Yo pensaba que existía un consenso sobre la excelencia futbolística de Luka Modric, pero se ve que no. Hay quien no aprecia a Modric. Hay quien ni siquiera le respeta.
De lo contrario, nadie habría tratado de deslegitimar con tanta saña el premio individual que ha recibido, un premio que (pese a la polémica que suele acompañarle) sigue constituyendo el más relevante galardón no colectivo de los que, a nivel internacional, premian un juego eminentemente colectivo como el fútbol. Por eso, porque el fútbol es un esfuerzo colectivo, a mí nunca me ha quitado el sueño quién gane el Balón de Oro. Lo que sí me quita el sueño es la ruindad con la que el balompié contemporáneo ha acogido, con excepción de la alegría del madridismo, esta distinción al genio croata.
Todos aquellos que tenían otro favorito (llámese Cristiano, llámese Messi o Griezmann) están en su perfecto derecho de mostrar cierta decepción. Un madridista impenitente como yo pecará de incoherencia si no reconoce a otros la querencia a unos colores propia del forofo. Pero una cosa es la decepción, que hasta el espíritu más recio puede dejar traslucir aunque no lo quiera, y otra es la sarta de bajezas con las que desde unas y otras trincheras se ha reaccionado contra este reconocimiento.
Que no venga ahora nadie a contarnos que su postura respecto a este premio no implica ningún desafecto hacia Modric. Si tenemos que privarnos de llamarles miserables, que no nos obliguen al menos a hacernos pasar por idiotas.
El diario AS, esa publicación presuntamente para madridistas confeccionada por periodistas mayoritariamente del Atleti, ha parido un tuit comparando el número de goles y asistencias de Modric con los cosechados por Griezmann, como si ambos jugadores tuvieran por principal misión la asistencia y el gol, como si esos parámetros sirvieran igual para calibrar el rendimiento del uno y del otro. Que no nos vendan que alguien puede perpetrar un trino escatológico de esa magnitud sólo desde la pasión por Griezmann pero desde todo el respeto a Modric. Ese tuit es una falta de respeto a Luka, así como a la inteligencia de cualquier lector medianamente entendido en fútbol.
La hermana de Cristiano Ronaldo ha entrado en cólera en las redes sociales, y con ella otras personas en el entorno del luso, llegando a deslizar que el poder del dinero ha corrompido el premio. No se puede opinar así y al mismo tiempo pretender que se estima o se respeta a Modric. Quien así opina, no es que dude sino que niega la limpieza del galardón y, en consecuencia, insulta al centrocampista. A Cristiano Ronaldo, el mejor delantero que han visto mis ojos, le hemos perdonado muchos feos los madridistas, y le hemos defendido hasta cuando tal vez no deberíamos haberlo hecho. Si Cristiano Ronaldo no sale mañana a desautorizar públicamente a la histérica de su hermana (y a otros anormales de su entorno) estará, asimismo, faltando gravísimamente a quien fue su compañero.
Y qué decir de los talibanes del chiquitín. Los que, en lugar de preguntarse qué hace mal su deidad para llevar tres años consecutivos sin aproximarse ni por asomo a una final importante (lo que evidentemente le mantiene al margen de cualquier entorchado individual), prefieren opinar que es una "farsa" cualquier gratificación que no recaiga de manera sistemática en el centro neurálgico de sus dogmas. Suelen ser enternecedores. Esta vez, sin embargo, cuesta sentir ternura por quienes se niegan a reconocer que los méritos de un jugador superlativo y un ser humano excepcional pueden servir para arrancar de las manos de su ternerito de oro el codiciado Balón, siquiera una vez. Ellos necesitan que se les diga todo el tiempo y sin descanso que el chiquitín es el mejor, acaso para paliar freudianamente quién sabe qué otro complejo de tamaño.
Incapaces de bajarse ni una sola vez del borrico de sus preferencias más pueriles, ni siquiera para doblar por una vez la cerviz ante un monumental exponente de inteligencia en el campo, ante una gloria objetiva del fútbol como es Modric, se han comportado todos ellos como perfectas ratas de cloaca. Así de sencillo. Así de devastador para cualquier atisbo de fe en las personas.
El fútbol ha demostrado en general, y no puede negarlo, que ni quiere ni respeta a Modric. Pero que no se preocupe el croata. El Real Madrid, que es mucho más importante que el fútbol, no puede quererle más.