El Real Madrid ha sufrido un lavado de cara en las últimas semanas que le ha rescatado de la crítica situación en la que se encontraba con Julen Lopetegui. La culpa la tiene un nombre propio: Santiago Solari. El argentino, que llegó al banquillo como una solución de urgencia tras el cese del exseleccionador, ha convencido con creces y se ha ganado seguir.
El 29 de octubre se anunciaba el despido de Julen y de forma inmediata Solari tomaba las riendas del equipo. El que durante dos temporadas y el comienzo de esta había sido el entrenador del Castilla, se encontró repentinamente con la dura tarea de salvar al Real Madrid. Una primera experiencia en la élite de mucho riesgo, pero con el enorme precedente de un idéntico caso: el de Zinedine Zidane. Aún así, Solari llegaba en un mar de nombres de entrenadores más contrastados que amenazaban por ocupar su sitio. Su fecha límite, 15 días como técnico interino.
Solari recupera la confianza y los resultados
Ese día llega el martes de la próxima semana y le pilla comenzando el parón de selecciones, por lo que el partido de este domingo contra el Celta de Vigo será el último que afronte como técnico interino del Real Madrid. No quiere decir, ni mucho menos, que no vaya a seguir después del choque de Balaídos. De hecho, Solari será a todos los efectos el entrenador del primer equipo. Los motivos no pueden estar más claros: ha recuperado la confianza y los buenos resultados.
El balance de Solari en el banquillo es impecable: tres partidos, tres victorias, tres porterías a cero y once goles a favor. Nada más que decir, señoría. En el club están más que satisfechos con el rumbo que lleva el equipo con él a los mandos. Para muchos era difícil imaginar un cambio tan drástico del Madrid en tan poco tiempo. De la noche a la mañana parecía otro Madrid y eso ha generado la confianza suficiente entre las altas de esferas del club para apostar por Solari para terminar la temporada al frente del vestuario.
Balaídos, la prueba más dura de Solari
Este domingo le llega contra el Celta la prueba más dura que ha tenido en estas dos semanas. Una visita a un feudo de los que ponen en aprietos a cualquier club y que ya el año pasado le costó un empate a dos al Real Madrid. Nadie se imagina una catástrofe en Balaídos que haga temblar los cimientos del 'efecto Solari'. El equipo se ha abonado a la senda de la victoria y ganar al Celta es el golpe de moral suficiente para marcharse al parón convencidos de que todavía se pueden lograr grandes cosas esta temporada.
En el vestuario también ha caído en gracia. A Solari no le ha temblado el pulso a la hora de tomar decisiones. Ha dado paso a Vinicius, Odriozola y Reguilón. Ha mejorado la preparación física devolviendo los poderes de nuevo a Pintus, hombre de confianza dentro del vestuario blanco. Todos están con él y así lo han dejado claro cada vez que han tenido la oportunidad de hablar sobre su nuevo entrenador.
El vestuario vuelve a ser una comunión. Jugadores y cuerpo técnico están convencidos de que la temporada se puede acabar una vez más en lo más alto. No sería la primera vez y lo saben. Solari ha empezado de forma inmejorable y sigue los pasos de su amigo Zidane. El resto de la historia del francés es ya por todos conocida.
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