El verdadero campeón de la Libertadores fue el Real Madrid, y principalmente Florentino Pérez al ser el responsable de llevar el encuentro al Santiago Bernabéu. Sin duda, es el gran vencedor moral una vez que el balón pudo echar a rodar con normalidad y el duelo entre los dos colosos argentinos solo fue futbolístico. Madrid dio una lección de cómo una ciudad se puede volcar con una final de otro continente y organizar a la perfección un gran evento en solo una semana. [Narración: River Plate 3-1 Boca Juniors]
El Santiago Bernabéu vivió la fiesta del superclásico desde varias horas antes de que comenzará el partido. El ambiente era excepcional para el encuentro más importante en la historia del fútbol sudamericano. Boca Juniors comenzó más entero y suya fue la primera gran ocasión en los pies de Pablo Pérez, completamente solo dentro del área. La volea fue atajada por Armani en dos tiempos.
El partido era de choque, de balones divididos, de lucha... pero de poco fútbol. La pelota estaba más tiempo en el aire que en el césped. Ninguno de los dos conjuntos jugaban al raso. Pablo Pérez volvió a ser protagonista al tener un balón manso tras un rechace en una falta para adelantar a los de Guillermo Barros Schelotto. Sin embargo, el esférico tocó en un defensa de millonarios y terminó milagrosamente fuera.
Boca golpea y River reacciona
Todo hacía indicar que se llegaría al descanso sin goles, pero una contra de Boca cambió el guion. Benedetto rompe a Pinola y Maidana y, a diferencia de la ida, no falla en el mano a mano contra Armani. El equipo xeneize ponía a River Plate contra las cuerdas, obligado a buscar una reacción en la segunda parte por culpa de un error en un ataque claro que terminó con un tanto en contra.
En el minuto 55 llegó la gran polémica. Pratto se queda solo ante Andrada, toca el balón y el portero de Boca arrolla al delantero. Sin embargo, el árbitro señaló falta a favor de los xeneize y el VAR tampoco entró de oficio. Reclamaba penalti, y así lo pareció, River Plate, aunque sin suerte. Mejor le iría a millonarios con la entrada de Quintero por Ponzio. El colombiano cambió el encuentro y Boca sufría para mantener su ventaja.
El buscado empate de River Plate llegó, en el minuto 68, en una excelente combinación de Palacios y Nacho Fernández. El segundo cede atrás y por allí apareció Pratto para demostrar por qué es uno de los mejores '9' del fútbol argentino. El duelo se inclinaba ahora a favor de los millonarios tanto por el dominio del juego como por el momento anímico.
Sin embargo, el efecto del gol se fue disipando con el paso de los minutos y los de Gallardo recularon. Así se llegó a una prórroga que estuvo marcada por la expulsión de Barrios nada más comenzar. Segunda amarilla para el jugador xeneize y Boca que se quedaba con uno menos durante la media hora decisiva de la Copa Libertadores.
No encontraba forma River Plate de encontrar el gol del triunfo a pesar de su superioridad numérica. Gobernaba en el partido el equipo millonario, pero aguantaba el empuje Boca e incluso amenazaba con sorprender a la contra. El miedo se hacía también dueño de los conjuntos. Más respeto a perder que descaro para buscar la victoria.
Quintero, el palo de Jara y un final agónico
Solo había un jugador sobre el césped que podía desnivelar el pulso entre los dos grandes clubes de Argentina: Quintero. El colombiano estaba llamado a la gloria y así lo consiguió en el minuto 103. Un mal despeje de Andrada daba un segundo chance a River Plate en un ataque y la pelota terminó en los pies del futbolista más atinado. Quintero no se lo piensa y se saca un misil que golpea en el larguero antes de colarse en la red.
Lo intentó de todas formas posibles Boca Juniors. Hasta Andrada se sumaba al ataque, aunque los xeneize se quedaron con nueve al lesionarse Gago. El exmadridista, que había entrado en la segunda parte, se tuvo que retirar para pesar de su equipo. Jara tuvo el empate en el último segundo, pero el balón chocó contra el palo y 'Pity' Martínez sentenció en una contra a puerta vacía.
La cuarta Libertadores de River Plate
River Plate se proclamó así campeón de la final de la Libertadores más esperada de la historia. De la mejor, por el duelo futbolístico entre los dos grandes, y también de la peor por los altercados que provocaron la suspensión del encuentro en El Monumental. Madrid salió al rescate y demostró cómo el superclásico puede, y tiene que, ser solo fútbol. Una fiesta del torneo de clubes más importante de Sudamérica que por fin ya tiene dueño. Millonarios se llevó la final interminable. La cuarta en su palmarés, pero la más valiosa.