Finalmente, el nuevo Real Madrid de Zinedine Zidane ha echado a rodar. El técnico francés se estrenó en esta segunda etapa como entrenador del conjunto blanco con una victoria por 2-0 ante el Celta de Vigo.
Tres puntos que poco sirven a los merengues para luchar por La Liga, pues, salvo sorpresa mayúscula, la distancia con respecto al FC Barcelona, lider de la competición, es casi insalvable.
Sin embargo, si hubo algo que dejó el partido, eso fue una notable mejoría. Las sensaciones del equipo fueron muy diferentes a lo vivido en estas últimas semanas con Santiago Solari. Estas fueron las claves de la mejoría.
Reconciliación con los pesos pesados
Toda la afición blanca, o al menos la gran mayoría, sabía que Zidane recuperaría aquellos jugadores condenados al ostracismo bajo el mando de Solari. Lo que quizá fue más inusual es que lo hiciera tan pronto.
El francés sorprendió a propios y extraños con su primer once, en el que cual alineó de inicio a Keylor Navas, Marcelo, Isco y Gareth Bale. Todos ellos habían sido suplentes con el anterior técnico, y respondieron a la confianza depositada en ellos con creces.
Keylor, cuya titularidad fue quizá la más sorprendente, pues hasta entonces el campeonato liguero había sido territorio de Thibaut Courtois, firmó un gran partido, dejando, entre otros detalles, una parada para el recuerdo.
Por su parte, Marcelo -suplente de Sergio Reguilón con Solari- dio una asistencia de gol. Gol que precisamente marcó Isco, otro olvidado del argentino. Finalmente, Bale también anotó, en su caso el tanto de la victoria, tras no terminar de entrar con buen pie en las rotaciones del equipo.
Confianza en todo el equipo
Relacionado con el punto inmediatamente anterior, más allá de reconciliarse con los peses pesados del vestuario, Zidane demostró que bajo su mando todos los integrantes de la plantilla dispondrán de oportunidades para demostrar su valía.
Buena prueba de ello fueron los cambios. Dani Ceballos, que no pisaba el Santiago Bernabéu desde la derrota ante el Girona a mediados de febrero, dispuso de poco menos de media hora, en la cual mostró el buen juego que le caracteriza.
Mariano Díaz, casi inexistente con Solari, tuvo ocho minutos, y Fede Valverde -quien sí que había gozado de continuidad con el argentino-, trece. Zidane quiere tener a toda la plantilla enchufada para los diez encuentros que le restan a la temporada, y sabe que lo mejor para eso es hacerles jugar.
Hambre de gol
El equipo blanco volvió a ejercer esa presión alta que tanto de menos se echaba en el feudo madridista. Una garra defensiva que ya en su día trató de instaurar, con poco éxito, Julen Lopetegui.
Gracias a esto, se vio a un Madrid mucho más enchufado en los metros finales Especialmente destacable fue la inspiración de Marco Asensio, Benzema, Marcelo y compañía.
Si bien ante el Real Valladolid se logró una goleada más abultada -victoria por 1-4 en el último partido de Solari al frente del equipo-, con Zidane el equipo dio la sensación de tener más peligro y mordiente arriba.
Solidez defensiva
Donde sí se notó una mejoría abismal fue, precisamente, en el apartado contrario. El Real Madrid logró dejar su puerta a cero nueve partidos después, en los cuáles había encajado quince goles.
Y es que los blancos no habían logrado finalizar un encuentro imbatidos desde el 3 de febrero, cuando derrotaron por 3-0 al Deportivo Alavés. El caso más flagrante fueron los veinte primeros minutos ante el Valladolid, donde sufrieron de manera excesiva.
Con Zidane eso se ha acabado. La solvencia y el buen hacer en campo propio, sumado a una actuación más que notable de Keylor Navas, lograron dar al equipo ese empaque defensivo que tanto necesitaba.
Unión del vestuario
Con toda seguridad, el punto más destacado. Y es que si hay algo que se le da bien a Zidane, eso es la gestión de egos. El francés siempre ha abogado porque el buen ambiente reine en el vestuario, y ante el Celta volvió a quedar demostrado.
Se vio a un Madrid mucho más enchufado y unido, con todos los jugadores dándolo todo por sus compañeros cual familia. El ejemplo más claro fue Bale. El galés ha pasado de gestos como su 'no celebración' con Lucas Vázquez, a ser el primero que festeja los tantos con sus compañeros.
[Más información: El Real Madrid recupera la sonrisa con Zidane y los renacidos Isco y Bale]
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