Fede Valverde regresó a la titularidad este fin de semana ante el Real Betis y fue la mejor noticia del difícil triunfo del Real Madrid. El centrocampista uruguayo hizo el gol que abría la lata del encuentro, dio empaque y consistencia al equipo desde el centro del campo y también se desmarcó como referencia para tener el balón tanto para atacar con él como para retenerlo.
Después de desmarcarse como la gran sorpresa del último año, 'Pajarito' no se esconde cuando tiene que coger responsabilidades y dejó su huella en su primer encuentro como titular de esta temporada. Tras la suplencia ante la Real Sociedad, Valverde volvió a enamorar al madridismo como durante el momento de su despunte que tuvo en la última Supercopa de España como el colofón de su confirmación.
Pero esta temporada ya no va a tener esa carta de novato y de promesa, Valverde quiere cambiar su situación en la plantilla y comenzar a desmarcarse como titular habitual. Zidane ha ido cincelando su posición y el sábado demostró que, partiendo desde ese lugar, tiene capacidad suficiente para insuflar a sus compañeros de sacrificio y un punto de intensidad para que el equipo domine los partidos.
365 días
Hace un año comenzaba a establecerse en la plantilla y en estos 365 días ha conseguido crecer lo suficiente como para destacar como líder en algunos encuentros. En diferentes partes del encuentro fue desarrollando sus diferentes virtudes. Primero esa llegada con olfato goleador, después sus habilidades para llegar a todas las partes del campo para presionar o defender y más tarde dejó destellos de su conducción y una habilidad para regatear que puede elevar aún más su nivel.
Precisamente fue frente a Osasuna en la jornada 6 cuando conseguía su primera titularidad en la temporada pasada, un momento en el que el equipo necesitaba un cambio de ritmo después de un inicio de año titubeante. Aunque el empate con la Real Sociedad y fuera de casa no se pudiera calificar aún como preocupante, el uruguayo volvió a surgir como la solución al momento en el que se enquista el equipo.
Es el jugador más completo de esa zona del campo. Tan pronto un partido puede ser la solución para suplir a Casemiro, como el jugador que une al centro del campo con el ataque, como jugar en una de las bandas para frenar a un rival y ser hasta un jugador desequilibrante para crear peligro en el área. Pero, al final el fútbol son goles y Valverde ha demostrado que también lo tiene.
Trascendental
Lo que se pudo ver este fin de semana es un ejemplo de la trascendencia que puede tener durante la temporada. La llegada de Odegaard de momento no ha cambiado su situación en la plantilla. El noruego por ahora está jugando en una posición más adelantada que la suya y, aún estando a la misma altura, han dejado visos de que pueden jugar al mismo tiempo sin ningún inconveniente. Lo que se espera es que también vaya cogiendo más galones en detrimento de Kroos y Modric, aunque ambos sigan siendo un monumento en esta plantilla.
De forma humilde, con una imagen pública más que recatada, sin dar una voz más alta que otra, Valverde está cincelando su propio monumento. Él mismo fue consciente de que no terminó la temporada al mejor nivel. Estuvo solo siete minutos sobre el campo en la remontada fallida de Manchester y, tras su exhibición en el Benito Villamarín, ha admitido esa mala forma.
"Me costó volver. Uno tiene que reconocer y ser autocrítico. No hice las cosas como debe hacerlas un jugador profesional del Real Madrid", explicó sobre su regreso del confinamiento para la fase final de la pasada Liga. Con eso en el tintero y con el objetivo de volver a ser determinante, Valverde demostró ese rol de centrocampista total que le ha dado su hueco en esta plantilla de la entidad merengue.
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