Si hay una decisión de Zidane que le ha dividido con la afición es su apuesta por Lucas Vázquez. No hay duda de que el futbolista gallego es uno de los hombres de confianza del técnico francés y que se ha ido ganando el respeto dentro del vestuario a lo largo de todas las temporadas que lleva en el primer equipo. Pero todo eso no se corresponde con el rendimiento mostrado por el jugador en este arranque de campaña.
Que Lucas sea un jugador importante dentro de la segunda línea de Zidane no es casualidad. También lo fue para Lopetegui y para Solari el curso pasado. El debate que se ha generado en torno a él reside en si ya era el momento de que hubieran dado un paso al lado con Lucas para apostar por los jóvenes que vienen pisando fuerte en el Madrid.
Vinicius, Rodrygo, Brahim, Odegaard y Kubo. Todos ellos pueden jugar en la banda derecha y todos ellos se encuentran por detrás de Lucas en la rotación blanca, alguno incluso ha tenido que buscar minutos fuera del Madrid esta temporada. Quizás solo Vinicius esté en una posición similar a la del gallego, pero Zidane prefirió alinear a Lucas contra el Brujas antes que al brasileño. Este Madrid pide savia nueva, pero los más jóvenes no terminan de encontrar su espacio.
Hombre de confianza para Zidane
Para defensa de Lucas está el punto de que no hay ninguno como él en la plantilla. De los anteriormente citado, ninguno hace el trabajo que realiza Lucas sobre el campo. Un jugador de esos que se dejan el tipo desde el primer hasta el último minuto y que ayuda en las labores defensivas como nadie. Pero, ¿es eso suficiente para que juegue por delante de los más jóvenes?
Lucas ha perdido (gran) parte de esa chispa que tenía años anteriores. Sigue siendo el primer cambio de Zidane o la principal alternativa cuando hay que dar paso al plan B, sin embargo, ya no rinde igual. Antes cambiaba los partidos cuando salía en las segundas partes con su energía. Ahora no le salen las cosas. Los regates se le atascan y acumula muchos errores cuando ataca. Con Vinicius, por ejemplo, se produce más en la zona ofensiva y quedó demostrado contra el Brujas.
Querido en el vestuario; cuestionado en la afición
La actitud de Lucas siempre ha sido intachable. Tiene una impecable ética de trabajo y siempre ha estado a disposición de su entrenador. De puertas para adentro, guarda buena relación con los pesos pesados del vestuario y es una una voz autorizada en él. Quizás el 'pero' del año pasado en torno a Lucas estuvo en su discurso cada vez que defendía a la plantilla, sin demasiada autocrítica, y eso ya le puso a parte de la afición en su contra.
La temporada pasada le pasó factura. Si bien fue con Solari una pieza importante y demostró actitud en cada partido, acabó siendo uno de los señalado del curso. Pasó de ser uno de los más queridos para el público durante los años de la Undécima y la Duodécima, a ser visto como un tapón para esas jóvenes apuestas que ha ido haciendo el club durante los últimos años. El madridismo, que vibró con su lanzamiento en la tanda de penaltis de Milán, le ha empezado a dar la espalda.
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