La eliminación de España en el Mundial se firmó el pasado 13 de junio. Ese día, a poco más de 48 horas de debutar ante Portugal, Luis Rubiales decidió despedir de forma fulminante a Julen Lopetegui como seleccionador. El motivo fue su fichaje por el Real Madrid anunciado el día anterior. El presidente de la Federación pasó de dar la enhorabuena al entrenador vasco a montar un teatrillo para justificar su cese tras consultar con sus periodistas de cámara y el Fútbol Club Barcelona.
Lo sucedido ante Rusia no fue nada más que la crónica de una muerte anunciada. Rubiales, influenciado y egocéntrico, eliminó a España en el mismo momento que echó a Lopetegui sin tener tan siquiera un plan B. Hierro fue el mártir elegido por el máximo responsable de la RFEF para sentarse en un banquillo en el que ni quería ni tenía la experiencia suficiente. La Selección intentó salir a flote por el orgullo de un vestuario liderado por Sergio Ramos, pero sin recursos tácticos cuando se necesitaron. Un empate contra Portugal fue lo mejor del combinado español en el Mundial. Después llegó un triunfo de rebote ante la débil Irán y un vergonzoso empate, y gracias, contra Marruecos.
Sin ideas, con un Silva e Iniesta lejos de su mejor versión y con jóvenes como Saúl o Asensio anclados en el banquillo. Hierro hizo lo que pudo, pero no fue suficiente ni para llegar a cuartos. Desde que España consiguiera la estrella en Sudáfrica se inició una brutal caída que solo encontró freno con la llegada de Lopetegui. Con el actual entrenador del Real Madrid, la Selección ilusionó y sobrevivió a una convulsa RFEF. Se aterrizó en Krasnodar como una de las grandes favoritas al Mundial, todo iba viento en popa... hasta que Rubiales ejerció de bombero pirómano.
Kubala, Miljanic, Santini, Scolari, Hiddink, Luis Aragonés, Van Gaal, Conte... todos firmaron con un club antes o en medio de un gran torneo de selecciones. Los precedentes daban la razón a Lopetegui hasta que Rubiales fue utilizado por el antimadridismo militante. El presidente de la RFEF ofreció la cabeza del vasco por el trono y el favor eterno de aquellos consejeros. En definitiva, no le importó sacrificar el Mundial. A pesar de tener a todo el vestuario en contra y que los pesos pesados vieran con buenos ojos la continuidad del técnico y su fichaje por el equipo blanco.
España echó de menos a Lopetegui desde el primer minuto del Mundial. Dos años de trabajo se fueron al traste por una decisión en los despachos y tomada por teléfono móvil en un viaje de Rubiales de Moscú a Krasnodar. El máximo responsable de la eliminación no mostró tampoco el más mínimo atisbo de autocrítica en la derrota: "No me arrepiento de nada". El orgullo del presidente de la Federación sigue intacto, pero España ya está camino de casa. Mientras, Lopetegui ha aprovechado estos 17 días para preparar la pretemporada del Madrid con la espina clavada de que le habían quitado un Mundial. El mismo que Rubiales ha robado a cada uno de los 46 millones de españoles que sienten una gran frustación tras un ridículo propio de otros tiempos.
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