Gareth Bale está pasando por el peor momento de su carrera futbolística. Desde que se lesionara ante el Sporting de Portugal el 22 de noviembre de 2016 acumula un año de recaídas y en las que solo ha podido disputar 20 partidos oficiales con el Real Madrid. Unos números bastante pobres para un jugador de los mejores del mundo cuando se encuentra al cien por cien. Aquella trágica noche en Lisboa fue el comienzo de una espiral negativa de la que el galés aún no ha podido salir. 

QUIERE JUGAR ANTES DE FINAL DE AÑO

Este viernes se confirmaba una nueva lesión de Bale. Sufre una rotura fibrilar en la pierna izquierda que en teoría debería mantenerle alrededor de un mes más de baja. Ahora que el de Cardiff se volvía a sentir futbolista e iba a regresar ante el Atlético ha sufrido un nuevo varapalo. Podría tener que parar incluso hasta 2018 para no tener una nueva recaída, pero el galés se ha puesto como objetivo trabajar para ayudar a su equipo al menos en El Clásico del próximo 23 de diciembre. Más difícil está que llegue al Mundial de Clubes, aunque tampoco se descarta. 

TOCADO Y HUNDIDO

El estado de ánimo de Bale es muy malo en estos momentos. No entiende por qué tantas lesiones. No comprende qué está pasando en el último año. Su meta ahora es regresar antes de que termine este 2017 negro. Es lo único que le anima, pero tampoco es un gran consuelo en sus horas más bajas. Sabe que ha perdido su sitio en el once del Real Madrid y que el tiempo pasa y no acaba de recuperar su fútbol. Tanto Zidane como la plantilla tendrán ahora también que recuperar anímicamente a un Bale que necesita apoyo emocional y psicológico. 

La sorpresa de Bale a unos niños en un acto promocional de Lisboa by footbie.com

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