Las lágrimas por la lesión de Dani Carvajal -lesión muscular en el primer tiempo- se enjugaron con la orejona en las manos. Ni siquiera el temor a perderse el Mundial podía nublar la dicha máxima de una Champions más en la vitrina. Tal es la complejidad de salir campeón en esta Champions de gigantes que conseguir tres títulos consecutivos, cuatro en los últimos cinco años, es algo que quedará en los anales de la historia durante mucho, mucho tiempo. Y qué decir de la Euroliga...
Pocos como Pablo Laso saben lo difícil que es únicamente llegar a la Final Four. Más aún en una temporada como la 2017-2018, en la que el conjunto blanco se presentó en la pretemporada con Sergio Llull lesionado de larga duración y con el correr de los meses vio cómo pasaba por la enfermería más de medio equipo. Dificultades añadidas y superadas. Igual que jugar los cuartos de final contra el Panathinaikos con el factor cancha en contra. Igual que jugar frente al CSKA de Sergio Rodríguez en semifinales o frente al Fenerbahçe de Zeljko Obradovic en la final con todas las casas de apuestas en contra.
El Real Madrid, el de fútbol, el de Zidane, se impuso en Kiev al Liverpool (3-1) y el Real Madrid, el de baloncesto, el de Laso, superó al Fenerbahçe turco en Belgrado (85-80) para conseguir rizar el rizo y elevar un poquito más al equipo de Chamartín al Olimpo de la historia del deporte. Nunca, nadie, jamás consiguió proclamarse campeón de Europa en el mismo año en los dos deportes de masas en Europa. Nadie. Y probablemente pasarán muchos años hasta que alguien lo consiga, Real Madrid incluido. Y eso que el conjunto blanco lo acarició varias veces a lo largo de su historia.
En la temporada 1961/1962, el conjunto dirigido por aquel entonces por Miguel Muñoz perdió por 5-3 ante el Benfica en la final continental, mientras que la sección de baloncesto hizo lo propio por 80-83 contra el Dinamo Tbilisi. Dos años más tarde, en la temporada 1963/1964, el equipo de baloncesto se impuso al BC Brno por 99-110 en la ida y por 84-64 en la vuelta. Sin embargo, el equipo de fútbol no pudo superar al Inter de Milán, cayendo por 3-1 en la final. Además, en la temporada 2013/2014 si bien llegó la ansiada Décima, con la victoria sobre el Atlético gracias a un gol de Sergio Ramos en el 92:48 que forzó la prórroga (4-1), fue precisamente en el descuento cuando los chicos de Pablo Laso cayeron frente al Maccabi Tel Aviv (98-86).
Casi 70 años le ha costado al Madrid conseguir algo que es complicado simplemente de imaginar para el resto de entidades deportivas europeas. Para los gigantes del fútbol es innimagible, pues empezando por los equipos ingleses y pasando por los alemanes hasta terminar en los italianos, casi ninguno de los grandes clubes posee una sección de baloncesto (Manchester United, Manchester City, AC Milan, Juventus, Inter de Milán, Chelsea, Bayer Leverkusen, Borussia Dortmund...) y los que lo tienen (Bayern Múnich) están a años luz de poder disputar si quiera una Final Four.
Las tornas se cambian en el caso del baloncesto, pues los grandes equipos europeos o no tienen sección de fútbol o sus equipos no tienen apenas posibilidades de clasificarse para la máxima competición continental. Es el caso de los grandes equipos de Grecia y Turquía, donde Panathinaikos, Olympiacos, Besiktas, Fenerbahçe o Galatasaray, muchos de ellos con entorchados continentales y con los presupuestos más altos del baloncesto actual pero sin posibilidad de competir en la Champions League.
Ahí radica la grandeza blanca, única en la historia del deporte y a la que, en la actualidad, apenas un equipo en Europa podrían aspirar sobre el papel. Se trata del Barcelona, varias veces campeón de Europa tanto en fútbol como en basket, aunque por ahora sin opciones de igualar la gesta en el pasado. Y si hay que sumar una ciudad que hoy por hoy pudiera soñar con tal gesta se trataría de Milan, donde el equipo rossonero es el segundo más laureado de Europa en fútbol con siete Copas de Europa y el Armani Jeans Milano ha conquistado tres títulos de basket. Para su desgracia, ambas entidades nada tienen que ver, con lo que el registro blanco está asegurado durante muchos, muchos años.