barça.
VALENTÍA
Zidane ha sabido gestionar los egos de un vestuario como el del Real Madrid. Ha integrado las rotaciones en la forma de ver el fútbol del vestuario, haciendo a todos partícipes de las competiciones. No le ha temblado el pulso a la hora de sentar jugadores y ha usado su carácter como paraguas ante las constantes críticas, las que después ha acallado con resultados. En la memoria queda la valentía con la que el técnico francés sacó un once con nueve cambios tras la derrota de El Clásico. El partido de Riazor era importantísimo después de perder en el Bernabéu ante el Barça y avivar La Liga. Un estadio donde los azulgranas cedieron los tres puntos jornadas antes. A ver qué entrenador habría sido valiente hasta ese punto, algo que generó muchas dudas y un poderoso 2-6 le dio la razón.
Además, no se le han caído los anillos a la hora de exigir mucho a su equipo, con un fútbol ofensivo pero en el que la defensa es primordial. Ha mandado defender absolutamente a todos y no ha tenido problema en reconocerlo. Mano dura pero con empatía y saber hacer, algo clave en el liderazgo de este barco.
CONSTANCIA
Pensar siempre en el partido siguiente es una premisa que Zidane no se ha cansado de repetir toda la temporada. Ha sido consciente de que solo con el trabajo diario se ganan grandes cosas y lo ha sabido transmitir a sus jugadores, que no se han confiado ante ningún rival en ninguna competición. La manera de tener a todos sus futbolistas enchufados ha sido demostrando que todos los encuentros son igual de importantes y ha mostrado la confianza en ellos para cualquier partido.
Ha defendido a capa y espada a su banquillo, negando la teoría del equipo A y B y dando minutos importantes a todos. Teniendo claro que el partido más importante siempre es el primero que viene, como si de una final se tratara, ha llegado al éxito de depender de si mismo las últimas jornadas de Liga y a la final de Cardiff. Y lo más importante, los jugadores se lo han creído también y gracias a eso van todos a una a por el doblete.
Rueda de prensa de Zinedine Zidane previa al Real Madrid - Sevilla by footbie.com