Ver a Marco Asensio sonriendo tras marcar un gol al Valencia emocionó a muchos. Apenas le bastaron 30 segundos y un solo toque desde que saltó al terreno de juego para hacerlo, pero detrás de ese remate al balón había mucho trasfondo. Nada menos que casi once meses de trabajo y esfuerzo desde que la mala suerte se cebara con él durante un amistoso de verano.
Desde julio de 2019 hasta junio de 2020 pasaron casi 330 días en los que Asensio ha tenido que vivir un calvario. Tras regresar contra el Valencia era incapaz de olvidarse todo lo que había pasado para estar sobre el césped: "Hay mucho trabajo detrás de esto", decía el futbolista del Real Madrid. Lo celebró señalando su rostro, donde una sonrisa brillaba por encima de todo.
La historia de Asensio no la pueden contar todos. En Primera División se ha visto a lo largo de los años a muchos futbolistas romperse el ligamento cruzado o el menisco (o los dos en el peor de los casos, como el de Asensio). Recuperaciones que llevan meses y meses, rehabilitaciones muy duras y horas en soledad que afectan de lleno al aspecto mental del futbolista.
Viendo la alegría de Asensio es imposible no acordarse de otros que tuvieron peor suerte. Jóvenes como él pero que tuvieron complicaciones, como el exmadridista Jesé Rodríguez, o veteranos que se ven forzados a dar un paso atrás en sus carreras antes de tiempo, como Víctor Valdés. Con otros, el destino se ceba, como Sergio Asenjo, quien ha pasado por el quirófano cuatro veces, dos por cada rodilla.
Rafa, con quien ha hablado EL ESPAÑOL, es un joven que a los 17 años corrió la misma mala suerte que Asensio. En su caso, el fútbol no era una profesión, pero sí lo vivía con la misma intensidad e ilusión que el '20' del Real Madrid. Un día, jugando, sintió un fuerte chasquido en la rodilla y la rótula se salió de su sitio. "Notas al momento que es algo serio", nos dice.
Cuando todo se trunca de golpe
Escuchándole, uno se traslada al amistoso contra el Arsenal en Washington en el que Asensio se rompió. En un documental que estrenará este sábado Realmadrid TV, el ex del Mallorca relata también cómo vivió ese momento: "Es un estado de shock, de miedo, de no saber qué pasaba", dice. En ese instante buscaba también un gesto en los médicos del equipo que le hiciera ver que no era algo grave. No encontró aliados.
"Todo se trunca de la noche a la mañana", decía Asenjo hace unos años sobre la primera vez que se rompió el cruzado. Tenía apenas 20 años. Lo mismo nos dice Rafa, acostumbrado a jugar en campos de tierra y en condiciones mucho peores que en la que lo hacen los profesionales, pero que no pensaba que le podría ocurrir algo así: "Es un momento doloroso, física y mentalmente. Has visto muchas veces como le pasa a otros que se quedan sin jugar por lo menos medio año en el caso de que tengan una buena recuperación. Nunca crees que te pasará a ti y de repente un día estás cómo ellos".
He visto más de un jugador gritar de dolor en la rehabilitación
Empieza entonces lo peor. Ante este revés que sufrió en su carrera Asensio, se apoyó en su familia. Su padre, su hermano y su novia fueron sus compañeros en este largo viaje. Tomaron la decisión de operarse. Después solo siguió trabajo y más trabajo para Marco. En soledad, apartado de sus compañeros, y con sesiones duras de rehabilitación.
Rafa nos cuenta cómo vivió esa etapa de su recuperación: "Es un proceso largo y al principio doloroso. Entre otras cosas, para recuperar la movilidad de la rodilla los médicos te fuerzan a doblarla en la camilla, he visto más de un jugador gritar de dolor cuando le tocaba esa parte de la rehabilitación".
Jornadas de cinco sesiones
Asensio ha tenido que sufrir. Primero porque tenía que ver al equipo desde la distancia, casi como si no formara parte de él, y luego por el esfuerzo titánico que le ha dedicado a su recuperación. Se sometió a jornadas diarias de trabajo de entre seis y ocho horas, hasta cinco sesiones por día, para exprimir su físico e ir recuperando la movilidad en la rodilla.
En las redes sociales y en los medios del club se pudo ir viendo su recuperación. A la semana ya apoyaba el pie. Tiempo después pasó a la piscina y de ahí al gimnasio. Fue volviendo poco a poco, mientras su compañeros celebraban sus avances. Marcelo le recibía en Valdebebas a grito pelado el día que pudo saltar a correr al césped por primera vez: "¡Qué alegría, chaval!", festejaba el segundo capitán blanco.
Se machacó días tras días para volver con sus compañeros en las mejores condiciones. Fue uno de los pocos a los que el parón por el coronavirus les vino bien. Ha tenido más margen para alcanzar su cien por cien y tiempo para poder ayudar más al equipo de lo que pudiera haberlo hecho. Pero volver a jugar también tiene su aquel.
No sólo es emocionante para ti sino también para tus compañeros que te han visto todo ese tiempo luchando
"Surgen dudas", recuerda Rafa sobre la primera vez que fue convocado para volver de su lesión. "Al principio vuelves con algo de miedo. Piensas: 'me ha pasado una vez, por qué no me va a pasar dos. Igual todavía no tengo la rodilla en condiciones de volver a jugar'. Aún así las ganas de jugar te pueden. Así que retomas los entrenamientos poco a poco y cuando llega el día saltas al campo y sales a por todas cómo has hecho siempre".
Asensio lo hacía este jueves con rostro serio. También porque el equipo iba ganando solo 1-0 y hay mucho en juego. Hasta que Zidane le dijo algo al oído, que marcara gol. El técnico francés le dio casi 20 minutos, a Rafa le dieron también 15' tras nueve meses sin jugar. "No sólo es emocionante para ti sino también para tus compañeros que te han visto todo ese tiempo luchando para volver con ellos", señala Rafa. Y eso mismo se vio reflejado en el Di Stéfano. Marcó Asensio, pero todos explotaron de alegría.
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