El partido contra el Levante dejó en el madridismo un mal sabor de boca que, por el contrario, no se dio tras empatar ante el Valencia. A diferencia que contra los de Marcelino, el club blanco dio una versión muy desmejorada de sí mismo ante el club granota lo que terminó enfadando a Zidane que no dudó en hacérselo saber al vestuario merengue.

A Zidane no le gustó el juego de su equipo. El resultado fue malo, pero el mismo empate sentó muy diferente frente al Valencia. El problema principal que vio Zidane fue un exceso de confianza y relajación de todo el equipo en general. El mejor ejemplo es el gol de Levante, una jugada en la que un balón colgado desde la línea de banda termina botando dentro del área blanca donde Ivi, sin apenas oposición, acabó abriendo el marcador. Carvajal falló en la acción pero esa pelota nunca debió estar tan cerca de la portería protegida por Casilla.

SE PIERDEN TÍTULOS

El discurso de Zidane es simple: en septiembre no se ganan títulos pero sí se pierden. Con el Barça apretando, cada punto es crucial en La Liga y el Real Madrid ya se ha dejado cuatro en las tres primeras jornadas. Toca remar a contracorriente.  Volver a pinchar está prohibido y el club blanco espera más de un tropiezo del conjunto catalán antes de que se tengan que ver las caras en el Bernabéu el próximo 23 de diciembre.

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